Soy marido, soy trabajador, soy hijo y profundamente padre. Hace algunas horas nos hemos enterado de esta tremenda tragedia que golpea duramente a nuestra querida comunidad pilarense. Rodrigo Sosa, de tan solo 11 años, ha sido encontrado muerto. Acompañamos y nos ponemos a disposición de la familia Sosa, en estos momentos tan dolorosos.
No puedo dejar de pensar en Eze, en mi hijo y en todos esos niños de nuestros barrios, que juegan cotidianamente en las calles, en las veredas, en los potreros, en las esquinas, o cuando se trepan en los árboles o cuando andan en sus bicicletas. Porque en los barrios de los trabajadores no hay plazas con juegos acordes para los niños. Nuestros hijos juegan como pueden, en una gran precariedad.
No puedo dejar de pensar, que esa precariedad que nos rodea, mata, ahoga, nos ahorca, nos quema. La precariedad de nuestros salarios que no lleguen a la Canasta familiar, la precariedad de vivir alquilando o vivir hacinado, porque la casa propia es un sueño de terror, la precariedad de no contar con los servicios esenciales, en la era de la revolución tecnológica, la luz y el gas, cloacas son “cosas” que la generación de mis padres dice que jamás las verá.
Podemos desentendernos y creer que la “naturaleza es así”. Yo me niego a pensar así. Porque si nuestras calles estuvieran asfaltadas, nuestras casas con electricidad y gas para calefacionarnos en el enorme frío, porque si nuestras escuelas y docentes tuvieran mayor presupuesto y si en los hospitales hubiesen más de doscientas camas para las más de doscientas mil personas y si los puentes estuviesen planificados o si en Pilar existieran las cloacas, estoy seguro de que nuestros hijos estarían felices jugando en las plazas.
Pero nada de esto ocurre en nuestra querida Pilar. Entonces no quiero hacerme el desentendido, cuando una muerte es evitable y no se evita, tiene responsables, y esos responsables cometen un crimen social.
¡Cuánto más los sectores populares y los trabajadores debemos pagar con nuestras vidas o con la vida de nuestros hijos! Dejamos nuestros días en las fábricas, restándole horas a nuestras familias, nos merecemos una vida mejor, pero es hora de darnos cuenta que los políticos amigos de los empresarios buscan enriquecerse y dejarnos una vida plenamente precaria.
En estas horas de tanto dolor y angustia, nos solidarizamos con la familia Sosa y con todos sus allegados. Quería escribirles a mi querida comunidad para transmitirles este pensamiento.
Un abrazo fraternal a la familia de Rodrigo Sosa y a todas las familias de Pilar.
Juan “el Colo” Sepúlveda. Trabajador de MadyGraf (bajo gestión de sus trabajadores) |