Si existiera un Mundial de cinismo, ya habría un candidato al primer puesto: el suizo Gianni Infantino, presidente de la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA), elogió la situación de los trabajadores inmigrantes que llegaron a Qatar para construir las obras de infraestructura para Qatar 2022. “Cuando le das trabajo a alguien, incluso en condiciones difíciles, le das dignidad y orgullo. No es caridad”, aseguró Infantino en una entrevista con medios de prensa en Los Ángeles (EE. UU.), en el marco de una gira por Norteamérica por ser sede de la próxima Copa del Mundo 2026 (ya estuvo en México y arribará a Canadá luego de su paso por Estados Unidos). Las “condiciones difíciles” a las que aludía el funcionario son nada menos que al menos 6.500 muertes obreras en situación laboral, de acuerdo a una investigación publicada por el diario inglés The Guardian. La mayoría de los obreros fallecidos por las pésimas condiciones laborales provenían de países cercanos a Qatar como India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka.
El número de obreros fallecidos es estimativo ya que no hay estadísticas oficiales porque en su mayoría se trata de mano de obra no registrada y -de acuerdo al estudio de The Guardian- hay países que ni siquiera llevan una estadística sobre sus emigrados, como Filipinas o Kenia, de donde también arriban trabajadores de la construcción a la península arábiga. Se trata de una masacre silenciosa de la que todo el mundo es consciente, excepto la FIFA que prefiere “mirar para otro lado”. Consultado por la posibilidad de asignar una parte de las ganancias que deje el Mundial 2022 para resarcir a las familias de trabajadores fallecidos, Infantino expresó una rotunda negativa: “La FIFA no está para ser la policía del mundo ni es responsable de todo lo que pasa en el mundo”, se justificó a la vez que razonó descaradamente “6.000 personas también podrían estar muriendo en otros sitios”.
Para eludir responsabilidades del organismo ante la pregunta realizada por la periodista Stephanie Ruhle en el marco de una conferencia en el Instituto Milken de Los Ángeles, Gianni Infantino dio un rodeo para “demostrar” los supuestos beneficios para los trabajadores: “Pero gracias a la FIFA, gracias al fútbol, se ha contribuido a un cambio social positivo en Qatar. Estas polémicas ciertamente han ensombrecido la preparación”, afirmó.
No es el único aspecto en el que Infantino y la FIFA implementan un abierto negacionismo respecto a Qatar: las arbitrariedades de su régimen político como la persecución a la comunidad LGTBQI+ también son pasadas por alto, incluyendo la prohibición de manifestaciones en los estadios como el portar banderas del orgullo. Para colmo, esta actitud para con la nación anfitriona de la Copa del Mundo contrasta con la dureza dirigida a los deportistas rusos, incluyendo el seleccionado de fútbol, debido a la intervención militar de su gobierno a Ucrania. La FIFA tiene sus “principios éticos” pero -parafraseando a Groucho Marx- pero si no son redituables económica y políticamente, tiene otros. |