Hoy se cumplen 27 años de la famosa patada voladora que Eric Cantona le propinó a un hooligan fascista del Crystal Palace después de que este le insultase diciéndole: "Vete a tu país bastardo de mierda, vuélvete a Francia". Años después, al preguntarle sobre esta acción, Cantona contestó: "Patear a un fascista fue lo mejor que hice en toda mi carrera". Al fascismo no se le discute, ¡se le patea en la boca!
El 25 de enero de 1995, el fútbol inglés vivió un incidente que quedó marcado en la historia de la Premier League. Ocurrió en el estadio londinense de Selhurst Park, la casa del Crystal Palace, que caía 1 a 0 frente al Manchester United, el equipo del delantero francés Eric Cantona. A los 3 minutos del segundo tiempo, Cantona fue expulsado por una acción violenta sobre el defensor Richard Shaw.
Escoltado fuera de la cancha, los aficionados locales empezaron a increpar a Cantona como suele ser habitual, pero hubo uno que captó la atención del futbolista francés: un hooligan llamado Matthew Simmons.
Simmons bajó once filas hasta ubicarse al borde del campo. Desde allí se dirigió directamente a Cantona con insultos que varían según la fuente pero que en su mayoría coinciden en que eran insultos xenófobos por ser extranjero como "Vete a tu país bastardo de mierda, vuélvete a Francia".
Los improperios del hooligan desataron la furia interior del explosivo delantero francés. Y fue así como Cantona fue corriendo hacia las gradas, saltó por los aires y le propinó una patada de arte marcial en el pecho a Simmons. Después vino una seguidilla de golpes hasta que lograron contenerlo.
Simmons era militante del National Front, un grupo fascista, y tenía un historial de violencia, incluyendo el ataque a un técnico de equipo después de haber sido llamado "basura nazi" (nazi scum).
En una entrevista para el programa de televisión Football Focus, cuando se le preguntó sobre el mejor momento de su carrera, el crack afirmó: "Fue cuando le di la patada de kung fu a un hooligan, porque ese tipo de gente no tiene nada que hacer en un partido. Creo que es un sueño para algunos dar una patada a ese tipo de gente. Así que lo hice para ellos, para que estuvieran felices. Y ellos hablan hasta hoy al respecto. He visto muchos jugadores marcando goles y todos ellos saben la sensación. Pero esta, de saltar y patear a un fascista, no es algo que se saboree todos los días”.
La reacción de Cantona, que conmocionó el mundo del fútbol, marcó su vida y le trajo serias sanciones: fue suspendido por nueve meses y condenado a 120 horas de trabajo comunitario y a pagar 30 mil dólares de multa.
Sin embargo, el ícono francés de los 90 nunca se arrepintió de ello. Al contario, cuando le consultaron acerca de su posible arrepentimiento, su respuesta fue contundente: "Debería haberlo pateado más fuerte. No puedo arrepentirme. Me sentí genial. Aprendí de ello y creo que él también".