El fallecimiento en los últimos días del dirigente frente amplista Eduardo Bonomi trajo como toda muerte de una figura política de alto rango, todo un repaso de su trayectoria y sobre todo de parte de sus correligionarios el relato en función de la creación de un nuevo mito para resaltar la “gestión” de la era progresista.
Desempeñando altos cargos en la gestión del Estado, fue Ministro de Trabajo y también del Interior entre otros altos cargos, siendo su función como jefe político de la policía su rasgo biográfico más destacado durante un largo lapso de tiempo.
En sus orígenes militante del MLN-T, compartiendo con varios dirigentes de esa organización una trayectoria que pasó de ser un guerrillero que luchaba por una sociedad más justa en los sesentas (con todas las salvedades que se puedan hacer acerca de su estrategia y métodos) a renegados de aquella lucha y primeros servidores para la administración del Estado capitalista, como la figura más conocida de su movimiento el ex presidente José Mujica.
El legado de Bonomi al frente del Ministerio del Interior
Bajo su gestión en el Ministerio del Interior se llevó a cabo un fortalecimiento de uno de los principales aparatos represivos del Estado capitalista, modernizando y aumentando su capacidad represiva.
Los ejemplos sobran, desde la política de las megarrazzias, el uso sistemático del DOE (Departamento de Operaciones Especiales) para perseguir militantes sociales y políticos, la implementación de El Guardian para vigilar e intimidar militantes, la persecución a los militantes procesados por los hechos de la Suprema Corte de Justicia en 2013, la consolidación de la Guardia Republicana como fuerza policial de elite para la represión a nivel nacional, el sistema de vigilancia con cámaras de seguridad y un largo etc.
Ante el asesinato del joven vecino de Santa Catalina Sergio Lemos por parte de la Guardia Republicana, no dudó en salir a defender a los policías que quisieron plantarle el arma para justificar su crimen. La responsabilidad ante el incendio en la cárcel de Rocha, en donde murieron 12 presos y los intentos de diluir y dejar pasar la responsabilidad de su propio gobierno sobre el tema.
Despedido con honores por la Guardia Republicana, la policía y su sindicato, es toda una definición de su rol cumplido como gestor del Estado capitalista y el fortalecimiento de su aparato represivo del que es directamente responsable.
El relato progresista reivindica el fortalecimiento policial
El progresismo no ha demorado en reivindicarlo como un buen militante, avalando con eso el rol que tuvo Bonomi para acrecentar el poder y las capacidades represivas de la policía. Si ante la muerte hace unos años de Huidobro que se hizo gran amigo de los militares, defendiendo sin sonrojarse la impunidad reivindicada por los mismos, el progresismo hizo un tibio homenaje (después de todo la posición de Huidobro era tan explícita que se volvió demasiado polémica como para hacer mucho ruido por su muerte). En el caso de Bonomi, el amigo y modernizador de la policía, no tuvieron tantos limitantes y pruritos para ensalzarlo.
La misma policía modernizada y fortalecida por Bonomi y los gobiernos que integró, es la que durante esos mismos tiempos ya reprimía manifestaciones y perseguía militantes, hostigaba a la juventud en los barrios populares y en algunos casos asesinaba como a Sergio Lemos en Santa Catalina. Hoy prosigue con más bríos y legitimada, bajo el gobierno de Lacalle Pou con la LUC, para reprimir trabajadores y luchadores, y desatar el gatillo fácil y la represión abierta contra los sectores populares.
Las nuevas generaciones de militantes populares debe hacer un balance serio de estos dirigentes y comenzar a gestar una nueva dirección de izquierda anticapitalista que se proponga llevar adelante el sueño de la generación de los 70, que es la de conquistar una sociedad sin explotación ni opresión. | 
