El jueves 28 de abril, millones de trabajadores en Sri Lanka realizaron una huelga general para exigir la renuncia del presidente Gotabaya Rajapaksa y su gobierno ante el empeoramiento de la histórica crisis económica del país.
La huelga, la primera en más de cuatro décadas, fue respaldada por casi 1.000 sindicatos y paralizó a todo el país con la participación de trabajadores del sector público y privado. Los bancos estaban cerrados, no había transporte público y las escuelas y los negocios estaban cerrados durante el día. En Colombo, la ciudad capital, miles de trabajadores se unieron a los manifestantes que acamparon frente a la residencia de Rajapaksa.
Estas protestas son parte de una respuesta a unacrisis económica en Sri Lanka, que se ha estado gestando durante años y continúa profundizándose, especialmente a medida que continúa la guerra en Ucrania. La crisis, la peor en décadas, ha causado una escasez masiva de alimentos, combustible y energía, y el país experimenta cortes de energía de 10 a 12 horas todos los días.
Las protestas se han intensificado y los pedidos de renuncia de Rajapaksa continúan creciendo. A principios de este mes, 40 miembros del gabinete renunciaron en masa, dejando a Rajapaksa con un gobierno en minoría. La semana pasada, la policía también abrió fuego contra los manifestantes, matando a una persona e hiriendo a otras dos docenas.
Desde el momento de nuestro último informe, Sri Lanka ha incumplido $52 mil millones de dólares en deuda extranjera. El gobierno de Rajapaksa también ha iniciado extensas conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en busca de un rescate. Pero tal reestructuración de la deuda tiene un enorme costo para la clase trabajadora de Sri Lanka, ya que se verá obligada a implementar profundas medidas de austeridad, como eliminar los controles de precios, depreciar la moneda, liberalizar el comercio e implementar privatizaciones, por nombrar algunas. Esto es parte del curso de instituciones como el FMI que utilizan las crisis económicas para profundizar la explotación imperialista.
Ante esta agitación política, Rajapaksa ha invitado a los partidos de la oposición a formar un gobierno de coalición, una invitación que estos partidos han frustrado para exigir su renuncia. En cambio, el principal líder de la oposición, Sajith Premadasa, encabeza actualmente una marcha a Colombo para coincidir con las celebraciones del Primero de Mayo.
Pero seamos claros: estos partidos de oposición, compitiendo por el cargo máximo y aún atados a los capitalistas, no plantean soluciones reales a la crisis actual.
Los millones de trabajadores que participaron en la huelga general del jueves plantearon una poderosa alternativa. Pero una huelga general de un día no es suficiente. Los dirigentes sindicales han declarado que si el gobierno de Rajapaksa no dimite, emprenderán una huelga más prolongada a partir del 6 de mayo.
Para construir una salida real a esta crisis, es necesario que los trabajadores extiendan esta huelga indefinidamente, no solo para exigir la renuncia de la casta política actual, sino también contra todas las medidas de austeridad impuestas con el acuerdo de las burguesías imperialistas y nacionales. La clase obrera no debe pagar un solo centavo por esta crisis.
La deuda externa de Sri Lanka debe cancelarse y las industrias estratégicas deben nacionalizarse para cortar la dependencia del país de las potencias imperialistas. Para los trabajadores de todo el mundo, es esencial solidarizarse con los trabajadores de Sri Lanka y, sobre todo, exigir, con todas nuestras fuerzas, el fin de la guerra en Ucrania, que solo está exacerbando la crisis y el sufrimiento de las masas alrededor. el mundo. | 
