“El Perú está en cuidados intensivos no podemos estar enfrentados” ha dicho el arzobispo de Huancayo, Cardenal Pedro Barreto. Lo que está en cuidados intensivos, no es el Perú, es el capitalismo y su modelo neoliberal; es el estado y todas sus instituciones; es el régimen del 93 y la democracia burguesa lo que ya no da más.
“La salud del sistema es delicada, no podemos estar enfrentados”, dicen los opinólogos, los políticos, los economistas y los periodistas de la burguesía. Y ensayan un serie de fórmulas que van desde el pedido de vacancia del presidente Castillo, el cierre del congreso o las elecciones generales adelantadas, sin ponerse de acuerdo.
Constatan que la crisis del sistema es “multidimensional”: Crisis económica, política, sanitaria, moral (la corrupción que ha alcanzado casi todos los niveles de la estructura social). Saben que esta crisis se manifiesta en el desborde social que amenaza con convertirse en una convulsión con inimaginables consecuencias. Esto los atemoriza hasta la parálisis.
Las masas se han puesto en movimiento. Sus luchas y sus demandas han sido decididas en sus organizaciones sindicales, comunales, los frentes de defensa que se constituyen para pelear por sus demandas más sentidas. Así fue la huelga de los trabajadores de la agroindustria en Ica, la ocupación de los campamentos y las plantas mineras en Ayacucho, Cusco, Apurímac, Arequipa, Moquegua. Así es ahora con el “Huancayaso” y la onda expansiva que está generando a lo largo del país.
El Acuerdo Nacional no es una salida para los trabajadores y el pueblo
“Cuando parecen cerrarse todos los caminos para una salida a la grave crisis política – ha dicho el periodista Juan De la Puente – el Acuerdo Nacional interviene con propuestas a tomar en cuenta. En medio están las coalicionas débiles, el que se vayan todos, la democracia desgarrada.”
¿Cuáles son estas propuestas del Acuerdo Nacional? Un gobierno de Unidad Nacional, producto del diálogo, los consensos y la concertación; un gabinete de muy ancha base cuyos funcionarios serían de la mayor competencia, probidad e idoneidad en cargos del estado. Este punto de vista es el acuerdo que ha salido de la conversación del presidente Castillo con el cardenal Pedro Barreto.
Es necesario considerar que el Acuerdo Nacional es un foro conformado por Organizaciones empresariales, partidos políticos, colegios profesionales, la burocracia que controla CGTP, la iglesia, etc. Si esto es así, es posible imaginar el gabinete de muy ancha base, donde el Presidente del Consejo de Ministros sea un político representante de algún partido ultraderechista; el Ministro de Economía seguiría siendo un representante de la CONFIEP y para contentar a la burocracia sindical y a la izquierda reformista, el Ministerio de Trabajo podría recaer en manos de Jerónimo López, Secretario General de la CGTP (claro, en aras de la Unidad Nacional).
No podemos prever cuál será el final de este gobierno de Unidad Nacional y de conciliación de clases. De lo que estamos seguros es que la ultra derecha pretende sacar provecho de las convulsiones que expresan la profunda crisis del régimen político, e incluso la posibilidad de un golpe militar ya empieza a ser voceada por algunos representantes de la burguesía. Sin embargo, este ascenso social abre también las posibilidades para avanzar en la lucha por un gobierno de las y los trabajadores.
¿A dónde va la clase obrera y los sectores populares?
Los pobres de la ciudad y el campo, los explotados, se han puesto en marcha. La onda expansiva del “Huacayaso” no se detiene. Por ahora el movimiento es espontaneo. Sin embargo están surgiendo ya los embriones de poder popular en las asambleas populares locales y en los frentes de defensa, como se puede apreciar en las cuencas de los ríos Majes y Ocoña en Arequipa.
La Defensoría del Pueblo, a través de la oficina de la Prevención de Conflictos Sociales, ha reportado que el número de los mismos, se ha incrementado. Y mientras continúe el alza del costo de vida, que ha llegado a niveles insoportables; y los precios del combustible y los insumos para la agricultura sigan subiendo; la explosión social, que teme la clase dominante, estará latente.
En Moquegua, donde los campesinos pobres están enfrentando el abuso y la prepotencia de la Southern, el gobierno de Castillo, demostrando que no es más que un lacayo de las trasnacionales, ha decretado el estado de emergencia por 60 días. Esto solo puede significar la violenta represión de la lucha campesina por parte del ejército y la policía. Al cierre de esta nota el ejecutivo comandado por Castillo ha decretado también el estado de emergencia en la zona de Las Bambas y las fuerzas represivas no dudaron en reprimir a los comuneros de esta zona que se enfrentan con la lucha y la acción directa a los abusos y a la contaminación provocadas por esta empresa China.
Estamos ante el inicio de un proceso en el que las luchas por las demandas reivindicativas podrían dar un salto a las demandas políticas. En este proceso, los trabajadores y los sectores populares que salen a luchar empiezan a crear aun embrionalmente sus instancias de auto organización. Esta organización, cuando adquiere una dimensión nacional, corresponde a un proceso revolucionario que, según sea su liderazgo, puede conducir a la toma del poder por parte de los trabajadores y los sectores populares.
El desarrollo de un proceso revolucionario está íntimamente ligado a los organismos de auto organización de las masas. En Rusia se llamaron Soviet, en Chile Cordones Industriales. La tarea de la vanguardia del proletariado es contribuir a la auto organización de las masas combatientes y a la construcción del liderazgo revolucionario. Ese es uno de nuestros retos. |