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La Izquierda Diario
1ro de marzo de 2022 Twitter Faceboock

Alemania
Una larga tradición de movimientos antinucleares en el corazón de Europa
Iris Valdemi
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En Alemania, el movimiento contra las centrales nucleares, tiene una larga historia, entrelazando las luchas pacifistas y ecologistas en innumerables protestas que comprometieron a varias generaciones.

La protesta de los granjeros que sacudió al país

A comienzos de los años ’60, se propuso construir una central nuclear en la zona occidental de Berlín, perteneciente a la entonces República Federal Alemana; pero el proyecto se abandonó rápidamente. En 1967, la empresa química BASF planificó una central nuclear, pero el proyecto tampoco se concretó. Recién en 1971 se mencionó al poblado de Wyhl, en una región vitivínicola del sudoeste de Alemania, como un lugar posible para el establecimiento de una nueva central nuclear, cuya construcción se inició en 1975.

La primera reacción fue la de los habitantes de la localidad que acudieron al lugar y fueron desalojados con la represión policial, después de dos días de manifestaciones. Sin embargo, las escenas de las familias de granjeros arrastrados por el barro por la brutalidad policial, convirtió a la cuestión de la energía nuclear en un problema nacional. Rápidamente se extendió la solidaridad con los vitivinicultores y granjeros de la región y algunos policías locales se negaron a seguir participando de la represión contra los pobladores.

Inmediatamente, desde la ciudad cercana de Friburgo, donde habitaba un gran número de estudiantes universitarios, se acercó a Whyl a ocupar los terrenos donde se planificaba la construcción de la central. Fueron 30 mil manifestantes que disuadieron a las autoridades de continuar con la represión, por temor a que creciera aún más la simpatía de la población.

Finalmente, el 21 de marzo de 1975, un tribunal retiró la licencia de construcción de la planta y el terreno, finalmente, se convirtió en una reserva natural.

La ocupación de Whyl generó un gran debate nacional y consiguió que la cuestión nuclear consiguiera un interés masivo. Muchos grupos antinucleares se formaron en otras ciudades dando origen al movimiento antinuclear alemán e inspirando a otros movimientos en Europa y Estados Unidos.

Las manifestaciones continúan

Las manifestaciones masivas continuaron. En 1976 y 1977, hubo protestas en las ciudades de Kalkar y en Brokdorf. Aquí, la policía ocupó el sitio donde se construiría la central nuclear, aún antes de que se concediera la licencia, para evitar que los manifestantes ocuparan el terreno como habían hecho en Wyhl. Sin embargo, los manifestantes intentaron ingresar al lugar. La represión, nuevamente, provocó una ola de solidaridad y movilizó a muchísimas más personas que hasta el momento no se habían involucrado.

Mientras tanto, el gobierno de Baja Sajonia, de la Unión Demócrata Cristiana, anunció que las minas de sal de Gorleben se utilizarían para almacenar desechos radiactivos. Inmediatamente, estallaron nuevas protestas y cerca de 20 mil personas participaron de la primera manifestación en Gorleben, que continuaron durante varios años. Hasta que en 1979, el gobierno desestimó la construcción de la planta de residuos nucleares porque era "imposible de cumplir por razones políticas".

Para diciembre de 1979, en Bruselas se convoca a una enorme manifestación contra la instalación de misiles nucleares en Europa, en la que participan activistas de varios países, y se pone en pie un gran movimiento pacifista que, al año siguiente, lanza la Campaña Europea por el Desarme Nuclear. Un asunto que era de vital importancia para la población alemana que sentía preocupación por las consecuencias que podría tener, en su territorio, un hipotético enfrentamiento entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética.

Alemania bajo la lluvia radiactiva de Chernobyl

A comienzos de los años ’80, nuevas manifestaciones protestaron contra la construcción de una planta de reprocesamiento de combustible nuclear en Wackersdorf. Los planes del gobierno se abandonaron en 1988, después de varias movilizaciones de la población que fueron reprimidas por la policía con carros hidrantes y gases lacrimógenos arrojados desde helicópteros, para vencer la resistencia de los manifestantes.

Pero la más grande manifestación antinuclear sucedió en 1981, nuevamente en Brokdorf, cuando se produjeron enfrentamientos entre más de 100 mil manifestantes contra unos 10 mil policías.

A mediados de la década de los ’80, el 26 de abril de 1989, se produce el accidente nuclear más grave hasta la actualidad, en Chernobyl. El reactor número cuatro de la central ubicada en territorio ucraniano estalla y se funde el núcleo. Más de 140 mil personas tuvieron que ser evacuadas y, para 1990, 640 mil se encontraban aún bajo control médico debido a las emisiones radiactivas.

La nube radiactiva se extendió por el territorio occidental de la entonces Unión Soviética, alcanzando prácticamente a toda la región oriental de Europa. Más de 30 mil kilómetros cuadrados permanecieron contaminados por la radiación durante varias generaciones. Las víctimas se estiman entre 4 mil y varios centenares de miles.

En junio de ese mismo año, 4 mil mujeres de Finlandia inician una "huelga de vientres", planteando que se niegan a quedar embarazadas hasta que el gobierno abandone el programa nuclear. La actividad nuclear en varios países es paralizada después de este desastre.

De hijos del movimiento antinuclear a padres del capitalismo verde alemán

Este movimiento tenía un apoyo masivo en la población por su carácter pacifista, contra la destrucción del medioambiente, por eso las protestas antinucleares fueron las que impulsaron el movimiento ecologista en Alemania.

Algunos de los activistas destacados de este movimiento, más tarde fueron los fundadores del Partido Verde alemán. Sin embargo, a pesar de su integración al régimen político, no consiguieron impedir que, en diciembre de 2010, resurgieran las manifestaciones antinucleares en Berlín y otras ciudades.

Fue la reacción de decenas de miles, cuando el gobierno de Angela Merkel volvió a centrarse en la energía nuclear. Como señaló el periodista Rafael Poch "El 21 de enero de 2010 el gobierno alemán mantuvo una reunión confidencial, que se extendió hasta altas horas de la madrugada, con el lobby eléctrico nacional. El objetivo era desmontar aquella ley de 2002, la llamada ’ley de desconexión nuclear’. El pacto del cónclave de Berlín fue una marcha atrás: mantener en servicio las 17 centrales alemanas una media de doce años más allá de 2022. Eso significaba beneficios superiores a los 100.000 millones de euros para las compañías eléctricas y unas 8000 toneladas más de residuos radiactivos (Alemania ya tiene 12.000 toneladas)."

Pero las manifestaciones no se hicieron esperar y llegaron a rodear la oficina de Merkel. Enseguida, otro tanto protestó en las calles de Munich y la policía reprimió ferozmente a los manifestantes que interrumpieron el paso de un tren que transportaba residuos nucleares reprocesados desde Francia. En la ciudad donde serían depositados esos desechos se reunieron más de 50 mil manifestantes, que fueron reprimidos por 16 mil policías, dejando más de 200 heridos y varios detenidos.

En 2011, el desastre nuclear de Fukushima, en Japón, volvió a provocar manifestaciones y protestas en distintos países. En Alemania, más de 200 mil personas participaron en las protestas de Berlín, Hamburgo, Munich y Colonia. Más de 60 mil manifestantes formaron una cadena humana de 45 kilómetros desde Stuttgart hasta la central eléctrica de Neckarwestheim, mientras otras protestas se reproducían en más de 450 localidades.

Para entonces, las encuestas señalaban que el 80% de la población se oponía a la energía nuclear. Y, finalmente, el 15 de marzo de 2011, la canciller Angela Merkel anunció el cierre temporal de siete plantas de energía nuclear que habían empezado a funcionar antes de 1980.

Más recientemente, las movilizaciones contra el cambio climático también fueron masivas en Alemania, especialmente en grandes sectores de la juventud, donde también se desarrollaron tendencias anticapitalistas; pero en gran parte, el movimiento centró expectativas electorales en el Partido Verde.

Hoy, los Verdes integran el gobierno de Olaf Scholz quien ganó las elecciones con la coalición del tradicional Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), los neoliberales del Partido Democrático Libre (FDP) y el Partido Verde, con el lema de "Atrévete a progresar más", mientras impulsaron medidas más reaccionarias contra la inmigración. Aunque los Verdes estén en el gobierno, la cuestión del clima no parece una prioridad. Apenas se adelantó el objetivo de eliminar la energía de carbón de 2038 al año 2030; pero mientras los Verdes ocupan el ministerio de protección climática, el ministerio de Transporte quedó en manos de los neoliberales, como también el de Economía.

Pero los nietos y bisnietos de familias diezmadas por la guerra y el nazismo, desgarradas por la burocracia estalinista y enfrentadas al empeoramiento de sus condiciones de vida durante las décadas del neoliberalismo, se verán convocados a manifestar nuevamente contra el rearme imperialista propiciado por el gobierno de su país. La enorme tradición de las movilizaciones antinucleares, por la protección del medioambiente, por el desarme y la paz y contra el cambio climático de varias generaciones de alemanes y alemanas, encontrará renovadas fuerzas en las actuales generaciones.

 
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