Esto ante la derogación del Título 42 (herramienta con la que se han hecho expulsiones masivas en la frontera sur entre E.E.U.U. y México impulsada primero por el gobierno de Donald Trump), pues se espera un alza del flujo migratorio para mayo.
Contexto
El 1 de abril, autoridades de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) confirmaron que la llegada de migrantes a territorio estadounidense ya no compromete la situación de emergencia sanitaria derivada del Covid-19, “la orden que suspendió el derecho de los inmigrantes a entrar en Estados Unidos ya no es necesaria”.
Se implementó esta orden por la situación sanitaria, “no para desfavorecer la migración” según el secretario de Seguridad Nacional estadounidense, Alejandro Mayorkas.
Pero si no es para desfavorecer la migración, entonces, ¿por qué se expulsaron a más de 1.7 millones de migrantes? O ante el aumento en la llegada de migrantes, ¿por qué las autoridades estadounidenses planean reforzar la Border Patrol, implementar nueva tecnología y crear nuevas instalaciones? No nos creemos sus mentiras.
Más represión
Las instalaciones nuevas no son para “evitar hacinamiento” como presumen; seguirán funcionando como siempre lo han hecho: espacios helados que parecen congeladores, sin apoyo médico digno, donde se separan familias y encarcelan a menores de edad.
Pondrán todos los recursos a disposición de las agencias -además de la patrulla fronteriza, la oficina de Operaciones de Campo, la oficina de Inteligencia y Coordinación de las Operaciones- incluida tecnología de monitoreo en tierra y drones.
Pero no sólo será Estados Unidos quien se preocupe por frenar la entrada de migrantes, también anunciaron la colaboración con otros países, entre ellos México. La subordinación a Estados Unidos se ha profundizado con el paso de los años y un reflejo de esto es el papel de la Guardia Nacional como continuación de la Border Patrol del otro lado del muro hasta la frontera sur del país mexicano.
Contradictoriamente, anunciaron que se buscará desarrollar y utilizar nuevos enfoques en el uso de las redes sociales para “educar y advertir a los migrantes lo peligrosos que son los traficantes de personas, los cuales están asociados con cárteles que facilitan los viajes clandestinos a Estados Unidos”.
Mientras desarrollan programas para redes sociales —lo cual no tiene mucho sentido porque la mayoría de las personas migrantes, si sí cuentan con un dispositivo electrónico, no cuentan con datos la mayoría del tiempo ni interés por ese tipo de información—, los y las migrantes necesitan salir de sus países en busca de mejores condiciones de vida.
La gente que cruza sin papeles oficiales sabe cuáles son los problemas que pueden enfrentar en su largo viaje: las eternas caminatas, la falta de alimento e higiene, las enfermedades, la violencia, pero sobre todo la violencia ejercida por la policía y el ejército, quienes reprimen, agreden y separan familias, violan mujeres y criminalizan a la juventud, así como de las instituciones como el Instituto Nacional de Migración.
Por una vida que merezca ser vivida
El alza del flujo migratorio no sólo responde a la derogación del artículo 42, sino también a las terribles condiciones en las que viven en sus países de origen. Cada vez son más los y las menores de edad que viajan sin acompañamiento porque la violencia, la pobreza, el acceso limitado a los derechos sociales, como a una educación integral afecta la vida de las niñas, niños y adolescentes de Latinoamérica y les obliga a salir hacia otros países para mejorar sus condiciones de vida.
Por eso, no sólo es necesario el paso libre a cada migrante que desea cruzar fronteras, visas permanentes para quien la necesite, trabajos dignos para quien llegue a su destino; también es necesario y urgente arrancar el problema de raíz.
Los gobiernos de Biden y AMLO sólo se pintan de izquierda cuando en realidad continúan con una política represiva a las y los migrantes.
Que la violencia, pobreza y precariedad de vida que mueve a miles y millones de personas a salir de sus países, cese.
Que la intervención del ejército en ambos lados de la frontera sea completamente cancelada. No necesitamos un brazo armado que sirva únicamente para defender la propiedad privada de los capitalistas mediante la represión y la violencia.
Sólo será posible mediante la unidad de la clase trabajadora sin importar de dónde. Una organización amplia en las calles junto a las organizaciones que se reivindiquen democráticas y defensoras de derechos humanos, junto a los y las jóvenes precarizadas o que estudian. Contra el racismo, la xenofobia y la opresión.
Por una vida que merezca ser vivida. |