El paro general bancario fue votado la semana pasada, tras una audiencia con las patronales que ofrecían 45% en 7 tramos. El gremio pide 60%, a tono con la inflación que pronostican los mismos bancos y consultoras. En la última audiencia subieron su oferta pero no llega al pedido gremial, es también en cuotas y por debajo de la inflación pronosticada.
Hoy el salario mínimo bancario está en $133.000, más otros $3.436,11 por participación en las ganancias (ROE). Apenas por debajo de la cifra fijada por los trabajadores y trabajadoras del INDEC para la canasta de consumos mínimos: $145.000.
Los salarios bancarios superan, es cierto, el promedio de lo que cobra la mayoría de la clase trabajadora. Como venimos reflejando, el fenómeno de los trabajadores y trabajadoras pobres es lo que más se extiende. Sin embargo, son quienes hacen funcionar esos gigantes financieros que mueven miles de millones diariamente, a costa de los negocios con los ahorros de la gente pero también de otros que le brinda el propio Estado.
El último informe del BCRA confirma que el año pasado la banca privada acumuló ganancias netas por más de $ 133.000 millones. Todo indica que esas superganancias seguirán aumentando en 2022, con la suba de tasas de interés acordada con el FMI, que mejorará el balance de los bancos a pesar de sus efectos recesivos para la economía.
Esto da una cifra de $ 365 millones por día de ganancias.
Hay un dato clave. El negocio más rentable para los bancos en Argentina no es la intermediación financiera, o sea la diferencia entre lo que pagan por los depósitos y lo que cobran por ofrecer préstamos). Desde 2019 el gran negocio es la tenencia de títulos (centralmente Leliq) y las primas por pases del BCRA.
Estos instrumentos son de exclusiva circulación entre bancos comerciales y arrojan ganancias extraordinarias. El año pasado las ganancias por intereses de las Leliq superaron el billón de pesos, una masa equivalente a más de 5 millones de jubilaciones mínimas por mes.
Además, la suba de las tasas de interés acordada por el gobierno con el FMI promete llevar nuevamente a niveles estratoféricos la ganancia por tenencia de estos instrumentos. Para pagar esos intereses, el BCRA vuelve a emitir dinero que nuevamente se canaliza en la compra de Leliqs y que crecen a paso acelerado como una verdadera bomba de tiempo que amenaza los ahorros de millones de personas.
Todo lleva a la misma conclusión: cuando asumieron Alberto Fernández y Cristina Kirchner, entre los bancos y los jubilados iban a elegir a esos últimos. Uno podría suponer que lo mismo valía para los trabajadores. Lo cierto es que el negocio financiero ha crecido sin parar, mientras los salarios y jubilaciones siguieron perdiendo.
La paritaria bancaria, que incluye denuncias sobre ataques a las condiciones laborales, tercerizaciones y despidos, es parte de esa realidad. Y realidad mata relato. |