A Víquez lo expulsaron de la iglesia en 2019 cuando salieron a la luz las 4 acusaciones en su contra y se fugó con ayuda de las autoridades eclesiásticas del país, estuvo en Panamá y en México pero utilizó redes sociales y por eso lo encontraron y extraditaron el año anterior. Hoy se realizó el juicio contra Víquez, pero se suspendió nuevamente.
Como no fuera suficiente el hecho de que mediante la misma iglesia lograra encontrar asilo, medios de subsistencia y anonimidad, un juzgado en Desamparados estimó en octubre que “por extinción de la acción penal por prescripción” a Víquez se le debían reducir los cargos de 64 delitos a 5.
Vamos a detenernos un momento para explicar qué delitos considera el sistema judicial que prescribieron, por los que Víquez nunca será juzgado: a) 18 delitos de abuso deshonesto y 1 violación agravada en perjuicio de Rodríguez Solera. b) 19 delitos de abuso sexual agravado, 6 delitos de difusión de pornografía y 1 delito de violación en perjuicio de Vengas Abarca. c) 10 delitos de abuso deshonesto y 4 de abuso sexual en perjuicio de Muñoz Quirós. Deberían al menos ahorrarse el cinismo y decir con claridad que a Víquez no se le juzgará porque sus víctimas eran niños y niñas.
Ésas mismas tres personas presentaron una demanda civil contra el Arzobispo José Rafael Quirós, por que conocía de los abusos realizados por Víquez durante los diez años en que sucedieron (1993 - 2003), no tomó ninguna acción y además alertó al cura sobre las denuncias que se presentaron en su contra dentro de los mecanismos de la propia Iglesia Católica, para finalmente ayudarlo a escapar.
La denuncia contra el Arzobispo, cuyo juicio está programado para este viernes 25 de marzo en los tribunales de San José, incluye un reclamo por 300 millones de colones, 100 para cada víctima. Señalan que la iglesia Católica ha sido "permisiva, complaciente y cómplice". Se realizarán juicios por separado, a pesar de tratarse del encubrimiento de los delitos del mismo cura.
El siniestro procedimiento para encubrir no es nuevo, así se comporta la Iglesia Católica con todas sus víctimas. Además cuenta con la complicidad de las instituciones judiciales. Incluso en uno de los casos donde hay más cobertura mediática -al tratarse de figuras de alto rango en la iglesia- consiguen un tratamiento distinto, con ventajas como que el dinero del Vaticano te ayude a esconderte o que la prensa brinde espacio a los llamados de los abogados defensores por “proteger la salud” de Víquez. Muy poco importa la salud de las víctimas que abusó durante 10 años.
Contrasta muchísimo con casos que hemos visto recientemente en la prensa, donde un docente con señalamientos de tocamientos a estudiantes fue objeto de un intento de linchamiento, luego de que las mismas autoridades policiales indicaran a los padres de familia que “no podían hacer nada” al respecto.
La única diferencia en términos del comportamiento de las instituciones es la ubicación social y política de éstas dos personas, ambas han cometido ofensas pero el cura Víquez -acusado de violación agravada por 4 personas- cuenta con la protección del Estado, la policía, los juzgados y las poderosas billeteras eclesiásticas. El docente sencillamente no cuenta con ésas condiciones, al igual que cualquier otra persona de clase trabajadora. ¿Por qué es necesario hacer ésta diferencia?
Porque para combatir y derrotar al gigante no se puede confiar en sus cómplices y protectores. La justicia frente a la violencia patriarcal y para las víctimas de los abusos de los curas no vendrá de la mano de los jueces, los policías que mandan a la gente a cometer agresiones, ni de las instituciones que siguen dándole un peso político importante a una organización religiosa corrupta y llena de agresores pedófilos. Un camino superador de las relaciones sociales burguesas y patriarcales es la salida, que se ponga como objetivo barrer con el sistema de raíz.
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