“Van a empezar las clases y no podemos ni comprarles unas zapatillas a nuestros hijos”, es lo que dijo un obrero vitivinícola frente a la Legislatura el lunes pasado. Ya habían estado cortando el Nudo Vial, luego marcharon a Bodegas Argentinas y cerraron la acción en la peatonal. En su día, obreros y obreras vitivinícolas se movilizaron exigiendo salarios dignos, el fin de la precarización laboral. La #VerdaderaVendimia es de estos trabajadores que son los que generan riquezas extraordinarias para ricos y famosos de Mendoza. Como denuncian: las ganancias son en dólares, los salarios en pesos. Era el día de los obreros y las obreras vitivinícolas.
Históricamente postergadas, las familias vitivinícolas el año pasado tras movilizaciones y un paro enorme, pudieron conquistar un aumento de 57%. También el reclamo histórico y postergado de la jubilación anticipada a los 57 años para quienes trabajan en las viñas. La Vendimia no solo es de los ricos en su fiesta, sino de todo tipo de cercenamiento de derechos, como a la educación. El trabajo en las viñas incluye el trabajo infantil, el de toda la familia y ello, implica que miles de niños y niñas y jóvenes comiencen sus clases más tarde que el resto.
Pero también es la situación de los obreros y las obreras del ajo, que cobran $100 por cajón.
No muy lejos de los salarios de trabajadores y trabajadoras de la educación y ni hablar de los municipales, que en toda la provincia tienen básicos de entre 11 y 16 mil pesos.
Mientras estamos ante un año récord en las exportaciones de las bodegas, alcanzando los 817 millones de dólares únicamente en vinos fraccionados, los salarios siguen siendo de hambre sin cubrir ni la canasta básica. Esas mismas patronales, no importa si es Balbo o Zuccardi, si están ligadas a Cambiemos o al PJ, son las que luego aplauden los discursos que hablan de imponer presencialidades no cuidadas o son tributarios de la idea de que la educación es “prioridad”.
Pura hipocresía
En Mendoza se calcula que la canasta escolar básica ronda este año los $20000. Algunos medios hablan hasta de un 80% de aumento, respecto del año pasado. ¿Es posible hablar de derecho a la educación con salarios de menos de 40 mil pesos? Si es preciso sumarle a esto un par de zapatillas, que no bajan de los $3000 o $4000 las más baratas, estamos hablando que habrá niños y niñas que no tendrán con qué ir a clases.
Mientras en el gobierno se llenan la boca que su prioridad es garantizar la presencialidad en las escuelas, no habla de esta realidad. No garantizan protocolos ante la explosión de casos de la nueva ola. No garantizan el estado de los edificios escolares. No proponen paritarias para discutir las condiciones laborales y salariales de los y las trabajadoras de la educación. Y tampoco ponen en cuestión que hay miles de estudiantes que no tendrán lo necesario para asistir a las escuelas. Ni siquiera garantizaron la continuidad de una asistencia elemental como el IFE.
La realidad: sin presupuestos, sin materiales, sin condiciones en las escuelas, en los hogares, sin útiles y sin zapatillas, no hay derecho a la educación.
En Mendoza, la pelea por #MasParaEducación y por el derecho a la educación pública tiene una próxima cita, para denunciar el acuerdo con el FMI. Martes 8/2, a las 18hs en el km0. Por los millones de estudiantes que hoy están en la pobreza y que esto es producto de las políticas que vienen aplaudiendo fervorosamente las cámaras empresariales y que no hará más que profundizarse con el acuerdo con el FMI, hay que estar.
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