En el marco de que el Estado de Nuevo León sufre una fuerte sequía con la llegada de la “hora cero”, la escasez de agua amenaza a la población trabajadora y las instituciones responsables no han movido ni un dedo, demostrando así su carácter cómplice de este saqueo.
Por si fuera poco, el director de la empresa pública Agua y Drenaje anunció que restringiría diariamente el acceso al agua en la entidad con un horario de 6 de la tarde a las 6 de la mañana. Además, reducirá el suministro durante un día a la semana dependiendo de la zona, cosa que se ha implementado desde hace semanas.
La distribución de agua es completamente desigual. Algunos activistas de la zona han denunciado que una mayor extracción de agua recae en cinco empresas, las cuales utilizan cuatro veces lo autorizado por Conagua. Y no sólo la industria se apodera del agua, también las zonas más ricas, como San Pedro Garza -el municipio más rico del país ubicado en Monterrey- donde se consume más porcentaje de agua y presentan menos problemas de suministro. Es evidente que, quienes tienen el mayor poder de decisión sobre el destino del agua, también son quienes pueden ignorar esta crisis.
Mientras la mayoría de la población sufre la escasez de agua en sus barrios y no tienen la posibilidad de comprar pipas de agua para llevar su vida cotidiana, las clases altas no tienen de qué preocuparse.
Pero esta situación no es nueva y está lejos de resolverse, pues instituciones como la Conagua, que, en vez de garantizar la distribución del agua para toda la población, ha pactado con empresas para el consumo privado y acrecentar las ganancias de los capitalistas. Además, no ha habido cambios en el sexenio de López Obrador, quien prometió la separación entre el Estado y los intereses de los capitalistas.
Nuevo León no es un caso aislado
La problemática que sufre ahora Nuevo León no es aislada, en las zonas donde hay maquilas, empresas o fábricas el agua no sólo es mayoritariamente consumida por éstas, sino que los ríos, lagos y mares de alrededor, además del saqueo del recurso, son brutalmente contaminados y esto afecta al ecosistema de la región.
Es evidente al servicio de quién están las empresas e instituciones que tienen el manejo de los recursos naturales. Mientras los ricos riegan grandes jardines, llenan sus piscinas, tienen enormes cisternas, consumiendo hasta 500 litros por persona diarios, existen regiones donde cinco personas que viven juntas se ven forzados a consumir apenas 400 litros de conjunto por día.
La crisis hídrica golpea primeramente a la clase pobre y trabajadora, y también somos quienes sufrimos las consecuencias más inmediatas del calentamiento global.
Es urgente establecer un plan económico racional que realmente tome en cuenta las necesidades e intereses de los y las trabajadoras, campesinas y pueblos indígenas; que sea regulado por las mismas comunidades, científicxs de las universidades públicas y expertxs.
Sólo así podrá haber una relación más armoniosa con la naturaleza, podrá haber una forma de usar los recursos de forma sostenible y no estará al servicio de los capitalistas. | 
