Guillermo Martínez es escritor, entre sus novelas más conocidas están Crímenes imperceptibles o La muerte lenta de Luciana B. Su novela Los crímenes de Alicia ganó el Premio Nadal en 2019. Recientemente publicó La última vez (Planeta) y sobre esa novela queremos conversar.
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· Tu nueva novela La última vez explora un tema presente en la literatura, sobre todo entre quienes escriben, el éxito y el prestigio, el reconocimiento de los lectores o de la crítica. ¿Cómo es tu relación con eso?
“Me llevé de diferentes maneras a lo largo de mi vida, viví hasta los 22 en Bahía Blanca, veía a mi papá que enviaba sus cuentos a certámenes literarios, la idea de publicar no le cruzaba por la cabeza e imaginaba que me iba a pasar lo mismo pero escribí desde muy chico”.
“Finalmente la publicación de mi 1er libro fue a los 25 años, un momento bisagra para cualquier escritor porque ahí se demarca quién quería solamente publicar un libro y quién quiere seguir escribiendo”.
En el corazón de tu novela está la historia de un escritor y sus dilemas, pero también hay personajes del mundo literario y editorial. ¿Tiene algo de “ajuste de cuentas” amistoso esta decisión?
“La crítica fue bastante benévola conmigo, sí noté en los ‘90 esos resortes de poder con los que yo no contaba, yo venía del mundo de la ciencia, que no depende de la aprobación de los demás. Me sorprendían esos resortes del mundo detrás de bambalinas”.
“Una novela se desnuda en las primeras 20 páginas, una persona que ha leído se da cuenta en lo inmediato: descifrar el fraseo, la relación con la literatura, la densidad de ideas”.
“Yo creo un personaje en la novela, lo que para mí deberían ser los críticos, un demonio de sutileza, alguien capaz de entenderlo todo, de decirlo todo, que no está sujeto a ningún vaivén, que no teme decir la verdad”.
Rescatás el personaje de una agente literaria, inspirado en Carmen Balcells, que representó a muchos escritores del boom latinoamericano. ¿Hay algo de esos años que sería bueno recuperar?
“El personaje de Carmen Balcells fue extraordinario en muchos sentidos. Ella cambió las reglas del juego del mercado editorial. Antes de ella, los derechos de autor eran de por vida; es decir, el autor cedía los derechos para toda su vida. Fue ella la que logró que se pusiera un límite y la posibilidad de que el autor cambiara de editorial, que rescatara sus derechos. El gran poder que tuvo, lo usó siempre para beneficio de los autores. En ese sentido, sí, a mí me gustaría que el peso de los agentes [literarios] se pareciera al que logró Balcells”.
“En la época actual hay una especie de autocensura previa por una cantidad de temas que se considera que no hay que tratar, que no conviene tocar y finalmente los editores no se animan a publicar ciertos libros, autores, etc.”.
En La última vez hay muchísimas referencias literarias. ¿Cómo trabajas con este tema?
“De una forma u otra en mis novelas siempre aparecen referencias literarias (...) Hay muchas intenciones por detrás, en esta novela me pasó algo que nunca me había pasado. Sentía que mi personaje Merton, que había vivido entre libros, que había pasado su infancia en una biblioteca, le acudían versos de distintos poemas que había leído en su vida (...) En la novela, los versos funcionan como si fueran pensamientos que se cruzan, que provienen de los libros”.
¿Cómo encontrás las historias que escribís? ¿Cuándo decís acá hay una historia?
“Me surgen los temas de maneras muy diferentes, pero sí están en general ligados a temas literarios. A temas que he visto en distintas novelas, que me quedo pensando en variación de temas que me interesaron. Por ejemplo, mi primera novela [Acerca de Roderer] es una recreación del mito fáustico y tiene que ver con varias novelas fáusticas. Crímenes imperceptibles es una reversión, de algún modo, de un cuento de Chesterton, El signo de la espada rota. Siempre hay un elemento que proviene de algo que encuentro en un libro anterior, pero tiene que estar vinculado con algo vital, que me haya pasado, que haya visto de cerca, que pueda tocar alguna parte de mi vida o de lo que me interesa dramáticamente. Como si fuera una conjunción de una línea teórica con algo vital que me interesa contar”. |