Gastón Remy
| Economista, docente en la Facultad de Cs. Económicas de la UNJu. Diputado provincial del PTS - FITU en Jujuy, Argentina.
Una reflexión a partir de fotos que expresan sincretismos de la clase dominante. Una forma de ver la historia,quienes son los amigos y quienes los enemigos de los pueblos originarios y la clase trabajadora.
El 19 de abril de 1593 la corona española obtuvo una victoria militar y política en una parte de sus colonias de América del Sur. Con su ejército derrotó la resistencia de la tribu de los xuxuy que habitaban los valles rodeados por los ríos “grandes y chico” denominados así por los conquistadores.
Pese a que fue una guerra de dominio y conquista imperial hasta el día de hoy los distintos gobiernos le rinden homenaje a Francisco de Argañaraz y Murguía, el militar que comandó la acción guerrera que dio lugar a la tercera y última fundación de la ciudad que hoy es la capital de la provincia.
A partir de es acto bélico la ciudad recibe el nombre de “San Salvador de Velazco del Valle de Jujuy”, un reconocimiento a los servicios militares que Argañaraz prestó a quien le dio esta tarea y gobernaba el Tucumán en nombre de la corona, Ramírez de Velazco. Para los vencedores fue el "salvador" de la civilización frente a la "barbarie" de los habitantes originarios, quienes luego fueron subsumidos como mano de obra semi esclava a través de la encomienda; mientras sus tierras fueron repartidas a manos de los conquistadores.
Este homenaje volvió a ocurrir, una vez, durante el acto protocolar del día de ayer donde participaron el gobernador de Jujuy, el Intendente, legisladores, militares y demases, frente a un conquistador como se puede apreciar en las ofrendas florales al busto de Francisco de Argañaraz y Murguía ubicado en la plaza homónima.
En ese mismo predio, a escasos metros, se encuentra un monolito tallado con figuras de una civilización prehispánica donde el consulado español dejó un agradecimiento a su general de guerra. No podía faltar.
Lo paradójico tal vez resulte cuando se ve a estos gobernantes y funcionarios manifestar su júbilo por el propio General Manuel Belgrano quien estuvo a cargo de dirigir una guerra justa como fueron las batallas por la independencia del imperio español. Con fuerza incluso se destaca el heroísmo del pueblo jujeño que tuvo que hacer “tierra arrasada” para ganar tiempo y luego derrotar al ejército realista.
Entonces, para los gobiernos y sus funcionarios, ¿son lo mismo las guerras de conquista imperial que las guerras justas de liberación colonial? Por sus gestos parecería que sí.
Aunque yendo más allá del contenido contradictorio de sus gestos, actos y palabras, los mismos confluyen en un punto común de acuerdo, su alineamiento como personal político de un empresariado local que desde muy temprana época optó por pararse como socio menor del capital extranjero que se abrió paso en estos territorios. A principio del siglo XIX fue en sociedad con el capital inglés, a la salida de la segunda guerra mundial se intentó mantener la alianza con Gran Bretaña, pero se resolvió luego del golpe militar de 1955 a favor de los yanquis. Hoy día se rinden ante el FMI.
La cuestión entonces es evitar que este tipo de alianza antinacional quede al desnudo, por eso replican esta suerte de mezcla simbólica en los actos, esto de estar con los conquistadores y, a la vez, con el pueblo oprimido. Es un acting que se replica en todo tipo de gestos pero también de actos por los cuales quieren hacer pasar a los intereses de los dueños del capital como compatibles con los trabajadores y las propias poblaciones originarias. Cuando en realidad la médula del sistema capitalista está en el robo de una parte de la jornada laboral al trabajador y en a la opresión racial y de otros tipos, partiendo de la apropiación privada de la naturaleza. Una guerra que practican todos los días en forma invisible contra las mayorías. Esta foto homenaje de la multinacional canadiense-china Exar que se prepara para explotar el litio lo ilustra de cuerpo entero.
Por último, la visión de los propios habitantes de lugar allá por la época pre colonial deja en claro que los españoles eran apreciados como un poder nada benévolo. Acá reproducimos una foto del arqueólogo Pedro Krapovickas.
Es esta visión, y todo lo que podamos ampliar, la que hoy es necesario reproducir en los ojos de la clase trabajadora jujeña y los propios pueblos originarios para tener en claro quiénes son sus enemigos y quienes sus amigos. Porque lejos de todo espejismo, como decía el escritor Ricardo Piglia, “La historia la escriben los vencedores, pero la cuentan los vencidos.”