Es la segunda vez en menos de una semana que las fuerzas de ocupación sionistas reprimen un funeral. Esta vez del jóven de 23 años Walid al-Sharif, que fue herido de bala en otra represión el pasado 22 de abril.
El viernes pasado se vivieron escenas similares durante el velorio de la periodista Shireen Abu Akleh de la cadena Al Jazeer. Akleh fue asesinada de un disparo en la cabeza mientras cubría una redada del Ejército israelí en Cisjordania ocupada.
Sharif había estado en coma desde el 24 de abril, dos días después de recibir un disparo de las fuerzas de ocupación israelíes durante una feroz represión en el complejo Al-Aqsa, uno de los lugares más sagrados del islam, que queda en Jerusalen Este.
Sucedió cuando miles de fieles se congregaron en la mezquita para participar de la oración durante el tercer viernes del mes de Ramadán. Las fuerzas sionistas atacaron el complejo dejando 152 heridos y más de 500 detenidos.
Oficialmente Israel informó que Sharif se había lastimado la cabeza tras una caída mientras les arrojaba piedras. El hospital donde fue trasladado se encargó de desmentirlos cuando anunció la muerte del jóven diciendo “Un herido evacuado hace algunas semanas de la Ciudad Vieja (...) con una herida en la cabeza y en estado muy grave murió” según la agencia AFP
Este lunes se repitieron las escenas de terror en las que un comando armado, en nombre de un estado, ataca un cortejo fúnebre. No hay otra definición para esto que terrorismo.
Los hechos sucedieron un día después de la conmemoración de la Nakba (catástofe), fecha en la que el pueblo palestino recuerda el inicio del lento pero imparable proceso de limpieza étnica que lleva a cabo el estado sionista de Israel y que se continúa hasta nuestros días. |