El IPC de los 19 países de la UE ha escalado hasta el 7,5% en marzo, según las estimaciones de la oficina estadística Eurostat.
La inflación sigue una tendencia en alza como parte de los efectos de la guerra en Ucrania, las sanciones a Rusia y las crisis de suministros. En febrero se elevó hasta el 5,8%, y esta semana ya es 1,6 puntos más alta. Lo que representa el cuarto registro histórico consecutivo para la zona euro desde que la creación del euro en 1999.
Uno de los principales factores que impulsan el alza es el precio de la energía con una subida del 44,7% interanual en marzo. Esta ya era una tendencia desde hace varios meses, pero ha empeorado con la guerra. Actualmente, Rusia aporta en torno al 40% del gas que importa la UE y el precio de este ha escalado. Además, los alimentos, el alcohol y el tabaco suben el 5%, entre los que destacan aquellos alimentos sin procesar, con un alza del 7,8%. Mientras, los bienes desvinculados de la industria energética suben un 3,4%.
En Alemania la subida de precios llega al 7,6%, teniendo que remontarse 40 años atrás para encontrar una cifra semejante. En el Estado español la inflación interanual crece un 9,8%, una cifra que no se alcanzaba desde mediados de la década de 1980.
Entre los índices más elevados, destacan los países limítrofes con Rusia: Lituania (15,6%) y Estonia (14,8%), Países Bajos (que llegó al 11,9%, casi 5 puntos porcentuales más respecto a febrero) y Letonia (11,2%). Cifras más bajas se han notado en países como Malta con un incremento del 4,6% y Francia con el 5,1%.
El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, advirtió que la inflación seguirá subiendo, aunque confía en que “tocará techo en dos o tres meses”.
Estas son consecuencias directas de la guerra y de la política de sanciones aplicadas contra Rusia. Estas están impactando negativamente sobre los trabajadores y el pueblo ruso, con la caída del rublo y el aumento de la inflación. Pero también están volviendo como un bumerang sobre la economía del resto del mundo. En el caso de los países europeos, los gobiernos ya están pidiendo “sacrificios” a su población para enfrentar las consecuencias de la crisis, mientras se niegan a tocar los enormes beneficios de las empresas de energía y las grandes multinacionales agroalimentarias.
La lucha contra la inflación, contra la carestía de la vida y por aumentos salariales de acuerdo con la inflación real pasan a primer plano, junto con otras medidas como la estatización bajo control obrero de las empresas de energía. Medidas para que la crisis de esta guerra no la vuelvan a pagar los trabajadores en diferentes países. A su vez, esta lucha debe ligarse a combatir el rearme imperialista de los gobiernos, que están destinando miles de millones de euros a fortalecer el aparato militar de los Estados imperialistas. |