Nacido en São Paulo, en 1957, Guilherme Zarvos se destacó, desde la década de 1990, como agitador y promotor cultural de la movida artística de Rio de Janeiro. Junto al poeta Chacal y otros, fundó, en la ciudad carioca, el CEP 20.000 (Centro de Experimentación Poética), desde donde se concentró y generó una enorme cantidad (y calidad) de actividades literarias y poéticas, teatrales y de artes plásticas y visuales. (Asimismo, el CEP promovió diversos eventos y actividades en otras ciudades: Fortaleza, Ouro Preto, São Gonçalo, Rocinha y Buenos Aires.) En Argentina la editorial Mansalva tradujo y publicó en 2008 Zombar –una nouvelle acompañada del relato “Cantata constante”–, y se encuentra en preparación la publicación de otro libro, por el mismo sello, con dos trabajos: Ensayo de pueblo nuevo y Morir.
En un intercambio por e-mail, conversamos acerca de su biografía, sus trabajos y diversas cuestiones literarias.
Guilherme ¿cuándo surgió tu relación con la escritura (edad, lecturas, etc.)? ¿Cómo empezaste a escribir?
La publicación de mis escritos y posteriormente de poesía fue, visto ahora, a los 58 años, un proceso de cura… interpretaciones libres de poeta, de filósofo. Un proceso de utilización de las flaquezas y debilidades como fuerza. Lo natural de mi vida sería el trabajar con la Política… En el libro Branco sobre branco [Blanco sobre blanco] explico que la imposibilidad –recordemos las Cartas a un joven poeta [de Rainer Maria Rilke]– de no escribir es lo que me llevó a escribir…
Hasta 1973, en Brasil, la homosexualidad era considerada una enfermedad, como en los Estados Unidos; las dos únicas Sociedades Psicoanalíticas, fuertes, todavía tenían la visión del “núcleo psicótico agudizado” para [calificar] el deseo de dos iguales en género. Y en Brasil, adoraba la granja y el campo y leer y oír el campo… Pero mi padre nunca aceptó ninguna posibilidad de que yo sea gay, ni mis primeros psicólogos… En análisis, el proceso es diferente, pero mi deseo se unió a la política y a la tierra, y lentamente fui cambiando y la poesía tomó mi espacio mental, lo que viene ocurriendo desde hace tanto tiempo, desde el inicio del CEP, pues había, entre pares poetas, el desafío de que escribiese poesía después de los libros de prosa… y en una maestría, mezclé. Ensaio de Povo Novo [Ensayo de pueblo nuevo], libro de 1995 (que espero que a [Francisco] Garamona [de Mansalva] le guste), es la mixtura y la explosión del género, dentro de ellos y de todo lo escrito.
En Branco sobre branco hablás, como un “antecedente” del CEP, de los años ‘50 y ‘60, y de TCA. ¿Podés comentar un poco este “linaje” y esa época?
TCA es el nombre de la periodista Thereza Cesario Alvim, mi madre, que tuvo a lo largo de toda su vida épica la resistencia de creer en la libertad. Mi madre se separó de mi padre, que era agricultor, y sólo lo vi cuando tenía ocho años… Cuando tenía dos años salimos, ella y cinco de nosotros, hacia Rio de Janeiro, donde ella se convirtió en una periodista vanguardista. Había poquísimas periodistas en Rio, que firmaran en materia de cultura y de política, y fue perseguida y presa junto con mi hermano en 1973, los dos, durante algunas semanas (ambos sin participación en la lucha armada). Otros en las mismas condiciones terminaron muertos, de ahí que se le agradezca al Destino… Hablo de los años ‘50 como un momento en que el Brasil tenía gente como Darcy Ribeiro, Celso Furtado, Oscar Nyemayer, Guimarães Rosa, Hilda Hilst, Nelson Pereira dos Santos y luego vinieron Glauber, Caetano, Gil y Chico, y el endurecimiento, en el ‘68, de la dictadura, que estancó la capacidad de resistencia de los creadores. Pero el Brasil aún artísticamente estaba con posibilidades: ahí veo a Hélio Oiticica, que se fue para Nueva York y creó posibilidades que, pese a su muerte prematura, para mí produce sentidos hasta hoy.
Y entre las producciones escritas actuales, ¿quiénes te gustan? Pienso en João Gilberto Noll, en Ricardo Lísias, en Ferréz, en Marcelino Freire…
Los tres escritores que me gustan, por edad, Dalton Trevisan, João Gilberto Noll y Marcelino Freire, mixturan estilos narrativos y los ubico dentro de la prosa poética, así como un libro de narrativa larga: el maravilloso A Fúria do Corpo [La furia del cuerpo] de Noll. Y Cidade de Deus [Ciudad de dios] debe ser lo único de Paulo Lins; no vino acompañado de producciones tan buenas en los libros posteriores… y sin embargo Paulo demostró que tiene un lugar en las grandes narrativas. Basta con recordar Don Quijote, genialmente fragmentado…
Menciono a Gerardo de Mello Mourão, autor de Os Peões [Los peones], poeta increíble, ya fallecido, que murió como periodista en China y consiguió que Os sertões [Los sertones], de Euclides da Cunha, libro que no puede ser más lineal, fuese traducido… un amigo suyo lo leyó y comentó…. Qué brillante poema épico.
La búsqueda de lo épico es válida, así como todos los géneros, pero la magia de la que ya hablaba Benjamin, en lo moderno, o lo que hace Roberto Corrêa dos Santos en su Invocações [Invocaciones], debe tener el movimiento de la Playa y no la seducción del Mercado.
Sobre Ferréz te digo que lo leo mucho y llevo muy en serio esas lecturas… es paulista y un escritor “marginal”, aunque esto no debe buscarse por región o morada… Es por la escritura y la libertad, al igual que el caso de Henry Miller o como fueron los beatniks, por ejemplo, en los años ‘50 de Norteamérica.
Tu primer libro publicado, Beijo na poeira, es de 1990. Y es “de narrativa”. Otros libros tuyos son de poesía, y otros, de “prosa poética”. ¿Cuál es la relación o la combinación que te proponés hacer entre estos (y otros) registros?
Los tiempos de la escritura narrativa, de la poesía canonizada y de lo que hago actualmente viene influenciado por convivir, desde el final de los ’90, con artistas plásticos. Su capacidad de síntesis alejaron de mí el deseo de contar una “gran narrativa”… Sólo me interesa la narrativa que sea de tradición épica-burguesa, que para mí viene de Balzac.
Cada vez más me intereso mucho por la edad, proyectos de marihuana y bebida, y cualquier cosita que impida que regrese el escrito “de gran aliento” sin que sea más que un pastiche…
A propósito de los 25 años del CEP 20.000 ¿qué podés destacar, entre la gran cantidad de artistas y obras? ¿Cuáles son tus trabajos actuales?
Destaco a Ernesto Neto, Laura Lima y Jarbas Lopes: abren caminos; son artistas plásticos… pero siento la falta de gente como Cucurto, Cecilia Palmeiro, Garamona y Fernanda Laguna… estos simbolizan posibilidades de las que en Brasil hay poco, y doy un buen ejemplo con Sergio Cohn, poeta y editor, para no quedarnos más en la mierda de la ignorancia y el conservadurismo en todos los géneros.
He convivido con escritores desde que tengo entendimiento, con gente que me dio la posibilidad de leer lo nuevo… Mi dificultad de convivencia con los caretas me llevó hacia la poesía y estoy finalmente llegando a los sesenta, feliz.
Lanzo el día 2 de septiembre el libro Olho do Lince [Ojo de lince], y voy a llevarles a nuestros amigos… espero que les guste. |