El físico mexicano Salvador Galindo Uribarri, denunció al liberal argentino, por haber copiado literalmente buena parte de su obra, en el libro “Pandenomics”, el anteúltimo publicado con la firma de Javier Milei. A Milei no se le cayó un encomillado, ni una referencia, apropiándose de la elaboración de este científico como suya. La investigación sobre el plagio fue publicada en la revista Noticias, por Tomás Rodríguez y Juan Luis González.
Para muchos esto no es una sorpresa. En agosto del año pasado, el liberal ya había sido deschabado, por plagiar extensos fragmentos de libros de autores austríacos, en artículos para los diarios El Cronista e Infobae. En aquella ocasión se excusó diciendo que él es un "divulgador" y que, en tal caso, se trataba de autores clásicos de la teoría económica liberal.
¿A caso parte de la labor de un divulgador no es también informar las fuentes de sus contenidos? Más fácil hacer copy-paste. Ahora, tratándose de un autor contemporáneo, como el físico que escribió Las matemáticas de las epidemias: caso México 2009 y otros, ¿cuál podrá ser la excusa?
“Bueno, o sea, digamos”, fue la única respuesta pública que se escuchó de Javier Milei al respecto de este tema -consultado en complicidad por Viviana Canosa, durante la presentación de un nuevo libro firmado por él, el sábado pasado. No pudo decir nada y lo salvaron los cantos de su tribuna.
El tema alrededor de la propiedad intelectual merece un debate a parte. El conocimiento humano se desarrolla en una dinámica colectiva e histórica, unos se nutren de la elaboración de otros, creando producciones originales, pero siempre "inspiradas" -de alguna manera u otra- en antiguos y/o contemporáneos. En pandemia este debate estuvo en el centro, en relación a la exigencia de que se liberaran las patentes y el conocimiento sobre la producción de vacunas.
Claro que esta no es la clase de libertad que defiende Milei, ni un debate que a él lo identifique. En todo caso, lo repudiable es que él tomó como propia la elaboción textual de otros autores, le puso su firma y lo vendió.
La actitud de Javier Milei -además de chanta- es contradictoria con su propio planteo ideológico: si para él la garantía de toda libertad está en el derecho a la propiedad privada, entonces lo que hizo con estos autores es un "robo", un atentado contra esa supuesta "libertad".
Pero los sueños de "libertad" de quienes se llaman a sí mismos "libertarios", no son para todos; y su defensa de la propiedad, tampoco lo es. Cuando Javier Milei habla de la libertad de poseer propiedad privada, se trata de una propiedad de la que carecen las 9/10 partes de la sociedad, como explicaba Carl Marx en el Manifiesto Comunista. La libertad que proclaman es para que los capitalistas puedan desarrollar "libremente" sus negocios, a costa del resto de la humanidad y de la naturaleza.
Y no olvidemos que la riqueza no la hacen los patrones, si no quienes trabajan, así que la propiedad privada -en tanto acumulación capitalista- siempre es un robo sobre el esfuerzo y la capacidad productiva de otros, que carecen de propiedad privada. Es por esto que los liberales de Milei son rabiosos defensores de una contrarreforma laboral y de que los trabajadores estén a merced de sus patrones, sin ningún derecho laboral.
En esto Javier Milei sí es consecuente, tanto en su actividad política, como en su actividad privada. Milei defiende los intereses de los grandes empresarios y capialistas y obtiene gruesos beneficios por esta actividad. Recientemente se conoció que su tarifa para dar una charla a fondos de inversión es de 10.000 dólares. Acá se entiende que el sorteo mensual que hace de su dieta como diputado, además de un acto demagógico, representa solo "un vuelto" en relación a sus ingresos.
En esta clase de beneficios egoístas se resume toda su impronta ideológica y política. Junto a la antiderechos y antivacunas, Viviana Canosa, dijo en la Feria del Libro: “en mi gobierno no habrá marxismo cultural”. Y, como suele hacer, atacó la pelea por derechos democrática del movimiento de mujeres y la diversidad, porque “la única igualdad que vale es la igualdad de la ley”, dijo. El planteo histórico del feminismo de que "la igualdad ante la ley, no es la igualdad ante la vida" cae en saco roto, en la lógica de un político servil al empresariado, para quien lo único que importa es la propiedad privada de los grandes capitalistas y la libertad de amasar ganancias, a costa de la explotación y de las distintas formas de opresión que sotienen este sistema capitalista y patriarcal. |