Nancy Méndez
| Lic. en Trabajo Social UBA - Maestranda en problemáticas sociales infanto-juveniles UBA - Trabaja en Equipos de Orientación Escolar en PBA | Redacción Zona Norte Gran Buenos Aires @NancyMariele
La corta vida de Pastelito es una muestra de cómo viven los pibes en distintos barrios del conurbano. ¿Qué hizo, hace y dejó de hacer el Estado, para que los pibes vivan así?
Las crónicas de los medios de comunicación lo cuentan como un hecho de inseguridad ocurrido en Lomas de Zamora: el domingo 9 de enero, "matan a un pibe bueno al que apodaban Pastelito”. Con tan sólo 14 años salía a la calle desde hace tiempo y se las rebuscaba para “ayudar a la familia”, vendiendo pan y pasteles (de ahí su apodo).
Su nombre era Matías Leonel Castillo, tenía 14 años y vivía con Selva, su abuela materna -quien estaba a cargo de él y sus hermanos-, después de que Deborah, la madre de los niños, muriera hace ya 6 años.
Pastelito, “no ayudaba” a su abuela, en verdad era parte del sostén económico fundamental para esta familia que aún así y todo no llegaba a fin de mes.
El relato de Guillermo, el profesor de la escuelita de fútbol Los Laureles, es una muestra de la necesidades en general que tienen les pibes en el municipio de Lomas de Zamora.
“Él venía acá, nosotros tenemos comedor, entonces venía siempre a recibir su vianda. Era un loco por el fútbol, le encantaba el fútbol, vivía con una sonrisa constantemente, era muy cariñoso. Nosotros no tenemos un espacio físico propio, entonces tenemos que alquilar unas canchas tres o cuatro veces por semana para que los chicos puedan entrenar. Él era delantero, era goleador, tenía un futuro enorme”.
Su relato es una muestra de la situación de vulnerabilidad social a las que están expuestos pibes que deben alimentarse en comedores barriales, pibes que no cuentan con un espacio físico donde poder dedicarse al juego y el deporte, pibes que tienen que trabajar todos los días, y la lista sigue, porque como contaba Guillermo a los medios de comunicación, tampoco hay cajón para el entierro.
“La noticia de su muerte, nos partió al medio a todos en el barrio. Ahora vamos a armar una colecta desde la Escuelita, necesitamos pagar el sepelio de Pastelito”.
La provincia de Buenos Aires es una de las más ricas, pero sin embargo es una de las zonas del país con más altos índices de pobreza infanto juvenil. En la provincia gobernada por Axel Kicillof tres de cada cuatro niñas y niños son pobres.
Con la muerte de Pastelito, nos toca hablar de Villa Albertina, una localidad del partido bonaerense de Lomas de Zamora, Municipio que fue gobernado por Martin Insaurralde entre el 2009 y el 2021, hasta que luego, éste asumió como Jefe de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires.
En los barrios de Villa Albertina viven más de 75.000 personas de manera precaria, casi sin servicios públicos y con una creciente preocupación por las distintas estrategias que se ven obligados a implementar para sobrevivir. Conviven con carencias estructurales propias de la falta de urbanización, asfalto en las calles, luminarias, cloacas e incluso servicios esenciales como el agua potable, el gas y la electricidad. En muchos lugares no ingresa directamente el transporte público, por lo que se dificulta la movilidad para trabajar, buscar empleo y/o estudiar.
En ese escenario es que los pibes trabajan vendiendo pan casero y pastelitos como Matías u otros alimentos; empanadas, tortillas, pan casero, gaseosas y también ropa , verduras, ajos, morrones, limones, plantas, etc. en las calles o en las ferias. Cada vez hay más que se las “rebuscan” y levantan un cartón o un plástico, tirando de un carrito interrumpiendo así su trayectoria educativa. Y así casi sin darnos cuenta se vuelven lugares comunes el trabajo y la explotación infantil.
Son estos pibes y pibas quienes componen las cifras que tanto nos duelen. El Último informe del Observatorio de la Deuda Social da cuenta del Impacto de la pandemia en las infancias y adolescencias, donde el 64,6% pasó a estar en situación de pobreza y 34,3% padece inseguridad alimentaria. Esto contribuyó a que se duplique la explotación laboral infantil durante la pandemia como señaló la última encuesta realizada por la OIT, Unicef y el Ministerio de Trabajo.
En escenarios como estos, la demanda de una política de mano dura expresada en la baja de la edad de imputabilidad, es una mera consecuencia lógica y está a la orden del día, para los distintos gobiernos. La construcción de zonas convertidas en Gueto donde puedan agrupar todos los peligros de la sociedad encarnados en la figura de los niños, adolescentes y jóvenes en situación de pobreza. Y así hablan de “la inseguridad” que muchos dicen “solucionar” con más mano dura a lo Berni o Bullrich, lo que termina como en CABA con el asesinato de Lucas González, quien también tenía sueños de fútbol, a manos de la metropolitana disfrazada de civil.
¿A quién le conviene el negocio de la inseguridad y la criminalización de los jóvenes?. Quienes se hacen dueño del territorio y se imponen a base de miedo o represión; los narcos, la Bonaerense o el Gobierno de turno, ellos que sabe quienes son y miran por debajo de la mesa en los barrios del conurbano, mientras la policía demora a cualquier pibe o laburante sólo por andar en moto o usar visera. Porque de esto se trata, de criminalizar un estereotipo de pibe. Son buitres que quieren aprovecharse de lo que ellos mismos generan, mano de obra barata, descartable y pibes en situación de pobreza.
Cómo viven hoy un pibe, una piba en esta sociedad injusta y desigual. Cómo se pasa el terrible calor de este verano en casas con techos bajos de chapas viejas “de segunda o tercera clavadura” con paredes de ladrillos diferentes mezcladas con madera en las que muchas veces ni baños hay.
¿Qué piensa un pibe que ve brillar en alguna pantalla que tenga a mano, cómo viven bien los que más tienen?; mientras él tiene que conseguir un “rebusque” por unos pocos pesos o caminar cuatro cuadras para ir al baño en la casa de la tía abuela porqué “ya estoy grande y no puedo andar haciendo en la palangana”, (como varias veces nos tocó escuchar a algún pibe en las escuelas).
Está claro que a las cifras alarmantes sobre la situación en la que viven niños, niñas y adolescentes, no se llegó de un día para el otro. Si no, que son las consecuencias del sistema capitalista y sus gobiernos. El pedido de “más seguridad” no hace más que agravar el escenario en la vida de todos ellos, los pibes no pueden ser un número más en las estadísticas, el Estado es el responsable principal de garantizar las condiciones de vida dignas para todos ellos.