¡No a la guerra! ¡Fuera las tropas rusas de Ucrania! ¡Fuera la OTAN de Europa del este! ¡No al rearme imperialista! ¡Por la unidad internacional de la clase trabajadora! Por una política independiente en Ucrania para enfrentar la ocupación rusa y la dominación imperialista!
1- La ocupación militar rusa de Ucrania, que repudiamos completamente, está teniendo implicancias en el conjunto de la situación internacional, con ya casi 700 mil ucranianos refugiados en los países europeos fronterizos y un auge del militarismo y el rearme en las grandes potencias. Mientras Rusia está desplegando una fuerza de 190.000 efectivos en Ucrania y fortaleciendo el cerco sobre las principales ciudades del país (comenzando los bombardeos contra sedes del poder político y no solo contra instalaciones militares), las potencias de la OTAN han tomado duras sanciones económicas contra Rusia (como la desconexión del sistema SWIFT de gran parte de sus operaciones y el congelamiento de reservas del Banco Central ruso) y enviado armamento y apoyo logístico al gobierno ucraniano. A su vez, después de haber sido el sector más reacio a las sanciones, Alemania y toda la Unión Europea dieron un giro de 180 grados y hoy se cuentan entre los más entusiastas en tomar medidas contra Rusia. Alemania, bajo el gobierno de coalición liderado por el social-liberal SPD, ha dado un verdadero viraje histórico aprobando el envío de armamento letal a países en conflicto y autorizando un gasto adicional de 100 mil millones de euros en su presupuesto militar, que superaría el 2% de su PBI. También ha desplegado tropas en Lituania, Rumania y Eslovaquia. Por su parte, el Parlamento Europeo ha votado dar pasos en la adhesión de Ucrania a la Unión Europea. Como parte de la política de rearme y mayor intervencionismo militar imperialista, de la que Alemania es el caso más relevante, Suecia anunció la transferencia de armamento antitanque a Ucrania (las regulaciones suecas impedían la exportación de armas a países en guerra, excepto excepciones), Suiza anunció que adoptaría las sanciones tomadas por la UE contra Rusia (rompiendo la neutralidad que mantenía desde 1815), y la UE decidió conjuntamente dar el paso sin precedentes de financiar la compra y entrega de armas a Ucrania por valor de 500 millones de dólares. Aunque por el momento el límite de las potencias de la OTAN es no entrar en un enfrentamiento militar directo con Rusia, cualquier imponderable, sobre todo si el conflicto se prolonga, puede generar una escalada y una ampliación del teatro de operaciones militares.
2- La invasión rusa de Ucrania es una acción claramente reaccionaria, donde una potencia que tiene el tercer ejército del mundo y armamento nuclear invade militarmente un estado fronterizo para imponer sus propias condiciones e intereses. El objetivo de la ocupación parece ser propiciar un “cambio de régimen” en Ucrania imponiendo un gobierno más o menos afín a Putin, ya sea con o sin amputación de parte del territorio ucraniano actual. O, al menos, la aceptación de las demandas rusas por parte un gobierno ucraniano condicionado por la ocupación militar. Toda posición de izquierda o antiimperialista debe repudiar abierta y enfáticamente esta ocupación decidida por el gobierno autocrático de Putin y reclamar el retiro inmediato de las fuerzas militares rusas de todo el territorio ucraniano. A la vez debe alentar entre la población ucraniana que enfrenta la ocupación el surgimiento de una posición independiente del gobierno proimperialista de Zelensky y de las distintas fuerzas nacionalistas reaccionarias, subordinadas a las potencias de la OTAN. Una posición así debe incluir el derecho de autodeterminación para las poblaciones del Donetsk y Lugansk, sin lo cual es imposible superar la actual división de la población entre direcciones que disputan sobre si subordinarse a Putin o a los imperialismos occidentales. En las repúblicas separatistas del este ucraniano también es preciso oponerse a la ocupación rusa, enfrentando la demagogia de Putin que utiliza las justas demandas de la población de origen ruso para sus intereses. En la propia Rusia, ya miles se están movilizando y organizando contra la guerra y sufriendo detenciones masivas, mientras la población empieza a padecer en carne propia el efecto de las sanciones, con la devaluación del rublo y el aumento de la inflación. Distintos analistas sostienen que la acción militar de Putin puede terminar siendo una aventura, al pretender ocupar un país con 44 millones de habitantes, una población mayoritariamente hostil y un territorio que es tres veces más grande que Gran Bretaña. Una decisión política que no es popular en la propia Rusia y que enfrenta la oposición de Estados Unidos y los imperialismos europeos. Contra los distintos nacionalismos reaccionarios y contra el imperialismo, en defensa de todos los pueblos oprimidos y sus derechos nacionales, es imprescindible el desarrollo de la unidad internacional de la clase trabajadora.
3- Como él mismo se ocupa de aclarar, Putin no tiene nada que ver con el comunismo o la izquierda como lo presentan ridículamente los nostálgicos de la Guerra Fría. Al contrario, representa a sectores de las camarillas que impulsaron y se beneficiaron de la restauración del capitalismo en la ex Unión Soviética. Su política hacia los países vecinos se basa en la opresión nacional ejercida por el zarismo o en la llevada adelante por el estalinismo, expresando lo peor del nacionalismo ruso reaccionario. Encarna un régimen autocrático que persigue y criminaliza a la oposición política, ataca los derechos de las minorías, de las mujeres y comunidad LGTB y en la actualidad lleva más de 3000 detenidos en las marchas contra la guerra. Putin aplastó a sangre y fuego los reclamos del pueblo checheno e intervino recientemente en Bielorrusia y Kazajistán para sostener a gobiernos reaccionarios cuestionados por movilizaciones populares. A nivel internacional su intervención fue clave para sostener al régimen sanguinario de Al Assad en Siria, en un proceso que culminó en una guerra reaccionaria sin campos progresivos. Su política de negar los derechos nacionales al pueblo ucraniano está en clara oposición al bolchevismo de los tiempos de Lenin y Trotsky, que defendió en la Unión Soviética surgida de la revolución de octubre el derecho a la autodeterminación nacional, incluso a la separación, de Ucrania y de todas las naciones oprimidas bajo el zarismo. Derecho que consideraban ineludible sostener para lograr la unidad de la clase trabajadora.
4- Por su parte, Estados Unidos y las potencias imperialistas europeas que controlan la OTAN, responsables de numerosas intervenciones y ocupaciones militares a lo largo y ancho del globo (Afganistán, Irak, Libia, Siria y antes los países de la ex Yugoeslavia entre otras), han impuesto duras sanciones económicas que afectan antes que nada a la población civil. Excluyeron algunos bancos y operaciones comerciales rusas del SWIFT (sistema de pagos internacional); prohibieron a Rusia el uso de su espacio aéreo, mientras envían armamento, financiamiento y sostenimiento logístico al gobierno ucraniano de Zelensky. Estados Unidos ha expulsado diplomáticos rusos acusados de hacer tareas de espionaje. En la Unión Europea se han tomado también medidas de censura contra los medios rusos como Russia Today y Sputnik y otras restricciones a las libertades democráticas. De esta manera buscan establecer el monopolio de la prensa para quienes difundan las versiones de los hechos que sostienen los estados de la OTAN: hacen en sus países lo mismo que le critican a Putin en Rusia. A las naciones imperialistas no les interesa la “independencia y la democracia” en Ucrania, como sostienen cínicamente. Aún sin involucrarse por el momento en un enfrentamiento militar directo con las fuerzas rusas, están utilizando la ocupación actual para sus propios fines de rearme militar. Buscan posicionarse para una semicolonización no ya de Ucrania (que bajo la bota del FMI y los imperialismos “occidentales” es uno de los países más pobres de Europa Oriental) sino de la propia Rusia, si los cálculos políticos y militares de Putin resultan errados y este termina barrido por la fuerza de los acontecimientos. Desde la disolución de la Unión Soviética la OTAN duplicó sus miembros en su expansión hacia el este, desplegando tropas y misiles apuntando hacia Rusia. Esto a pesar de las promesas del secretario de Estado James Baker le había hecho a Gorbachov de no ampliar la Alianza Atlántica para que aceptara la unificación de Alemania. Estas mismas potencias propiciaron la política de “cambio de régimen” en Ucrania para traspasar el poder de los oligarcas prorrusos a los proimperialistas occidentales. El derrotero de la Ucrania formalmente independiente, que ha oscilado entre ser vasalla de Rusia o de las potencias imperialistas de la OTAN, mostró la justeza de la afirmación que hiciera Trotsky en 1939 acerca de que la independencia de Ucrania estaba indisolublemente ligada a la lucha por el poder de los trabajadores, conclusión que la ocupación rusa actualiza. La lucha por una Ucrania independiente obrera y socialista implica obviamente la defensa del derecho de autodeterminación nacional para el pueblo ucraniano, a la vez que señala que una independencia real no será conquistada ni por los nacionalistas ucranianos “prooccidentales” ni por los “prorrusos”, sino por un gobierno de la clase trabajadora.
5- Como señalamos, las potencias imperialistas de la OTAN están utilizando la ocupación rusa, que ha generado un justo repudio en gran parte de la población de estos países, para justificar un renovado auge del militarismo. En el caso de Alemania se trata de un “giro histórico”, como lo llamó su canciller socialdemócrata Olaf Scholz, en el intervencionismo militar de esta potencia imperialista. El gobierno “progresista” español moviliza tropas al este europeo y rivaliza con sus aliados conservadores en su retórica pro OTAN. En Francia la prensa se entusiasma por la existencia de una política imperialista europea común. Algunos analistas han señalado que la ocupación rusa favoreció la unidad de una OTAN que venía en crisis. Si bien este ha sido el efecto inmediato, lo que hay es un mayor protagonismo de las potencias europeas, que hoy no es contradictoria con la política estadounidense hacia la ocupación rusa en Ucrania pero que puede serlo mañana. A su vez, toda la industria armamentística está viviendo momentos de jolgorio, al calor del rearme de los distintos estados, algo celebrado por la prensa europea. De nuestra parte nos oponemos abiertamente a esta política reaccionaria e impulsamos un movimiento de repudio al militarismo imperialista en estos países, retomando la mejor tradición del movimiento obrero alemán (“¡Ni un centavo ni un hombre para el militarismo!” decía Wilhelm Liebknecht) antes de la traición de la socialdemocracia cuando apoyó a su propia burguesía en la primera guerra mundial. Decimos con claridad: ¡Abajo la OTAN y toda política de rearme imperialista!
6- Este aumento del militarismo y la llegada de la guerra al corazón de Europa oriental muestran la falsedad de la idea de que la “globalización” neoliberal y el fin de la guerra fría habían abierto una nueva era en la que el poder de los estados se había licuado y las guerras eran cosa del pasado. Después de que se desvaneciera el espejismo de un mundo capitalista regido por una única “hiperpotencia”, el declive del poder estadounidense está a la vista de todo el mundo. La mayor integración de la economía mundial a través de las “cadenas de valor” para la producción industrial y de servicios, así como el sistema financiero y las telecomunicaciones, lejos de disminuir la competencia intermonopólica e interestatal, las han acrecentado. La disputa por porciones del poder mundial -entre Estados Unidos con China y con Rusia, pero también los intentos de una política imperialista más independiente por parte de Alemania y Francia, así como el de Japón por hacerse un espacio en su zona de influencia- hace más inestable toda la situación internacional. Una expresión de estas tendencias es la actual guerra en Ucrania, que puede escalar a enfrentamientos de mayores proporciones, debido a la multitud de contradicciones que condensa. Así como hace dos años la pandemia del coronavirus trastocó toda la situación internacional, hoy la ocupación de Ucrania puede acelerar tendencias que estaban latentes y provocar vuelcos convulsivos en la situación política, incluyendo acciones revolucionarias del movimiento de masas o guerras contra revolucionarias de una escala mayor. Se actualiza aquella definición de Lenin de que vivimos una época de “crisis, guerras y revoluciones”, con crisis que son económicas, pandémicas y climáticas (calentamiento global), guerras que ahora involucran a países europeos y lucha de clases y rebeliones populares que interactúan sobre los elementos anteriores y preparan el terreno para la emergencia de situaciones prerrevolucionarias o revolucionarias en distintos países.
7- Desde la izquierda revolucionaria tenemos que alentar en todo el mundo movilizaciones contra la guerra, que planteen el retiro de las tropas rusas de Ucrania y a la vez denuncien el papel de la OTAN y el rearme de las potencias imperialistas occidentales. Tenemos que batallar por que el repudio a la ocupación rusa que expresan quienes se están movilizando en el mundo contra la guerra, especialmente en Europa, no sea instrumentalizado para favorecer el militarismo y el rearme de las potencias imperialistas. En la propia Ucrania planteamos que la resistencia a la ocupación rusa tome un camino independiente al de la subordinación a la OTAN que predica Zelensky y a que en Rusia la oposición a la guerra sea el punto de partida para terminar en forma revolucionaria con el reaccionario gobierno de Putin (algo que no puede venir del sector burgués opositor liderado por Navalny). Un gran movimiento en todo el mundo contra la guerra actual con estas características sería sin dudas un gran punto de apoyo para el desarrollo de procesos revolucionarios que pongan en cuestión el conjunto del orden imperialista. La unidad internacional de la clase trabajadora, más necesaria que nunca, solo puede desarrollarse a partir de una intervención en los procesos de lucha que están hoy en pleno desarrollo. Los tiempos se están acelerando.
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