Los liberales y algunos diputados de Juntos por el Cambio proponen dolarizar la economía para frenar la inflación, aun cuando no hay reservas suficientes. Sin aclarar cómo pretenden llevarlo a cabo y quiénes pagarían los costos, la experiencia en países como Ecuador mostró que se trata de una medida que profundiza la dependencia, el atraso y la crisis social.
La constante suba del nivel general de precios ha sacado a relucir ideas rimbombantes, primero fue la “guerra contra la inflación” de Alberto Fernández que aún no muestra resultados claros y por eso termino apelando a una descabellada teoría de la “inflación autoconstruida”. El radical Alejandro Cacace (JxC-Evolución) presentó este lunes un proyecto para dolarizar la economía y así eliminar la inflación. "Establécese el dólar de los Estados Unidos de América como moneda de curso legal de la República Argentina", se lee.
Esta propuesta en las condiciones actuales, implicaría primero una devaluación cercana al 100%, las consecuencias sólo adelantan mayor decadencia, y una disparada en los precios. Según se lee en el proyecto se fijará el tipo de cambio de conversión entre el peso y el dólar como un "cociente entre los pasivos monetarios y no monetarios del Banco Central de la República Argentina y las Reservas Internacionales". El economista Alfredo Zaiat –con quien hemos tenido muchos contrapuntos- señalaba en un artículo en Página 12 que “algunas estimaciones calculan esa paridad casi en 200 pesos. Hoy el tipo de cambio oficial se ubica en 110 pesos, cotización principal para la actividad productiva y el comercio exterior. Esa conversión entonces implicaría una fortísima devaluación.” Para luego “congelar los ingresos de trabajadores y jubilados en esos deprimidos niveles.”
En la historia económica argentina podemos hallar en los noventa un experimento neoliberal que significó la dependencia absoluta de la política económica a los intereses de los EEUU que fue la Convertibilidad, a partir de la cual toda emisión de pesos debía estar respaldada por igual disponibilidad de dólares en el Banco Central. Un tipo de cambio fijo en el cual el Gobierno argentino se comprometía a mantener la paridad un peso por dólar, su creador fue Domingo Cavallo.
Para mantener esa paridad se necesitan dólares, que son emitidos por la Reserva Federal de los EEUU. Por este motivo, la Argentina estaba obligada a "conseguir" esos dólares, los mecanismos para hacerlo consistían en lograr una balanza comercial y/o de capital superavitaria y aumentar el endeudamiento externo. Aunque en una primera etapa ingresaron capitales, de conjunto la balanza comercial fue deficitaria y el sostenimiento de la Convertibilidad recayó en el sobreendeudamiento externo. Durante la primer mitad de la Convertibilidad (1991 - 1995), las privatizaciones de empresas públicas facilitaron un mayor endeudamiento externo, y junto con el Plan Brady permitieron el sostenimiento momentáneo del tipo de cambio fijo.
Una economía atrasada y dependiente como la Argentina, sin restricciones al movimiento de capitales tal como sucedió en los noventa, sufriría enseguida el impacto de las distintas crisis que comenzaron a aparecer en el mundo. Primero fue el llamado “efecto tequila” en México, después los tigres asiáticos, Brasil, Turquía, para finalizar en la crisis de 2001 donde la historia ya es tristemente conocida. El resultado al cabo de diez años de priorizar los intereses financieros y especulativos, fue la debacle de la industria nacional (con la consecuente suba de importaciones), y una tasa de desempleo y de pobreza en ascenso. El haber "controlado" la inflación fue a costa de grandes padecimientos sobre los trabajadores y sectores populares.
¿Qué efectos podría tener una dolarización de la economía?
Ante la creciente inflación que este año podría superar el 50% y sigue pulverizando los salarios, la propuesta de dolarizar la economía argentina revive el fantasma de la Convertibilidad -aunque se presenten matices- es más de lo mismo. Algunos de sus defensores, como Milei, no dicen nada acerca de cómo pretenden llevarlo a cabo ni tampoco de dónde van a sacar los dólares necesarios para que estén disponibles en todas las transacciones. Casi sin reservas en el Banco Central y con niveles de endeudamiento externo insostenibles, la receta de acudir al billete norteamericano, es inviable y sólo puede entenderse como un ataque al pueblo trabajador.
La dolarización nos impondría aún más restricciones que el "1 a 1", la política monetaria se vería fuertemente disminuida ya que el establecimiento del tipo de interés doméstico estaría fuertemente condicionado por las decisiones de la Reserva Federal de los EEUU. Algunos de sus defensores aprovechan y plantean también la disolución del Banco Central (aunque esto no es un requisito necesario para la dolarización), renunciando a la soberanía monetaria que quedaría bajo manejo y control de los EEUU. Así lo afirmó Javier Milei, quien incluso propone llevar adelante un referéndum.
El mayor impacto sucedería en el "mercado" laboral. Ante la imposibilidad de utilizar la política monetaria como una "barrera" a los shocks externos, toda variación de ciclo o fluctuaciones en EEUU afectarían más rápidamente y con mucha más intensidad en nuestro país. Dado el atraso productivo - con una fuerte dependencia en las exportaciones de commodities - de la economía argentina esos ajustes sólo se lograrían a través de una mayor recesión, aumentando de esta forma la tasa de desempleo.
Por ejemplo, con la actual suba de las tasas de la FED que se mantendrá en 2022 y 2023, el efecto directa de esa política contractiva golpearía el nivel de actividad económica. Esto abre la puerta a un nuevo proceso de desindustrialización; la apertura económica y una economía dolarizada podría traducirse en un cierre masivo de fábricas y empresas nacionales.
Algo que los libertarios no dicen con claridad, es que la dolarización traería bajo el brazo una profunda reforma laboral y un ajuste brutal. La brecha existente en términos de productividad del trabajo entre Argentina y Estados Unidos, implicaría una mayor precarización y flexibilización laboral junto con la pérdida de derechos por parte de lxs trabajadorxs, dado que la vinculación con el dólar significaría para muchos sectores productivos de la economía argentina una competencia directa con el exterior. Milei reconoció en una entrevista en La Nación+ que es necesaria una flexibilización laboral. En esto coinciden los directores del FMI que en el comunicado publicado el pasado viernes sugerían avanzar en las “abordar las barreras regulatorias a la productividad”.
Tal es así, que desde el think tank Libertad y Progreso ya están proponiendo junto con la dolarización, un programa económico que suprimiría los acuerdos salariales por actividad para reemplazarlos por los de empresa y la eliminación de la indemnización para convertirla en un fondo de desempleo.
Dolarizar también vendría acompañado de una reducción del sector público, es decir, despidos de empleados estatales, la eliminación de la asignaciones universales, o avanzar en una reforma previsional, entre otros.
Dolarización: una receta que garantiza una mayor crisis social
Pensar la dolarización y el conjunto de medidas que proponen los defensores del libre mercado, no puede ir desligado de mirar hacia atrás buscando experiencias previas. ¿Cuáles fueron los resultados? ¿Quiénes ganaron y quienes perdieron?
En América Latina sólo dos economías pequeñas avanzaron en dolarizar sus economías: Ecuador (2004) y El Salvador (2000). Los resultados están a la vista, la dolarización no sirvió para alcanzar el desarrollo económico o la estabilidad que tanto pregonan sus defensores y sí en cambio se mantuvo la dependencia con el exterior, mientras empeoraban las condiciones materiales de las mayorías populares.
Ecuador atravesó un proceso de auditoría y suspensión de pago de su deuda entre 2007-2008, aún así luego terminó recurriendo al FMI en el período 2019 – 2021. Previo a la pandemia se desataron masivas movilizaciones del pueblo ecuatoriano enfrentando los planes de ajuste del Fondo.
Mientras en El Salvador están ensayando una "salida" con la adopción de las bitcoins como moneda de referencia, su economía depende principalmente de las remesas que ingresan del exterior.
Frente al acuciante efecto de la inflación sobre los ingresos populares, los libertarios y algunos referentes de Juntos por el Cambio se inscriben con su propuesta de dolarización en las nefastas ideas que profundizaron la decadencia nacional. Tal como sucedió con el Rodrigazo, la liberalización financiera de la última dictadura o la Convertibildad; la dolarización no llega para resolver nuestros problemas sino todo lo contrario.
Al mismo tiempo el Frente de Todos se ha mostrado incapaz de avanzar en un plan anti inflacionario que cuestione las ganancias de las empresas alimenticias, o de los especuladores del agropower. Insisten con avanzar en acuerdos de precios que hasta el momento fracasaron, los alimentos en los primeros 2 meses del año acumulan una suba de 12,8%. No quieren aplicar medidas de fondo, al mismo tiempo que el acuerdo de sometimiento con el FMI necesita una inflación alta (entre 38% - 48% este año). Para ponerle un freno a la suba de precios es preciso aplicar medidas de emergencia como el control efectivo popular de usuarios, aumentos salariales, el desconocimiento soberano de la deuda junto con la nacionalización del comercio exterior y la banca para frenar la fuga de dólares y la especulación financiera. Medidas de este tipo, son la base para tener una moneda fuerte y estable que no se hunda frente al dólar.