Los mineros de Sierra Grande fueron parte de los procesos de lucha de clases que atravesaron la década del ’70 en la Argentina y vivieron también las oleadas de políticas neoliberales de los ’90 que costaron la pérdida de miles de fuentes de trabajo.
Luego de las luchas de 1973 y 1975, al igual que el resto de los trabajadores y trabajadoras del país, debieron hacer frente a la dictadura que le costó la vida a miles y profundizó las políticas de ajuste contra el conjunto de la clase obrera. En ese marco de derrota del movimiento obrero, como producto del ascenso del gobierno genocida, muchos jóvenes hicieron sus primeras experiencias laborales.
En La Izquierda Diario entrevistamos y conocimos la historia de Cristóbal Paz, obrero minero de HIPASAM en Sierra Grande, provincia de Río Negro. Su historia comienza bajo la dictadura. Vivió la transición a la democracia en su trabajo, dentro de una empresa estatal. Un trabajador que con la llegada del gobierno ajustador de Carlos Menem, sufrió las políticas privatizadoras del neoliberalismo como la pérdida de miles de fuentes de trabajo y el posterior cierre de la mina.
Cristóbal, vos entraste a trabajar a la mina de Sierra Grande en el año 1976. ¿Cómo fue trabajar en esos años de dictadura?
Yo entré a trabajar en el año 76, en pleno proceso militar. Cuando ingresábamos en aquellos tiempos había una parte jerárquica que era la que te daban las instrucciones, te hacían una charla y te decían: acá usted viene a trabajar, nada de política, nada de sindicalismo y nada de cosas raras te decían, acá usted está para trabajar. En aquellos años el pueblo estaba recién formándose, organizándose en algunos barrios, actividades culturales no había, solamente estaban los comedores, restaurant, algunos bares, pero actividades culturales por ejemplo no había, actividades deportivas solamente los fines de semana cuando se organizaban campeonatos de futbol y eso era todo, no había mucho más para entretenerse afuera del ámbito laboral. Los trabajadores éramos en ese momento alrededor de 3500 en el yacimiento, de los cuales 1000 eran directos de la empresa minera, había viviendas especiales para la planta jerárquica, para la intermedia y para los trabajadores y campamento para la gente soltera o que estaba en condición de soltero, así que teníamos transporte desde la vivienda hacia el trabajo y viceversa, así que no teníamos inconveniente en ese sentido, teníamos comedores gratis en el campamento. Eso fue trabajar en la dictadura, donde no se hablaba mucho, donde se hablaba muy poco y bueno nos estábamos acostumbrando porque los que estábamos empezando a transitar ese camino como laburante no sabíamos que había otras cosas que también teníamos que conocer y desarrollar, no las sabíamos…
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{ {{¿Qué sentís que quedó como balance de la huelga del75 cuando vos llegaste a trabajar a la mina un año después?
Después que pasó el reclamos salarial de los trabajadores mineros en el año 75, y si bien yo ingresé en el 76 un año después, no se hablaba nada de lo que había pasado. Solamente comentarios muy breves. Que fue un desastre, que se perdió tiempo, pero no había comentarios profundos para nada. No se escuchaba en los lugares de trabajo los compañeros más viejos, los jóvenes lógicamente éramos los que menos sabíamos, no nos dábamos cuenta de lo que había significado ese conflicto de los mineros el año anterior, tal vez los compañeros de más antigüedad habían participado muchos de ellos pero no se hablaba.
Cristóbal, cuando usted nos cuenta que en Sierra Grande empezó a distinguir la situación de los trabajadores como clase. ¿Ud. empezó a hacer también sus primeras experiencias militantes en ese lugar? ¿Cómo fueron esos pasos? ¿Que conclusión saca de esa experiencia?
En los primeros años de trabajo con plena dictadura, no se incursionaba en nada en lo social, al final de esta etapa algunos compañeros que habían participado en actividades sindicales decían que se podía organizar el sindicato. Ya con la vuelta a la democracia se empezó a organizar para presentar lista para las elecciones del sindicato, se presentaron dos listas, la Naranja que llevaba a Hugo Riesco como secretario general ligado a la iglesia, y la celeste que postulaba a Nicolás Siguero como secretario general de extracción peronista y ganó la Naranja por 24 votos, luego se armó un cuerpo de delegados, allí se inició una actividad sindical que fue creciendo, en todo sentido, en la renovación del cuerpo de delegados participé como candidato por mi sector de base, fui elegido y asumimos un remozado cuerpo de delegados. Previo a esto ya habíamos iniciado la militancia política en la izquierda, que también era una actividad nueva para Sierra Grande, éramos 5 compañeros que militábamos en la izquierda dentro del gremio minero. Cuatro en el cuerpo de delegados y uno en la comisión directiva, esto originó que los mineros se dividieron en dos, los que seguían los lineamientos burocráticos de Riesco y los que veían con buenos ojos que las desiciones fueran tomadas en asambleas. Esta situación me interesó mucho en lo personal. Allí inicié mi militancia política plena, teniendo como objetivo una causa clasista. No me arrepiento de mi militancia en la izquierda me permitió buscar un lugar para luchar. De hecho acompañe una gran lucha como Zanon. Lo hice desde muchos lugares, sin escatimar tiempo ni esfuerzo.
¿Cómo fue la resistencia de los mineros ante el peligro de cierre y la posterior privatización de la mina?
La ruta 3 fue testigo de muchas acciones que llevamos a cabo los trabajadores mineros, de muchas movilizaciones, muchos cortes, pero eso se dió antes del gobierno de Menem. Lógicamente el sindicato estaba al frente y arengaba para defender la fuente de trabajo. El mismo dirigente sindical, cuando cambio la dirección y estaba Menem en el poder, fue muy afín a la dirección de la empresa, así que ya no hubo grandes movilizaciones. Recuerdo que la primera vez que se cortó la ruta 3 estaba la mitad del pueblo. Estaba acompañándonos en aquellos momentos y logramos algunas reivindicaciones que estábamos reclamando.
En el menemismo se decidió la privatización de HIPASAM.¿ Como impactó en los trabajadores y cuál fue el rol que jugó AOMA?
Cuando llegó Menem al gobierno nacional, empezó a delinear su política y a ponerla en práctica, más allá de que Menem en su campaña proselitista había estado en Sierra Grande y la gente se volcó a la plaza, especialmente trabajadores mineros se volcaron a la plaza a escuchar a Menem, porque confiaban mucho en que iba a cambiar los destinos de la empresa, del yacimiento, del pueblo, que iba a haber crecimiento, que iba a haber salariazo, la revolución productiva, una serie de eslogan que tenía Menem y bueno eso lo dijo también esa tarde en Sierra Grande. Había muchas expectativas. Pero cuando ya Menem decidió aplicar su verdadera política que tenía hacia las empresas del estado, o sea empresas nacionales, entre ellas estaba HIPASAM. Intentó ofertarla para venderla y no hubo interesados, entonces continúa el derrotero de los trabajadores de la empresa sin interés de los capitalistas por comprarla. Y ahí empezó a sentirse de vuelta, lo que se había dicho muchos años anteriores. Que HIPASAM se iba a cerrar. Muchos no creíamos que se iba a cerrar lógicamente, pero si, había una alarma que a nosotros nos preocupaba, los que ya en ese momento nos dábamos cuenta lo que significaba o iba a hacer Menem, porque en mi caso personal, yo ya tenía mis primeras experiencias como sindicalista, también como militante político de izquierda, entonces empecé a ver las diferencias que implicaba el gobierno de Menem y lo que podía significar en el futuro para nosotros los trabajadores y el pueblo en su conjunto.
Así que fue mucha la preocupación que hubo lógicamente y en donde el sindicato AOMA jugó un rol muy importante colaborando con la dirección de la empresa minera. Fue cómplice desde el principio hasta el final cuando se cerró la mina. El Secretario General era Hugo Riesco. El conjunto de los trabajadores se terminó dividiendo en dos sectores, unos que apoyaban a los dirigentes de la empresa y otros que estábamos en contra, así que el conjunto de la empresa se dividió por eso. Y bueno ganó la parte que estaba dirigiendo Riesco como Secretario General, se aceptó, aceptaron ellos en realidad el cierre de la empresa, las indemnizaciones, que las hicieron como se les ocurrió a la dirección de empresa. Así que fueron momentos muy duros, porque no solamente los trabajadores perdieron sus puestos de trabajo, sino que se murió una fuente de trabajo que alimentaba la vida de un pueblo chico, un pueblo de 16, 17 mil habitantes en aquellos momentos. Las familias se desintegraron, muchos compañeros regresaron a sus lugares de orígenes, porque la gran mayoría no eran oriundos de Río Negro, éramos de provincias distintas, de Mendoza, Córdoba, San Juan, San Luis, algunos porteños, algunos de Bolivia, también había un par de compañeros orientales de Uruguay, Chilenos. Así que fue difícil, fue difícil porque al quedarse sin su fuente mayoritaria que movía los salarios, el pueblo también se destruyó, las familias y todo en su conjunto, cada uno tratar de reubicarse, encontrar un lugar dentro de la crisis que significo eso en algunas otras provincias. Así que nos diseminamos por distintos lugares, muchos vinimos a Neuquén, que todavía hoy estamos en la zona y Sierra Grande ya no volvió a ser más lo que era antes en manos del estado. La privatización nosotros no la conocimos, no se privatizo la empresa con nosotros dentro de la mina trabajando, sino que la privatización se hizo después, en realidad le dieron todas las posibilidades a empresas chinas para que se hicieran cargo y bueno nunca estuvimos los obreros desde un principio ahí, fuero otros compañeros los que ocuparon los lugares de trabajo
¿Cuál es tu reflexión acerca de tu paso por Sierra Grande? ¿Te dejó alguna enseñanza?
Bueno como reflexión mi paso por Sierra Grande y la experiencia minera, es que fue un lugar importante en mi vida, porque de muy joven había llegado a la Patagonia, apenas tenía 25 años y en principio mi primer experiencia laboral importante en relación de dependencia donde trabaje 16 años y me dejo una experiencia muy linda porque conocí muchas cosas.
Como enseñanza aprendí a luchar, aprendí a diferenciar los patrones, las organizaciones sindicales, las organizaciones políticas y me formé, hice mis primeras experiencias en la izquierda, eso fue para mí lo más importante. Haber alcanzado eso. Haber tenido el entusiasmo de poder conocer esa parte que a muchos nos hace falta, para podernos dar cuenta porqué tenemos que sufrir tanto, si trabajamos porque trabajamos y si no trabajamos también. Entonces para mí eso fue muy valioso, lo sigue siendo hasta hoy, más allá de los años que tengo como experiencia es lo más importante que coseché en mi vida.
Cristóbal hoy está jubilado, luego de una vida de trabajo y lucha. Antes de esto, en el último tramo de su vida laboral, fue parte y motor de la gestión obrera ceramista de Zanon. Otra verdadera escuela de lucha, donde compartió su experiencia clasista de casi dos décadas, ganada como obrero de la mina de Sierra Grande.