Un 22 de febrero de 1987 en Nueva York falleció el mayor exponente de este tipo de arte que explotó en la década de 1960 y cuyas pinturas se convirtieron en figuras icónicas y representativas de una época en donde la transgresión fue la norma.
Polémico, genio, vanguardista, delirante, transgresor. Cualquiera de estos conceptos o todos a la vez pueden servir como aproximación para describir el arte según Andrew Warhola, hijo de un minero eslovaco que en búsqueda del gran sueño americano emigró a los Estados Unidos junto con su esposa y cuyo hijo, ironías del destino mediante, se convirtió en uno de los artistas que más expuso y sintetizó la contradicción entre el glamour del mundo de la fama y los medios de comunicación en relación con los objetos y los hechos de la cotidianeidad.
Una persona puede no saber quién fue Warhol, pero seguramente si ve la clásica serigrafía de la lata de sopa Campbell automáticamente va a saber que es una de las figuras del arte contemporáneo más reproducidas. Elaboradas en 1962, fueron 32 lienzos con cada una de las variedades que la alimenticia producía en aquel momento y constituyó su primera exposición individual como profesional en una galería de arte. Para entonces, el artista se dedicaba a realizar ilustraciones comerciales en revistas y publicidades, pero durante la década de 1950 empezó su fascinación por las imágenes de la incipiente cultura de masas que comenzaba a inundarlo todo. Para ponernos en contexto, estamos hablando de un Estados Unidos que salía victorioso de la Segunda Guerra Mundial apenas una década antes y en donde el estilo de vida en todos los planos de la vida normal y regular de un ciudadano de clase media se convirtió en un fuerte estereotipo no solo de lo que tenía que ser una persona sino, y a un nivel igualmente destacado, de lo que tenía que consumir como tal.
“En 1960, cuando el arte pop se convirtió en Nueva York en una consigna, de repente se animó tanto el ambiente artístico que incluso hasta los anquilosados tipos de Europa no pudieron seguir negando por más tiempo que nosotros también formábamos parte de la cultura mundial”: Andy Warhol se apropia de esta noción y cuestiona o se pregunta por el rol del arte en este periodo. El estilo predominante hasta entonces era el expresionismo abstracto y la novedad del arte pop viene a romper con esa estética del arte considerada como algo bello para ser pensada también como un producto de masas. Lo que logra Warhol es convertir al arte en algo banal y trivial lejos del halo culto y elitista para ser considerado como parte de la vida misma de las personas. Por eso una lata de sopa, parte de la alimentación de millones, es convertida en un objeto de arte. Y no para convertirlo como algo mundano sino justamente para ser pensado al revés. Al utilizar imágenes del universo publicitario y de los medios masivos de comunicación para ser elaboradas como una producción en serie de estas serigrafías, Andy Warhol se convirtió en el artista de mayor renombre de la época y también el más cotizado de todos. La polémica y la controversia además hicieron lo suyo, ya que no se lograba entender cuál era el objetivo de reproducir un objeto ya existente en un lienzo ni que, parafraseando a Marshall McLuhan, en este caso el medio se trataba del mensaje: “si agarrás una lata de sopa Campbell y la repetís cincuenta veces, no estás interesado en la imagen retinal sino el concepto que quiere poner cincuenta latas de sopa Campbell en un lienzo”.
Warhol tenía muy en claro el poder de la imagen, de los icónos y cómo lo reflejaban los medios de comunicación, a tal punto que su declaración “en el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos”, se convirtió en su frase más popular. Sin embargo, ese fue el inicio más masivo de su producción artística, que englobó no solamente a íconos estadounidenses pop como Marilyn Monroe sino también el uso de otros elementos de la cultura de masas como fotos de militantes del movimiento por los derechos civiles, accidentes de avión y automovilísticos, serigrafías con la cara del décimo hombre más buscado del FBI entre otros. La botella de Coca Cola fue para Warhol algo clave para describir lo que pasaba a nivel de consumo masivo de masas y por lo tanto de su expresión en el arte pop: “lo que es genial de este país es que Estados Unidos inició una tradición en la que los consumidores más ricos compran esencialmente las mismas cosas que los más pobres. Podés estar viendo la tele, ver un anuncio de Coca Cola y sabés que el Presidente toma Coca Cola, Liz Taylor toma Coca Cola y pensás que vos también podés tomar Coca Cola. Una Coca es una Coca y ningún dinero del mundo puede hacer que encuentres una Coca mejor que la que se está tomando el mendigo de la esquina. Todas las Cocas son la misma y todas las Cocas son buenas. Liz Taylor lo sabe, el Presidente lo sabe, el mendigo lo sabe y vos también lo sabés”.
El artista además incursionó en mundo del cine sino también en la música: a mediados de los ´60 conoció a la banda The Velvet Underground liderada por Lou Reed y no solamente se convirtió en el manager sino que aportó a su amiga y cantante alemana Nico, que fue parte del grupo. En la década siguiente, con ya un nombre instaladísimo en la sociedad, se encargó de hacer retratos de amigos y personalidades como Mick Jagger, John Lennon, Liza Minnelli, Brigitte Bardot, Michael Jackson y hasta Lenin y Mao Tse-Tung. Falleció por complicaciones post operatorias el 22 de febrero de 1987 a los 58 años pero su impronta en la cultura de masas sigue imborrable. Su forma de haber presentado el arte pop de una forma más global, accesible y social por fuera de los cánones elitistas, conservadores y cerrados en donde se movía el arte fueron las principales influencias de muchos de los consumos culturales y masivos que nos llegan hasta nuestros días, convirtiendo a Andy Warhol en uno de los artistas más influyentes del siglo XX.