¿Derrota o triunfo? fue la pregunta que la mayoría de los analistas se hicieron durante el día y también fue en parte la incertidumbre que rondó entre parlamentarios y ministros de gobierno.
Es verdad que la posición original del oficialismo era la de rechazar cualquier retiro, posición que tuvo que cambiar debido a la presión de las bancadas de Apruebo Dignidad por responder al proyecto de retiro sin condiciones que fuera impulsado por un grupo transversal de diputados.
Pero la respuesta del gobierno no fue volver a ayudas sociales que aliviaran el aumento en el costo de la vida (un IFE universal o acotado por ejemplo) sino presentar un proyecto que iba en beneficio directo de los bancos e instituciones financieras que vienen mirando con preocupación al aumento de la morosidad de los hogares.
A esto último hay que sumar que la inflación no da tregua y el panorama económico no se ve alentador en el mediano plazo. Ya el Fondo Monetario Internacional recortó la proyección de crecimiento para el país a 1.5% y aun cuando las encuestas laborales parecieran mostrar una recuperación de los empleos, estos siguen siendo precarios o mal pagados.
Dentro de este escenario es donde un sector importante de la población estaba dispuesta a nuevamente echar mano a sus fondos de pensiones para pasar la tempestad ya que no se avizoran nuevas ayudas sociales por parte del gobierno, que además, aceptó sin chistar el recorte presupuestario en este ítem que heredó del gobierno de Piñera.
Pero finalmente el gobierno decidió negar “la sal y el agua” al pueblo trabajador ya que rechazó los retiros, que antes había apoyado, y rechaza también entregar nuevas ayudas debido a la “inflación”.
Quizás el rechazo a los retiros signifique una suerte de respiro en las posibilidades de retomar el control de la agenda política del país, aun cuando ya se ingresó un sexto proyecto, y al parecer ese sería el mejor escenario para un gobierno que viene cometiendo errores no forzados desde el día 2 de instalación.
Salario, pensiones y unidad del bloque
Hasta ahora y según se ha anunciado a través de sus principales voceros, el gobierno tiene interés en retomar la agenda legislativa dando prioridad a los proyectos laborales de 40 horas y salario mínimo que logró aprobar desde la oposición.
Tras estas iniciativas la burocracia sindical de la CUT y los antes “sectores críticos” han cerrado filas respaldando la propuesta de aumentar el salario mínimo a $400 mil pesos, mostrando esto como un gran avance para la precaria situación económica de la clase trabajadora, pero la realidad es que el monto propuesto por el ejecutivo es a todas luces insuficiente si tenemos en consideración el aumento de la inflación, en verdad de esos $50 mil pesos, solo el 4% representará un aumento real al salario.
Lo más irónico de toda esta situación es que los propios dirigentes sindicales que aceptan esta propuesta, junto a las bancadas oficialistas, dan cuenta que un salario mínimo bajo los $600 mil sigue siendo insuficiente para sacar a una familia de la pobreza, es decir, están dispuestos a mantener a una importante franja de la clase trabajadora en la pobreza con tal de no abrir nuevos flancos de conflictos a Boric y su gabinete, una total verguenza.
Por otro lado el ingreso de la reforma al sistema de pensiones, debe superar dos importantes escollos: por un lado el gobierno ha debido hacer eco de la lógica impuesta por el gobierno de defender la “propiedad de los fondos”, llegando al absurdo de enviar un proyecto de ley de inexpropiabilidad de los fondos para “calmar a la derecha”, pero esta “maniobra” legislativa no ha hecho más que fortalecer el propio discurso que iniciara Jose Piñera sobre las bondades de la “capitalización individual”, una total claudicación a las lógicas neoliberales, todo sea por la gobernanza deben rezar desde la moneda.
Pero el segundo problema es el debate en la propia convención, donde el sistema de pensiones sigue siendo una incertidumbre, lo cual es utilizado por la derecha para hacer ideología y seguir fuerte con su campaña por el rechazo, es decir, mantener el actual sistema de pensiones creado por la dictadura para favorecer al mercado local de capitales.
De esta manera, aun cuando la sala de la cámara de diputados se llenó de carteles de “No + AFP”, la verdad es que durante la madrugada del día martes todos abogaron por defender un sistema que solo se ha limitado a entregar pensiones miserables.
Por último, la votación de ambos proyectos de retiro se tornó una prueba de fuego para el bloque gobernante que debe lidiar con dos coaliciones que aun así no son mayoría.
Tanto el sector de “Apruebo Dignidad” (FA + PC) como el de “Socialismo Democrático” (ex Concertación) tuvieron descolgados y no lograron ser cuadrados por el ministro Jackson, lo cual fue interpretado como una “debilidad política”,pero a la vez esa división podría ser leída como una victoria para el sector neoliberal de la coalición ya que es la posición inicial de Marcel la que primó.
De todas maneras todos estos debates se extienden por el resto de la semana mientras la agenda de la convención constitucional sigue llegando a su término y el gobierno deberá responder a las resoluciones que desde ahí vayan saliendo. |