Ante la creciente violencia estructural miles de trabajadoras se dieron cita para tomar las calles y marchar por sus derechos. Un mes después, mujeres trabajadoras nos brindan sus testimonios.
Con la crisis económica recrudecida por la pandemia y la guerra en Ucrania, las condiciones laborales son cada día más precarias. Y es una realidad que las mujeres somos el sector al que más golpea. El trabajo doméstico, el cuidado de niños, adultos mayores y enfermos recae principalmente en nosotras, y se suman los numerosos despidos, principalmente, de dependencias estatales. Pero, además de la precariedad laboral y de nuestras vidas, la violencia feminicida aumentó en los últimos dos años al igual que los embarazos adolescentes y la violencia intrafamiliar.
Cada 8M las mujeres manifestamos nuestra lucha contra la desigualdad, violencia y precarización que vivimos, pero también exigimos repuesta al Estado, pues lejos de encontrar mecanismos que garanticen trabajo digno, derecho a la salud reproductiva, derecho a decidir y a una vida libre de violencia, el gobierno ha invertido en militarizar el país, redujo el presupuesto para educación y salud pública, y si bien aumentó el presupuesto de género, más del 90% lo destina a planes sociales, o si hemos conquistado que la Corte Suprema de un fallo histórico despenalizando el aborto, es insuficiente ya que no tenemos acceso real y seguro en el hospital y quedan muchas presas en las cárceles; dejando de manifiesto que las demandas de las mujeres no son parte real de la agenda gubernamental.
Sin embargo, las mujeres organizadas seguimos tomando las calles para exigir justicia ante la violencia estructural que día a día se cobra decenas de vidas en todo el país; y ante ello el Estado también tiene una clara postura: represión, persecución y acoso institucional. Los enormes despliegues policiacos que rodean nuestras manifestaciones en la Cdmx y toda la república, lo confirman.
Acercamos a nuestrxs lectorxs, testimonios de mujeres trabajadoras y estudiantes que nos permiten analizar las condiciones en las que se desarrolló el 8M pasado y como se sigue luchando:
1)“Mi compañera y yo hablamos desde semanas antes con nuestro jefe para pedirle permiso de salir temprano y poder ir a la marcha. Nos dio largas y decía que para qué íbamos si ‘solo van a rayar y vandalizar’. Al final, desde recursos humanos sacaron un oficio diciendo que a las que comprobaran que iban a la marcha se les ‘daría permiso’ para faltar el 9 de marzo, pero nuestro jefe nos dijo que, aun así, teníamos que asistir a trabajar. Muchas enfermeras, trabajadoras y médicas están a favor de las marchas feministas, pues muchas de ellas han sufrido diferentes situaciones de violencia, ya sea en sus casas, en el transporte y también en el propio hospital. Después de la marcha me enteré de que varias más fueron por primera vez con sus amigas y conocidas. También hay quienes están en contra y dicen que el movimiento son solo las encapuchadas que rompen vidrios en la tele, o que ‘quieren desprestigiar’ al gobierno, por lo general eso lo dicen doctores que son simpatizantes de Morena, aunque también hay ciertos comentarios despectivos de otros que simpatizar con la derecha. Marché porque considero que, a pesar de las promesas y políticas con perspectiva de género del gobierno de la 4T, la violencia contra mujeres y niñas sigue, incluso se ha agudizado. Creo que marchar es un primer paso para visibilizar nuestro descontento y hartazgo ante la violencia, pero que no puede quedarse solo en marchas, sino que hay que organizarnos de manera independiente y desde los centros de trabajo, para enfrentar el problema de manera colectiva e involucrando también a los varones”. Trabajadora del sector salud
2) “Soy docente universitaria en línea y recientemente tengo un trabajo extra porque no me alcanza para los gastos. Aunque la universidad difundió información sobre el 8 de marzo, la realidad es que dudo que contribuya a mejorar la situación material de las mujeres. Marcho porque como mujer vivo la contradicción del capital y patriarcado en carne propia, porque quiero justicia para las víctimas de feminicidio y cambiarlo todo porque nos merecemos una vida mejor”. Profesora universitaria, sector privado
3) "Para salir a marchar alisté mi mochila en caso de cualquier accidente o percance que tuviese que ver con la salud física. Llevé suministros de alimentos y agua, mucha agua y dulces. También tenía que llevar ropa de cierto color para que no me confundieran con un grupo y me atacaran por ello. Debía tener datos móviles en el teléfono en todo momento en caso de separarnos y estar con acompañantes que pudieran cuidarme. Dentro de mi escuela se habla mucho de la marcha, y de parte de algunos alumnos, en la mayoría en mi círculo de amigos o conocidos es aceptada o simplemente no criticada; ahora, por parte por los profesores parece ser algo repudiado e incluso aburrido o no necesario. Marché por la equidad, dejar ver qué otros grupos (por ejemplo, grupos de la diversidad sexual) también pertenecen a esa lucha y para que cada vez haya más protección y no solo unas cuantas líneas en la ley”. Estudiante CCH.
4) “En la institución no hay un apoyo real a la lucha de las mujeres. Por el contrario, estamos ante una situación precaria, sin estabilidad en el empleo, sin seguridad social, sin derecho a la sindicalización e incluso, quienes protestan ante ello, simplemente son desechadxs. El supuesto discurso de género nada más sirve como justificación para que parezca una institución incluyente, una simulación, pero en los hechos, estamos aún más precarizadas porque es el propio gobierno quien vulnera nuestros derechos. La institución que supuestamente debería velar por nuestro bienestar es la que nos perjudica y nos niega derechos. No sé cuál es la postura de otros docentes sobre el movimiento de mujeres porque, por el tipo de contratación, realmente no tenemos contacto con otros profesores. Por el contrario, pareciera que pretenden que no sepamos quiénes somos, que no tengamos ni tiempo ni espacio para intercambiar nuestras perspectivas y lo que pensamos. Yo marché porque estoy harta de que se crea que este gobierno es mejor que los otros, mientras no exista un cambio radical en el que la desigualdad y la dominación dejen de estructurar a la sociedad, no podemos dejar de luchar y de organizarnos”. Prof. del Instituto de Estudios Superiores “Rosario Castellanos” de la CDMX
5) “Falté al trabajo. Primero busqué el apoyo de los jefes para que no me descontaran, pero me dijeron que no era día oficial y que, al ser una empresa privada, no están obligados a ‘permitirnos’ faltar; así que decidí faltar a pesar de la repercusión económica. Sin embargo, al trabajar para una empresa privada, se dieron el lujo de descontarme más allá del día que falté, debido a que ‘apenas una noche antes de faltar, decidí que había cosas más importantes que el trabajo’. El descuento fue de dos días y medio de trabajo. Entre las empleadas, la marcha es algo que apoyan en su mayoría, sin embargo, pocas mujeres asistieron. Por parte de los jefes, no hay muchos comentarios al respecto. Los compañeros mencionaron que hubieran podido cubrir solo una parte del trabajo que realizamos nosotras, si todas hubieran asistido a la marcha. Motivos para marchar hay muchos, pero siempre pesan más las pérdidas cercanas. Mi amiga de la universidad murió en su trabajo, en manos del crimen organizado y la impunidad del Estado, dejando a una niñita sin su mamá y un vacío que no se llenará nunca. Ella solo buscaba salir adelante, cómo tú, como yo, como todas. También marché el 8M para que todas tengamos los mismos derechos laborales y reproductivos, para que seamos libres de la violencia y el maltrato que nos ha perseguido siempre. Quizás una sola marcha no cambie las cosas, pero no se quedarán con el privilegio de nuestro silencio. El marchar entre tantas mujeres me hace sentir segura y siento que no estamos solas”. Trabajadora del sector veterinario privado
Como vemos, la organización política de las mujeres ha cobrado más fuerza, pero continúa siendo reprimida por diferentes flancos. Se nos castiga por salir a las calles a reclamar mayor seguridad, derechos reproductivos y laborales, se reprime con más violencia económica, estructural y patronal, pero ante este panorama, la clave es la resistencia y la organización social, colectiva, anticapitalista y antipatriarcal, hasta lograr cambiarlo todo.
Por ello, las mujeres debemos seguir peleando por conquistar nuestros derechos, entre ellos el elemental derecho a decidir sobre sus cuerpos.