Por primera vez desde 2009, este 1 de marzo se inaugurarán las sesiones ordinarias en el Congreso Nacional sin que haya habido extraordinarias durante el verano.
Aunque hubo prórroga de las sesiones ordinarias del 2021 durante diciembre, que terminaron en una derrota del Gobierno cuando se cayó el proyecto del presupuesto para el 2022, había propuesta una agenda para tratar entre enero y febrero que finalmente no tuvo lugar.
El antecedente más cercano en el tiempo es durante el gobierno de Mauricio Macri, que había convocado a extraordinarias en el 2017 en su plan de "reformismo permanente", después de ganar elecciones de medio término cuando pensó que tenía el camino abierto para avanzar en las contrarreformas previsional, impositiva y laboral. Después de la enorme movilización contra el robo a los jubilados el 14 y el 18 de diciembre, el plan tuvo que "retroceder en orden".
También este año muestra una diferencia respecto a 2020 y 2021, cuando ya bajo la presidencia de Alberto Fernández, el Congreso sí estuvo activo en febrero. Mucho más en el primero que en el segundo.
La enorme crisis política desatada por el rimbombante y anticipado anuncio de un "preacuerdo" con el FMI fue el motivo que hizo que pasara sin pena ni gloria el período de sesiones extraordinarias de este año.
La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia de la bancada en Diputados y la falta de cohesión en el oficialismo por el brutal ajuste que implicará el acuerdo que quiere firmar Martín Guzmán son algunos de los motivos que hicieron naufragar la posibilidad de que se abra el Congreso. Pero también se le sumaron las internas dentro de la Coalición de Juntos, que está entre la espada de acompañar el acuerdo y compartir el costo político del ajuste, y la pared de votar en contra de lo que quieren sus jefes políticos del imperialismo estadounidense. De conjunto, todo generó un combo de incertidumbre política que obligó a patear el problema para adelante, a pesar de que ya no hay mucho margen por los vencimientos que se acercan.
De hecho, el Gobierno había presentado un temario con 18 proyectos, que iban desde la reforma de la Ley del Consejo de la Magistratura hasta el Cannabis Medicinal y la nueva ley de VIH.
Cuando Alberto Fernández deje inaugurado el nuevo período de sesiones ordinarias el próximo martes, quedará marcado otro hito más en la política dubitativa que caracteriza al Gobierno desde su asunsión en el 2019. En los últimos meses la crisis política fue tal que se anunció el cierre de un acuerdo con el FMI que todavía no está cerrado; se anunció un proyecto plurianual que no se envió; se convocaron sesiones extraordinarias que no se hicieron.
Las próximas semanas estarán marcadas por la discusión sobre el acuerdo, cuando finalmente pase por el Congreso para su aprobación. Que se consigan los votos para aprobar ese ataque al pueblo trabajador no está garantizado. Si, el día que se trate, se llena la Plaza de los Dos Congresos para rechazar rotundamente esa entrega que preparan, será un mensaje contundente de que crece la bronca contra lo que vendrá después. El Frente de Izquierda Unidad estará ahí junto a otros cientos de organizaciones políticas, sociales, piqueteras, del sindicalismo combativo, de mujeres, estudiantiles, ambientales y de derechos humanos. |