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La Izquierda Diario
13 de abril de 2022 Twitter Faceboock

Análisis
Un mes de Gabriel Boric: gobernabilidad precaria y ausencia de hegemonías en la lenta transición pos revuelta
Pablo Torres | Comité de redacción La Izquierda Diario Chile

Hay que retomar el camino de la organización y la movilización independiente en las calles. Y la unidad de la clase trabajadora –sin divisiones- y junto a movimientos sociales, estudiantes y sectores populares, para que nuestras demandas no queden frustradas.

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“Despegue con turbulencias”

Así caracterizó el Presidente Gabriel Boric el primer mes de su gobierno. El cuestionamiento y debilitamiento de su ministra del Interior, Izkia Siches, quien anunció una millonaria inversión en más represión en el Wallmapu y la creación de un nuevo sistema de inteligencia del Estado, es muestra de la debilidad más general del nuevo gobierno “anti neoliberal”, de una gobernabilidad precaria que se afirma en “dos coaliciones” potencialmente contradictorias, y de la inexistencia aún de bases sólidas para una “transición” política pos revuelta pacífica e institucional.

Las presiones en el régimen, en los medios y en el empresariado, buscan correr el cerco de la situación y del gobierno hacia la derecha. Los pedidos de renuncia a Siches, los cuestionamientos para fortalecer el orden público y las policías, la criminalización de la protesta, la instalación del discurso delincuencia, terrorismo en el sur. Los golpes a la Convención Constitucional por parte de todos los grandes personajes del régimen como Ricardo Lagos. Las amenazas –por parte de Hacienda, de banqueros, medios y empresas- de una inflación desatada de aprobarse un nuevo retiro de pensiones, el discurso de “austeridad” y de ajustarse los cinturones. Todo ese movimiento en las alturas se dirige hacia la derecha: a moderar las reformas y hacerlas con gradualidad, para no joder a las grandes empresas. Lo mismo en la Convención: presión in extremis para una Constitución “moderada” o “de centro” que agarre cambios simbólicos pero manteniendo la estructura del capitalismo dependiente y rentista chileno. El coro de “los grandes acuerdos” del régimen de la transición pactada es la música de la “nueva transición”. Los coristas del FA y el PC están asumiendo dicha melodía.

Como hemos señalado en estas columnas, la fórmula “un Gobierno, dos coaliciones”, que en su momento fue la clave para construir alguna gobernabilidad, es hoy una de las principales fragilidades y fuente de contradicciones. Ha sido motivado en gran parte por una minoría parlamentaria de un tercio solamente con la coalición inicial de Apruebo Dignidad. El proyecto de Boric está como el jamón del sándwich, entremedio del reformismo PC y del progresismo neoliberal PS, como expresión de fuerzas económicas, sociales, políticas y culturales que cruzan el Chile pos revuelta. No casualmente en una de las primeras reuniones en Cerro Castillo, Boric señaló: “Debemos avanzar a una sola coalición (…) en la medida en que logremos construir unidad estratégica. (…) se requiere que compartamos una dirección estratégica. Nos hemos propuesto y le planteamos al pueblo de Chile encabezar el esfuerzo de superar el neoliberalismo, pero no podemos tener una definición que sea contrario a algo”.

El PS es claramente la correa de transmisión hacia la gran burguesía y el establishment del viejo régimen. La revuelta del 2019 no enterró a los muertos que debían morir. Pero la frase de Marx que “la tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos” aplica bien como el viejo orden resucita de la mano del FA para que pueda gobernar, para oprimirle como una “pesadilla” –junto al viejo régimen- para que pueda gobernar… para sus intereses.

Las “dos almas” expresan de forma distorsionada fuerzas sociales externas al gobierno que presionan en sentido contrario: o hacia la agenda popular (resolver demandas de la rebelión e históricas), o hacia la agenda burguesa (reformas parciales que no cuestionen el sistema). Por derecha y por izquierda.

Es expresión de la ausencia de “hegemonías” de Boric, pero podríamos decir, de prácticamente todas las fuerzas políticas. Aunque se intenta construirlas, en particular Boric y Apruebo Dignidad, la falta de bases sociales y económicas sólidas implican negociaciones todo el tiempo, sin dejar contento, por ahora, a nadie. De esta debilidad asoma la fortaleza “simbólica” y generacional de Boric (su gran base social, fracturada en los sectores adultos) o los “atributos blandos” que eran la fuerza también de Bachelet. Podrían funcionar, pero no bastan para consolidar una nueva transición con tensiones sociales, económicas y políticas contradictorias, antagónicas en potencia.

Que Boric está respondiendo fundamentalmente por derecha, funcional al viejo régimen y al modelo, lo puede debilitar más aún, como aquel personaje que llegó a ser Presidente gracias a las condiciones sociales y políticas de una revuelta –traicionada-, pero que liquidándolas, agota sus mismas bases. Un movimiento de pasivización juega a favor de la derecha, y a favor de asentar un gobierno más parecido al segundo mandato de Michelle Bachelet o a una Concertación 3.0 como han señalado otros actores.

El proyecto “progresista anti neoliberal” que por ahora, es más neoliberal progresista que otra cosa, está chocando además con condiciones económicas desfavorables. No hay súper ciclo del cobre que garantice muchos dólares, tampoco hay viento de cola favorable, más bien la inversión retrocede. Hay inflación histórica en 30 años, en Chile, y en el mundo. Hay tendencias a la recesión mundial, también en Chile. El capitalismo está iniciando una nueva crisis y el agotamiento de la última década está dando paso a contradicciones mayores. ¿Cómo enfrenta Boric el escenario? Con las viejas recetas neoliberales pero “progresistas”. Hacienda quiere “enfriar” la economía a costa de bajar el consumo de masas. Podríamos decir que hay poco margen para un reformismo. Mientras cada símbolo de Boric busca dialogar con el pueblo con “su” izquierda; cada gesto real, cada hecho, gira a “su” derecha. Como pedir perdón a la policía asesina o pedir perdón a los genocidas del Wallmapu.

¿Crisis en la Convención?

El desarrollo de la Convención no está dejando contento a nadie. Sin dios ni el diablo, puede llevar a una nueva crisis. ¿En qué terminará? Por ahora no sabemos.

La elite del viejo régimen, los dueños del país y los poderes fácticos se están jugando todo para una Constitución de “centro” o “moderada”. Aceptando símbolos “de izquierda”, se juegan a que los pilares del modelo y del viejo régimen, herederos del pinochetismo, se mantengan. Por ahora la campaña del rechazo, la intervención de viejas figuras, las presiones, etc., todo va al objetivo de moderar (en pleno o en comisión de armonización). Si no resulta, claramente podrían ir al Rechazo, y en ese caso, buscan vías de salida como resucitar la vieja idea bacheletista vía congreso. La defensa de las viejas atribuciones del Senado oligárquico y conservador, hoy principal bastión de poder de la centroizquierda y derecha, es una de las claves. Aún está abierto, y la cocina operando.

¿Lograrán un acuerdo con la derecha y la centro izquierda? El llamado de Boric fue a eso, “a buscar la mayor transversalidad y amplitud posible para construir una constitución que sea un punto de encuentro para todos los chilenos y chilenas.”

Si logran, pese a muchos símbolos que no les gusta –mucho menos a esa vieja rancia oligarquía capitalista chilena, racista, xenofóbica y conservadora - podría salir humo blanco, una “casa de todos”. Sería una Constitución “moderada”, de “derechos” sociales y de las identidades, con las bases del “modelo” y el viejo régimen. De ser así, ¿se ampliaría una especie de “segundo Acuerdo por la Paz” con una Constitución bendecida por la derecha, la centro izquierda burguesa de los Lagos y Frei, el socialismo bacheletista, el FA y el PC, hasta los Movimientos Sociales y la ex Lista del Pueblo en un gran “Apruebo de todos”?

Está por verse. Pero el péndulo gira hacia derecha. Y hacia allí también gira el Frente Amplio, el Partido Comunista. Lamentablemente también hacia allí gira la “izquierda” de la Convención, los Movimientos Sociales y la ex Lista del Pueblo, con puro parlamentarismo.

Todo ello configura una situación indefinida, en el sentido que queda aún por verse si se logra consolidar el “pacto de transición” abierto con el acuerdo por la paz, hoy incierto con la Convención Constitucional. El futuro de Boric está atado a ello. Pero además, por las condiciones internacionales, económicas y por un ánimo social inquieto, la “vía institucional” del desvío de la rebelión, que se ha asentado, tiene varias fragilidades abiertas.

La crisis orgánica y de representación, la crisis de la autoridad estatal –que Boric busca restaurar-, la crisis económica y el ánimo social fluido y contradictorio, aún no tienen una resolución definida.

Los desafíos: desde las luchas y por la izquierda

Pareciera ser entonces, que la agenda se inclina hacia derecha, motivada por la ruptura inicial de la luna de miel. Pero es más contradictoria la situación. Hay fuertes presiones “por izquierda”. Si bien las grandes mayorías trabajadoras y populares, de jóvenes y mujeres siguen teniendo expectativas y cierta confianza en Boric y su gobierno, también en la nueva constitución, muchos sectores de ellos han salido a reclamar sus derechos en las calles. Otros sectores, con menos confianza, también han salido a luchar.

Veamos. El caso de los obreros de la construcción de Ñuñoa que encendieron barricadas y ocuparon la Municipalidad santiaguina de Ñuñoa reclamando salarios. En Antofagasta, al norte del país, más de 20 escuelas auto convocadas están en lucha con sus docentes. Vimos a secundarios y universitarios que se movilizaron en las calles. Hemos visto las trabajadoras del supermercado Líder, los despedidos de la papelera CMPC en Puente Alto. También siguen ciertas luchas por los presos políticos, aunque se han debilitado.

Son luchas parciales, es cierto, y que no cambian por ahora la dinámica general. Pero son sectores que junto a una pequeña franja que ha roto con Boric por izquierda –sobre todo aquellos votos más críticos de Boric- podrían configurar un espacio para la emergencia de luchas obreras y populares y para la construcción de una alternativa de izquierda de las y los trabajadores y revolucionaria. Un gran peligro es que una desilusión con Boric o el proceso constituyente terminen capitalizado por derecha, ya sea en nuevos populismos o cosas peores.

Y el ánimo popular está más contradictorio. Suben los precios, sube la UF, suben las tasas de interés y los créditos, sube el dólar. Lo única que baja son los salarios reales. Y el aumento del sueldo mínimo de Boric, lo deja bajo la línea de la pobreza. Cristián Valdivieso dice que sigue existiendo una olla a presión, contenida con algo de esperanzas. Tomando algunos datos (que hace solo 1 año un 61% se identifica con la idea que movilizaciones sociales son positivas y ayudan a que mejore el país, y un 64% que el estallido social fue positivo) señala "Una adhesión mayoritaria a la movilización social y su potencial transformador que se mantuvo prácticamente igual cuando a pocos días de asumir el presidente Boric replicamos la misma encuesta. La movilización social sigue latiendo y el presidente lo sabe."

Por eso, hay que unificar y coordinar esas luchas parciales. Hay que retomar el camino de la organización y la movilización independiente en las calles. Y la unidad de la clase trabajadora –sin divisiones- y junto a movimientos sociales, estudiantes y sectores populares. La derecha y la centro izquierda quieren orden. El Gobierno de Boric les concede todo ello mientras obtiene una desmovilización general, con la ayuda del FA y el PC, y de las burocracias.

En la Convención, la supuesta izquierda de los MSC y ex Lista del Pueblo, buscan pactos y acuerdos que sellen símbolos democráticos y de derechos sociales, plurinacionalidad, etc., que no son cualquier cosa; pero que no rompen con la vieja estructura y el viejo régimen. Bajo esos símbolos de una nueva república, paritaria, etc. se esconderán las bases del viejo Estado y estructura económica del capitalismo dependiente chileno. No solo ello, sino que abandonaron cualquier ruptura con aquello, y han hecho “puro parlamentarismo” ayudando a la estrategia del PC-FA de debilitar la organización de base y los movimientos en las calles. Y ahora se disponen a negociar todo, y una campaña del “Apruebo de Salida” sin saber qué constitución decantará.

Pareciera que la ilusión de la República Social y La Marsellesa entonaran el himno de la Convención. Pero son girondinos, no los jacobinos que algunos derechistas delirantes dicen de la Convención. Ilusiones así pueden terminar o completamente domesticadas en favor del poder real; o peor aún, en salidas más reaccionarias.

En la Convención, han contribuido a su descrédito por derecha, pues se alejaron completamente de las necesidades y demandas obreras y populares. Es falso el cuento que el “distanciamiento” de la Convención viene todo por derecha. No resolvieron ninguna de las demandas de octubre que venían por izquierda.

Por eso hay que retomar la unidad de las luchas, la coordinación, organización y movilización independiente. Y con un pliego común para luchar por nuestras demandas. Por salario mínimo de 650 mil pesos, que permita llegar a fin de mes, como acaba de votar el Sindicato Starbucks. Por el quinto retiro y el fin de las AFP. Por salud, educación y pensiones dignas. Para poner fin al saqueo y la explotación.

La salida viene por las luchas; y viene por la construcción de una alternativa de izquierda, de trabajadores, anticapitalista y revolucionaria.

 
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