Hoy continúa el plan de lucha las organizaciones sociales y piqueteras. Les niegan trabajo genuino pero también el aumento de los planes y sus montos. Mientras, los datos oficiales reconocen que cerca de 5 millones trabajan jornadas de 10 y hasta 12 horas. Si se redujera la jornada a 6 horas, 5 días, se podrían generar 2,5 millones de trabajo nuevos.

Este miércoles se realizó una nueva jornada de lucha piquetera. Denuncian que con un Potenciar Trabajo de 16.500 no pueden comer. El Gobierno no les da respuestas. Los ajusta. Las policías de Larreta y Morales (Juntos x el Cambio) los hostigan y reprimen. Quieren criminalizar la pobreza y la protesta.

Mientras la ciudad se conmueve con ese grito contra el hambre y la desocupación, lo que los medios no muestran es lo que pasa en las estaciones de trenes y los lugares de trabajo. Millones llegan a la zona metropolitana a hacer jornadas agotadoras de 10, 12 horas. “Desde que arrancó la pandemia hay un sector de la fábrica laburando de lunes a lunes, haciendo 12 horas” dice Pamela, obrera de la alimenticia Mondelez. Daniel, trabajador eléctrico, cuenta que “hoy en Edenor y Edesur por falta de planteles se recargan de turnos. Hay sectores que tienen 6 horas por convenio pero terminan haciendo 10 horas”. En los piquetes de los cosecheros del Citrus, Víctor agrega que “las patronales quieren seguir pagando salarios de miseria. Trabajamos a destajo, hasta 14 horas por día”.

No son dos mundos lejanos. Son dos caras de la misma moneda. Mientras millones están desocupados, sobreviven con programas sociales y changas, otros laburan cada vez más horas. Ese contraste irracional volvió a quedar expuesto estos días en el reclamo piquetero.

El dato que muchos quieren pasar por alto

Hace pocos días se conocieron las cifras de Mercado de Trabajo de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que mide el Indec. El gobierno festejó que bajó la desocupación. La radiografía completa muestra una realidad mucho más crítica: un tercio de los ocupados no tiene descuento jubilatorio (33% de trabajo “en negro”); aumentan otras formas de precarización (como los llamados “trabajadores independientes”); que se suma a la pobreza incluso de quienes tiene trabajo.

Pero hay un dato clave que muchos dejaron pasar. Lo que las estadísticas llaman “sobreocupados”: quienes trabajan más de 45 horas semanales. 9, 10, 12 horas por día. El último estudio muestra que son al menos 3,5 millones de personas que cumplen esas extensas jornadas (sea en una sola empresa, con dos trabajos e incluso changas).

Hay una aclaración importante: la EPH mide 31 conglomerados urbanos. Son los principales del país pero no el total. Toma un “universo” de 29 millones de personas. O sea que si proyectamos esas tendencias al total de la población, como hace el mismo gobierno, la cantidad de trabajadoras y trabajadores sobreocupados se acerca a los 5 millones.

¿Qué más nos dice el informe? Que la sobreocupación viene aumentando. Si vemos los cuadros interiores sobre Intensidad de la ocupación vemos que durante 2021 aumentó casi un 10%. ¿Es solo por el retroceso de la pandemia y la recuperación económica? En parte. En realidad está recuperando los niveles de sobreocupación de los últimos años. El último cuatrimestre de 2016 estaba 27% también, pero desde entonces no paró de subir. En 2018 y 2019, antes de que comience la pandemia, giraba en torno al 30%.

Sin embargo, hay algo preocupante en esa tendencia. El relato de muchos trabajadores y algunos estudios marcan que cada vez se trabaja más. La precariedad de las condiciones laborales pero también salariales llevan a lo que marcaba al principio Pamela: “ahora muchos hacen extras para sostener el mismo nivel de vida que tenían antes”.

A simple vista es irracional. Tenemos, de un lado, millones que tiene que trabajar más allá de la jornada de 8 horas. Del otro, una cifra similar entre quienes están desocupados, cobran los Potenciar Trabajo o están subocupados (o sea quienes “trabajan menos de 35 horas semanales y están dispuestos a trabajar más horas”).

Ante ese drama surge una primera conclusión. Si como plantean las y los diputados del PTS en el Frente de Izquierda Unidad se redujera la jornada laboral a 6 horas y se repartieran esas horas con los desocupados y quienes sobreviven con programas sociales o changas, ¿cuántos empleos se podrían generar? 2,5 millones de nuevos puestos si tomamos los datos oficiales. Tendrían que ser, obviamente, con un salario que cubra la canasta familiar.

Con la actual sobreocupación, si se reduce la jornada a 6 horas se podrían generar cerca de 2,5 millones de nuevos empleos

Trabajar todos y todas con derechos, para no dejar la vida laburando

Los “dos mundos” que vemos en la 9 de julio y la puerta de muchas empresas no son tan lejanos. Los datos que reconoce el Gobierno no son tan irracionales. Como dice la declaración del Movimiento de Agrupaciones Clasistas difundido este fin de semana, “ellos quieren un país donde una parte de la clase trabajadora esté desocupada, otra precaria o informal, con salarios que no llegan el límite de pobreza y otros que tienen que matarse trabajando para cubrir la canasta familiar”. El “ellos” incluye a las cúpulas sindicales que permiten esa situación.

Por eso el clasismo llama a apoyar el reclamo piquetero y sus jornadas de protesta. Por eso milita el urgente apoyo de la clase trabajadora ocupada y sus organizaciones. Como dice la carta: “¿se imaginan si el acampe fuera acompañado por paros solidarios, el abrazo de columnas obreras, colectas para sostenerla?”.

Plantean que al drama que entrelaza desocupación y sobreocupación hay que oponerle la única salida en función de las necesidades de las grandes mayorías: reducir la jornada laboral a 6 horas, sin rebaja salarial y con un mínimo que cubra la canasta familiar. Los datos oficiales demuestran que es la única propuesta realista.

Todo el apoyo a la lucha piquetera y a la unidad de ocupados y desocupados.