El fin de semana se llevó a cabo en la isla 132 de la ciudad de Neuquén, la 9na edición de la Fiesta de la Confluencia que durante 5 noches convocó un total de más de 1.200.000 personas.

Lejos de revalorizar el arte y cultura local, se presentó un megaespectáculo con el escenario más grande del país, con artistas nacionales e internacionales con un monto de alrededor de 60 millones de pesos en contrataciones. En los días previos empezó a circular el costo de cada artista nacional, 13 millones más iva para Tini Stoesel, 7,5 millones para Divididos eran los mayores costos, valores muy diferentes a los artistas de la zona.

Con un pago que rondaba de 40 a 60 mil pesos, lxs artistas locales se presentaron en escenarios más pequeños ubicados dentro de la isla donde “era muy difícil cantar, se colaba el sonido del escenario grande e hicimos un gran esfuerzo por sostenerlo” declaró la artista neuquina Gabriela Centeno, quien tocó en el escenario de folklore y además hizo una denuncia pública al comenzar.

Y no fue lo único que generó malestar. Una vez anunciados lxs artistas “principales” la reciente ley de cupo femenino en los escenarios se hizo sentir, y es que nuevamente estaba ausente. De hecho el escenario principal nunca lo cumplió, algo que fue denunciado por la colectiva de músicas, Vibra alto valle antes del festival, tampoco figuraron en los flyers oficiales. Horas después de que esta denuncia se hiciera pública, el mismo intendente salió a aclarar que no era así y entonces comenzaron a convocar a artistas mujeres para cumplir con dicho cupo.

Muchos memes en los días previos a modo de chiste ilustraban el absurdo gasto del MPN. En la provincia de Vaca Muerta donde casi nada se invierte en la cultura local, en educación, salud y viviendas. Mientras las ganancias siguen quedando en manos de grupos selectos de empresarios que hoy se quieren lavar la cara auspiciando la fiesta. ¿Cuántos centros culturales se podrían construir con los millones que se llevan esas mismas empresas? Es en esos lugares donde se podrían involucrar a los miles de artistas que día a día pelean porque se valore su trabajo y se cumplan sus derechos laborales.

El acceso a espectáculos de tal magnitud es significativo para miles de personas, pero también a pocos días de comenzar las clases decenas de escuelas no cuentan con la infraestructura en condiciones, ni siquiera con materiales, ¿Cuántos instrumentos se podrían comprar con lo que se le pagó a un artista del escenario principal? ¿Cuántas meriendas y desayunos se podrían garantizar para todxs nuestrxs estudiantes?

Necesitamos invertir las prioridades, que los presupuestos contemplen todas las necesidades del pueblo con el mismo interés que genera la realización de la fiesta.