De esos temas hablamos en la columna sobre noticias internacionales del programa de radio El Círculo Rojo, que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs por Radio Con Vos.
El desierto de Atacama, en el norte de Chile, es uno de los lugares más áridos del planeta. Ahí en medio de montañas y tierra hay una especie de lago de ropa y zapatos.
Se calcula que al menos 39.000 toneladas terminan desechadas en ese desierto. Para que se den una idea, imaginen un contenedor de los que vemos en el puerto repleto de ropa, ahí entran 28 toneladas. Ahora multipliquen ese contenedor por más de 1000.
De dónde llegó toda esa ropa
Imaginemos el diario de viaje de una camisa. Se hace en una fábrica de China o Bangladesh, donde sus empleados, mayoritariamente mujeres, trabajan en condiciones ultra precarizadas por 1 euro por día.
De ahí viaja a Europa o Estados Unidos para ser vendida en las grandes cadenas que ofrecen ropa más “económica”. La que no se vende o queda “fuera de temporada” vuelve a viajar, rumbo a sudamérica.
Unas 59.000 toneladas anuales entran por la zona franca del puerto de Iquique, uno de los más importantes de Chile. Si la camisa no es elegida para ser vendida en Chile, Bolivia o Perú, termina en el desierto.
Con algo de suerte, nuestra camisa, será “reciclada” por muchas de las personas que van hasta ese inhóspito lugar a buscar algo para vestirse o revender en ferias de la zona. Sino pasará a contaminar el desierto, se calcula que tardará 200 años en degradarse.
Esto no es un detalle, la industria de la moda genera aproximadamente el 10% de las emisiones globales de carbono y casi el 20% de las aguas residuales, solo en la producción.
Quién es el responsable de esto
En las últimas décadas la industria de la “moda” tuvo un gran cambio. Cada vez se produce más ropa, de menor calidad y que dura menos. Esto no es casual.
Ropa más económica en base a trabajo precarizado, junto a un bombardeo de “nuevas tendencias” inundan primero Estados Unidos o Europa y luego el resto del mundo.
El documental “El verdadero costo” (lo pueden ver en Netflix) muestra el impacto de estos cambios. Un ejemplo es que en EE. UU. se desecha un promedio anual de 37 kilos de textiles por habitante. Mucho de esa ropa va a ONG que supuestamente se encargan de donarlas, pero termina en países donde se vende o directamente desecha como basura, uno de ellos en Haití.
La cuestión no pasa porque dejemos que comprar ropa nueva, o que se produzca indumentaria variada y de diferentes “estilos”
Lo que muestra el basural de ropa en Atacama es lo irracional de un sistema, que lejos de producir pensando en las necesidades sociales, prefiere inundar el planeta de basurales de ropa sin usar si eso garantiza sus ganancias. |