Rusia ha enviado 100.000 soldados a la frontera con Ucrania. Estados Unidos dice que una invasión rusa podría ocurrir en cualquier momento, lo que Putin descarta como "especulación provocativa". El hecho es que Ucrania está en el centro de crecientes disputas geopolíticas, resultado de la crisis capitalista y las disputas hegemónicas.
A medida que aumentan estas tensiones explosivas, Bolsonaro se dirige este martes a Rusia con el argumento de discutir otra crisis: los fertilizantes. La justificación parece irrisoria, llegando al punto en que un exdiplomático estadounidense entrevistado por la BBC de Brasil declaró que: “Es como ver a un niño corriendo, tratando de cruzar una autopista muy transitada”. La excusa de los fertilizantes pudo incluso haber valido el viaje meses antes, cuando estaba prevista la reunión, sin embargo, no parece ser la principal justificación para mantener la reunión frente a la alta tensión entre Estados Unidos, Rusia y la OTAN.
Ciertamente, Bolsonaro tiene otras intenciones para este viaje, a pesar de la diplomacia de Washington, que incluso ha llamado al embajador de Brasil para exigirle explicaciones.
La razón más aparente es revertir el aislamiento internacional en el que ha caído tras la derrota de Trump. Sin el apoyo del magnate estadounidense, Bolsonaro se convirtió en un paria, siendo rechazado por los demás líderes de las principales potencias imperialistas. Las patéticas escenas que protagonizó durante la cumbre del G-20 dan fe de su irrelevancia internacional. En este sentido, si no fuera por el momento de crisis, un apretón de manos con Putin sería algo digno de presumir, mucho mayor que el encuentro con el dictador húngaro Viktor Orbán, aliado de la extrema derecha, que también está en el itinerario del viaje. .
Otro motivo que sustenta el viaje de Bolsonaro a Rusia es el intento de tener alguna expresión internacional frente a los movimientos de Lula, quien a fines del año pasado realizó una gira por Europa y demostró que aún conserva una importante relevancia internacional y que tendría el apoyo de varios jefes de estado si es elegido. Este factor es menor en el escenario geopolítico, pero en un año electoral cobra una enorme relevancia para Bolsonaro. Con Lula fuerte entre los jefes de Estado en Europa y con Sergio Moro (el ex juez del lavajato que participó en el gobierno del actual presidente) como uno de los favoritos de centro derecha para las elecciones en Brasil, es fundamental que el bolsonarismo sume aliados en la arena internacional. Aquí es donde se encuentran el conservadurismo y la flagrante LGBTfobia de Putin y Bolsonaro.
Sin embargo, es necesario recordar la reunión del año pasado entre Bolsonaro y el jefe de la CIA, William Burns, para entender que como felpudo del imperialismo estadounidense, Bolsonaro sigue siendo funcional y sumiso a EE.UU. En ese momento, la ofensiva de destrumpización del actual gobierno brasileño cedió para mantener la estabilidad de un pilar central del “patio trasero americano”, en un contexto en el que América Latina estaba atravesada por movilizaciones populares.
Por eso, el viaje a Rusia, a pesar de Washington, es un interrogante para muchos analistas. Otro motivo alegado por Bolsonaro sería la negociación de material militar, del que Rusia es un importante productor. Un hecho que justificaría la fuerte presencia del ala militar, ya que la delegación incluye a Augusto Heleno (Oficina de Seguridad Institucional), Eduardo Ramos (Secretario General de la Presidencia), Braga Netto (Defensa) y el Secretario de Asuntos Estratégicos, Almirante Flávio Rock. Los tres comandantes de las Fuerzas Armadas también formaban parte de la comitiva.
Sin embargo, esta razón tampoco parece sustentarse, ya que sería una provocación directa a la OTAN, dado que Brasil es un “aliado preferente no perteneciente a la OTAN”, nombre que se le da a los países que gozan de acceso privilegiado a la compra de material militar estadounidense. Sea como sea no queda claro la presencia del alto mando militar en este viaje. ¿Les preocupa señalar a Biden que tiene controlado a Bolsonaro y que no hará nada para interferir en sus intenciones imperialistas en Ucrania?.
De todos modos el presidente brasileño parece estar queriendo aprovechar este momento de crisis que está atravesando el propio Joe Biden, con el fin de la “ayuda de emergencia” para los estadounidenses de US$1.400 (que ya era mucho menos de lo prometido en campaña), así como la extensión de la pandemia y la decisión del gobierno demócrata de obligar a los trabajadores en cuarentena a volver al trabajo en medio de la pandemia, Biden ha ido perdiendo popularidad a nivel nacional. Sumado a esto, el desgaste que ha dejado la operación de retirada de tropas de Afganistán que le ha pasado factura.
Es en esta situación que Bolsonaro actúa para dar una señal a Trump y a su propia base social. Trump prefiere ver en una situación cada vez peor a su antagonista, pensando en las elecciones de medio término del país imperialista que se realizarán en noviembre. Hacer una buena elección es fundamental para una derecha de la que a nivel internacional, forma parte Bolsonaro.
La irrelevancia militar de Brasil no debe confundirse con la irrelevancia política internacional. No es bueno para la imagen de Biden que el presidente del "gigante sudamericano" visite a Putin en un momento de enorme tensión entre ambas potencias. Así como no fue agradable para ese gobierno, el viaje del presidente argentino, Alberto Fernández.
Otro punto de esta gira será Hungría, donde se reunirá con el primer ministro ultraderechista Viktor Orban.
Más allá de estos alineamientos circunstanciales, por conveniencia política o económica, son las trabajadoras y trabajadores, las grandes mayorías populares las que padecemos sus políticas, sobre todo las guerreristas.
Fuera las tropas y abajo la OTAN en Ucrania: no a la intervención imperialista, ni a la injerencia militar rusa. Por una Ucrania independiente, obrera y socialista. |