El planeta perdió perdió 3,75 millones de hectáreas de bosque primarios tropicales húmedos en 2021. La mayor parte de la deforestación ocurrió en la Amazonía, que en toda su extensión -que incluye áreas selváticas de 9 países- perdió 74,6 millones de hectáreas de vegetación nativa entre 1985 y 2020, lo que supone un 15 % de su superficie total, según un estudio divulgado en septiembre de 2021.
Brasil fue protagonista, pues sólo en ese país se destruyó casi la mitad del total mundial, según un estudio divulgado este jueves.
En el gigante suramericano fueron destruidos 1,5 millones de hectáreas de este tipo de bioma, un área equivalente a dos ciudades del tamaño de Tokio, especialmente en la Amazonía brasileña.
El país posee alrededor de un tercio de los bosques tropicales primarios húmedos que quedan en el mundo y mantuvo tasas de pérdida por encima de un millón de hectáreas al año desde 2016, según las imágenes que viene captando la plataforma Global Forest Watch, del WRI.
Solo durante el Gobierno de Jair Bolsonaro, se derribaron más de 32.000 km² de bosques, un área veintiuna veces superior a la ciudad de San Pablo.
La República Popular del Congo, con 500.000 hectáreas perdidas, ocupó el segundo lugar en el ranking mundial y Bolivia, que batió récord con cerca de 300.000 hectáreas, se ubicó como el tercer país con más bosques de este tipo destruidos.
Los datos corresponden al análisis de imágenes satelitales de bosques que anualmente realiza el World Research Institute (WRI) en colaboración con la Universidad de Maryland. Perú, que está en la quinta plaza, y Colombia, que se ubica sexta casilla.
Al igual que en otros países, la deforestación en los bosques de la Amazonía peruana ha dejado de ser una preocupación exclusivamente medioambiental y está relacionada con la corrupción e inquietantes escenarios que van desde la minería ilegal al narcotráfico y las amenazas contra los líderes indígenas que luchan por proteger su territorio. Un estudio de la ONG Proética alertó que, de los delitos ambientales producidos en Perú de 2009 a 2021, más de la mitad corresponden a procesos penales relacionados con los bosques y advierten que este tipo de delitos ha aumentado desde 2020 casi un 50 %.
Cambio climático
De acuerdo con el WRI, las pérdidas de bosques primarios tropicales húmedos en el planeta liberaron 2,5 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono) "el equivalente a las emisiones anuales de combustibles fósiles de la India".
Los bosques primarios tropicales húmedos son los ecosistemas con mayor diversidad biológica del planeta y son especialmente importantes para el equilibrio climático porque almacenan grandes cantidades de dióxido de carbono, por lo que perderlos es un asunto "dramático", según explicó a EFE Fabiola Zerbini, coordinadora del WRI en Brasil.
Esto porque el planeta necesita bajar casi a la mitad las emisiones de CO2 en los próximos ocho años para reducir el calentamiento global, que, de seguir al ritmo actual, superará los 2 grados centígrados provocando eventos climáticos extremos, como inundaciones, incendios forestales, deslizamientos de tierra y huracanes, entre otras catástrofes.
La destrucción de biomas como los bosques primarios tropicales, que en su mayoría están en la Amazonía y que tardan décadas en recuperarse por completo, sería uno de los principales factores que impediría lograr esa meta antes de 2030.
"Si no revertimos eso desde ahora, no lo vamos a lograr", aseguró la experta.
La Amazonía -que almacena entre 150.000 y 200.000 millones de toneladas de carbono abajo y encima de su suelo- está cerca de llegar a un punto de "no retorno" si no se frena su devastación.
En la pasada cumbre climática de Glaslow (COP26), varios científicos advirtieron que, de continuar con los índices actuales de deforestación y destrucción de la selva, la Amazonía podría perder un 70 % de su vegetación nativa antes de 2050 y convertirse en un área prácticamente desértica.
Pese a la advertencia, los 110 países participantes de la cumbre -que representan el 85% de los bosques del mundo- firmaron una declaración no vinculante en la que gobiernos y empresas se comprometieron a frenar la deforestación para 2030.
A pesar de las promesas de gobiernos y empresarios, la realidad es que se quedan en meramente buenas intenciones, pues no se cuestiona de fondo el modelo extractivista, que ha generado gran parte de la deforestación en las últimas décadas, de la mano del agronegocio y la mega minería.
Frenar la deforestación para 2030 es una meta ambiciosa, pues uno de los principales aceleradores de la crisis climática es la deforestación y la pérdida de ecosistemas a nivel mundial, sin embargo, esta será difícil de alcanzar manteniendo el sistema de producción capitalista, que prioriza las ganancias de unos cuantos sin importar el daño a la biodiversidad. |