La ofensiva militar de Rusia en Ucrania ha abierto un debate entre los activistas y las organizaciones que se reivindican de izquierda en nuestro país y a escala internacional.
Las corrientes de tradición estalinista o maoísta, chavistas, castristas y otras justifican la invasión a Ucrania, al caracterizarla como una acción defensiva por parte de Rusia ante la expansión de la OTAN sobre su “patio trasero”. Esto las lleva a ubicarse del lado del gobierno de Vladimir Putin, considerándolo como enemigo del imperialismo occidental. Esta postura también la asumieron e hicieron pública los “jóvenes del Morena” del Estado de México, de la que luego se deslindó la dirigencia nacional de su partido.
Lo que soslayan es que Putin no es ningún “antiimperialista”, sino el representante de un régimen bonapartista de una potencia capitalista con influencia regional, al servicio de la oligarquía que se benefició de la caída de la Unión Soviética, que ha continuado la tradición de opresión nacional del zarismo y del estalinismo sobre los pueblos aledaños.
Esto se demostró recientemente en Bielorrusia y Kasajistán, donde el gobierno de Putin intervino para sostener a los reaccionarios gobernantes de estos países repudiados por masivas protestas populares; en tanto que ahora ─a punta de tanques, bombas y metralla─, busca imponer sus intereses con la invasión a Ucrania.
En México, el gobierno de AMLO, como en otros temas, tiene un doble discurso, pues ha declarado que no romperá relaciones con Rusia ni participará de las sanciones en su contra... salvo que sean impuestas por la ONU. Al mismo tiempo, promovió con un discurso pacifista la condena de la invasión a Ucrania en la Asamblea General del organismo internacional, pero permitirá ¡por primera vez en la historia de nuestro país! que fuerzas armadas de Estados Unidos realicen ejercicios militares en territorio mexicano.
¿Guerra interimperialista?
Las organizaciones que participamos en el foro del 5 de marzo coincidimos en repudiar claramente la invasión de Rusia a Ucrania y la guerra entre ambos países por considerarla reaccionaria. El 26 de febrero realizamos un primer mitin en contra de la guerra en la embajada de Rusia en la CDMX, que luego se trasladó a la embajada de Estados Unidos, por el fin de la guerra, contra la invasión rusa y la injerencia de la OTAN.
Algunas, como Alternativa Socialista (AS) y el Grupo de Acción Revolucionaria (GAR), consideran que se trata de una guerra entre dos bandos imperialistas, desatada por la amenaza de incluir a Ucrania como miembro pleno de la OTAN. Esto tuvo como respuesta de Rusia la invasión a Ucrania, detrás de la cual no solo estaría la oligarquía rusa, sino también China. Manifestándose así dos grandes bloques imperialistas en disputa, como parte -según AS- de una “nueva guerra fría”.
Sin negar que en esta guerra están involucrados los intereses geopolíticos de las potencias ─como las de la OTAN y Rusia, que se resiste a ser cercada por la Alianza Atlántica─, esta interpretación resulta inconsistente.
Primero porque no se trata de una “guerra fría” (es decir, de una disputa basada en la contención armada, permeando a la vez la política de “coexistencia pacífica” con el imperialismo que tuvo el estalinismo), sino de una “guerra caliente”, es decir de un conflicto bélico, por el momento restringido al territorio ucraniano, con alto riesgo de ampliarse pero cuyos alcances aún están por verse.
Si se tratara ya de una “guerra interimperialista” abierta estaríamos hablando prácticamente no de una nueva “guerra fría” sino de una nueva “guerra mundial”, que podría involucrar armas atómicas, lo que no coincide con los hechos hasta el momento y es lo que los socialistas buscamos evitar como escenario catastrófico para la humanidad, apelando a la movilización masiva de la clase trabajadora a escala internacional.
Una cosa es que la guerra en Ucrania exprese una tendencia a mayores enfrentamientos entre las potencias ─que pueden llegar a transformarse en conflictos bélicos─ como posibilidad inscrita en la situación mundial actual, que reactualiza cada vez más la definición leninista de la época imperialista como una “época de crisis, guerras y revoluciones”; y otra es que un conflicto de este tipo ya esté sucediendo. Algo que por el momento ni la OTAN ─que se ha negado a intervenir directamente para defender a Ucrania, aunque la provee de armas─, ni Rusia y menos China, parecen desearlo en lo inmediato.
Por otra parte, definir a Rusia lisa y llanamente como “imperialista” soslaya el retroceso histórico que provocó la restauración capitalista en la estructura socioeconómica de ese país, que exporta principalmente gas, petróleo y materias primas, no capitales, lo que lo distancía de la definición marxista clásica del imperialismo, que considera de manera integral los aspectos económicos, políticos y militares de las formaciones sociales, pero sin separarlos nunca de su base material.
Esto no impide que su arsenal le permita a Rusia actuar como una potencia militar en su zona de influencia e intervenir de forma reaccionaria en otros países, como Ucrania. De ahí que organizaciones como la Agrupación de Lucha Socialista (ALS) definan a Rusia como un “imperialismo emergente”.
¿Guerra contrarrevolucionaria?
Para el compañero de La Marx que participó en el foro se trata principalmente de una guerra contrarrevolucionaria y colonial contra los trabajadores y los pueblos de Europa del Este, que va más allá de Ucrania. Según él, la principal motivación de Putin para invadir sería frenar el desarrollo de la lucha de clases en ese país, donde se venían dando huelgas del magisterio y los mineros, protestas de la diversidad LGBTI+, y otras, para evitar un escenario como el de Kasajistán. De acuerdo con su discurso, se trataría de una intervención de contenido similar a la que tuvo Rusia en Siria, para sostener al gobierno de Al Assad contra los kurdos. Desde esta perspectiva, habría que estar “con todo” con la resistencia del pueblo ucraniano en contra de la invasión.
El problema de esta interpretación es que soslaya casi por completo la política expansionista de la OTAN y el papel subordinado a ella del gobierno de Zelenzki, que está recibiendo armas de dicha organización imperialista para “resistir” a la invasión. Así como las sanciones económicas contra Rusia, que afectarán sobre todo a los trabajadores y el pueblo de ese país, y el rearme que, con el pretexto de la guerra en Ucrania, están impulsando las potencias imperialistas.
Aunque el compañero de La Marx afirma que su posición “no significa apoyar al gobierno ucraniano”, en la página de FB de su agrupación se pronuncian por la autodeterminación del pueblo ucraniano, planteando que “después ajustaremos cuentas con Zelenzky”, dejando de lado que para lograr una verdadera autodeterminación hay que enfrentar desde ahora, con una política independiente, a las direcciones que quieren subordinar a Ucrania a alguna de las potencias en disputa.
Por más que en su ponencia el compañero haya planteado que eventualmente los trabajadores y las masas ucranianas deben “voltear las armas contra su propia burguesía”, los ejemplos que dio sobre cuál puede ser la dinámica del conflicto (como los de Siria o Irak), expresan su visión de que es posible luchar efectivamente en el conflicto actual ─en medio de las políticas que están llevando adelante tanto la OTAN como Rusia─, por el derecho a la autodeterminación de Ucrania sin necesidad de contar con una política y una dirección obrera y socialista independiente, lo que solo puede reforzar a direcciones burguesas o pequeño burguesas que nunca lucharán consecuentemente por los intereses obreros y populares.
Por una política independiente de la OTAN y de Putin para enfrentar la guerra
Para el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas (MTS), integrante de la Fracción Trotskista─Cuarta Internacional, es necesario repudiar la invasión de Rusia a Ucrania y la injerencia de la OTAN. La defensa del pueblo ucraniano solo puede darse a partir de plantear que ésta debe ser independiente de los agentes del imperialismo, como Zelenzki, que está siendo armado por la OTAN, ya que esto no lleva a ninguna autodeterminación sino a un mayor sometimiento.
Sobre el terreno, eso implica impulsar la autoorganización y la autodefensa obrera y popular, sin subordinarse al mando militar del gobierno ucraniano; rechazar la intromisión de la OTAN; buscar la confraternización entre los soldados ucranianos y rusos; reconocer el derecho a la autodeterminación de la población del Donbás; llamar a los soldados y al pueblo rusos a frenar la invasión, enfrentando a su propio gobierno. Estamos convencidos de que una Ucrania libre e independiente solo será posible a partir de conquistar una Ucrania obrera y socialista.
En el resto del mundo debemos movilizarnos contra la guerra, denunciando la hipocresía y el rearme imperialista. En México, las izquierda independiente junto a las organizaciones obreras, estudiantiles y populares, debemos exigir que ni una gota de petróleo más se entregue al imperialismo y oponernos a que las fuerzas armadas yanquis pisen nuestro territorio.
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