Antes de que comenzara el acto algunas personas del público se quejaron y con razón. “¡La inauguración es para los lectores!” fue uno de los gritos de quienes no podían ingresar.
La Feria ya estaba abierta para el público desde las 14 horas del jueves 28. Podía verse a los que habían comprado libros con las manos abarrotadas de bolsas, recorriendo los laberínticos pabellones de colores. Sin embargo, para el acto de inauguración era imposible pasar las vallas, salvo invitación especial o prensa si sobraba lugar. Igual el acto fue transmitido en vivo por el Canal de la Feria del Libro y aun puede verse en su youtube.
El acto comenzó con Ariel Granica, Presidente de la Fundación El Libro, que marcó de qué situación venían, "en el 2019 las ventas perforaban el piso”. Reivindicó la gestión de la fundación realizada durante la pandemia y luego vino la serie de pedidos al gobierno. Que ayuden en las exportaciones de libros, que en los años 70 hacíamos punta en el mundo; en los costos del papel, para que se aumenten las traducciones que son solo el 5% de lo que se produce, en la devolución del IVA para las librería, y varios otros reclamos de la industria del libro. Lo más festejado fue la compra libros que realiza el ministerio para repartir en los colegios públicos, fueron unos 8 millones 300 mil ejemplares. El es negocio perfecto para algunas editoriales que producen libros que ya están vendidos previamente, por encargo del Estado.
La ciudad invitada este año es La Habana, Cuba. Habló en representación Tatiana Viera Hernández, coordinadora de Objetivos y Programas del Gobierno Provincial del Municipio de La Habana. Contó que es una casualidad, pero que en simultáneo se está realizando en la capital de la isla otra feria en paralelo. Fue muy enfática al denunciar a los EEUU que provocó 20 millones de dólares de pérdida por el bloqueo cultural, cuando el libro está totalmente subvencionado por el Estado. En su voz tan firme se notaba su militancia, al hablar de su cultura nacional, de la mixtura de sus orígenes, defendiendo a sus escritores e intelectuales.
El ministro de la ciudad, Enrique Avogadro resaltó su propia gestión, la Felba, el "pase cultural", la noche de las librerías, y esas cosas, que merecían el aplauso de solo un sector del público. Podía distinguirse una especie de grieta de los aplausos. Porque cuando fue el turno del Ministro de Cultura de la Nación, Tristan Bauer, los aplausos emanaban de otra región del salón.
Es que en realidad, el que estaba, no era un “verdadero público”. Sino funcionarios de algún ministerio, o un “público” acotado al campo de la industria cultural específica, también dividida según intereses. Como clamaban aquellas voces de la entrada al salón del acto: la inauguración debería ser para los lectores.
Bauer comenzó diciendo “les traigo el saludo del presidente Alberto Fernandez con quien estuve hasta hace un rato”. En este caso no brotaron aplausos de ninguna zona del salón. Así que siguió con su lectura sin detenerse, no era un silencio muy conveniente, un director de cine como él lo sabe.
Mientras el ministro hacía un muy buen balance de su gestión, de la gran ayuda que se les dio a los artistas durante la pandemia, que definió como “inversión histórica”, esa misma tarde, bastante fría, frente al Congreso Nacional se desarrollaba un festival de Unidxs por la Cultura contra lo que se denomina el “Apagón Cultural”.
La Ley 27.432, votada en diciembre de 2017, hace caducar a partir del 1º de enero del año próximo, las asignaciones específicas de diferentes sectores de la cultura. Con lo cual, quedarían desfinanciados el Instituto Nacional de Teatro (INT), El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Instituto Nacional de la Música (INaMu), las Bibliotecas Populares, las Radios y los Medios Comunitarios, entre otros.
Tristan Bauer se comprometió a revertir este problema que amenaza el financiamiento de instituciones culturales del país. Habría que decirle que la solución es sencilla (lo sabe), hay que derogar esa ley, vetarla, dejarla sin efecto, salvo que se priorice el ajuste sobre la cultura, para quedar bien con los números que exige el FMI. Veremos.
El acto lo cerró el escritor Guillermo Saccomanno, que como contamos en esta otra nota, hizo honor a su apellido.
Toda la programación y más información podés encontrarla en sitio oficial de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. |