“Los motores para el crecimiento argentino” fue el nombre que se le dio a la actual y cuarta edición del ciclo. Ésta cuenta a la vez con siete encuentros, de los cuales hoy fue el primero: “Instituciones para el desarrollo”. Este encuentro está compuesto por dos mesas: “Bases macroeconómicas para el crecimiento” y “Estado de derecho para la inversión”.
Aquí nos referiremos centralmente a las principales ideas que se escucharon durante la primer mesa de la jornada. Allí expusieron Ricardo Arriazu, economista que fue asesor del Banco Central durante la última dictadura; Carlos Melconian, expresidente del Banco Central durante la primera parte del gobierno de Cambiemos; el ex viceministro de Cristina Kirchner y director de la consultor PxQ, Emmanuel Álvarez Agis; y Hernán Lacunza, ex ministro de Hacienda durante los últimos meses del gobierno de Macri.
Según la presentación hecha por la periodista del canal Todo Noticias, Carolina Amoroso, el ciclo organizado por Clarín busca “abordar los principales desafíos institucionales, sociales y económicos de Argentina”, con dos principales objetivos: “entrenar la mirada de largo plazo, y la mirada plural”. Según Amoroso, encargada de abrir el ciclo de charlas y dirigiéndose a los empresarios, consultores y economistas del establishment, “en todo lo que pensamos puede haber un punto de coincidencia y ese es el aporte que se quiere hacer desde este espacio”. Y ese aporte es dado, señaló, porque “hay una Argentina posible que puede salir del estancamiento y deterioro social, a partir del consenso y la calidad institucional, que de un marco a la inversión”.
Sin muchos rodeos, las palabras de la periodista alcanzan para describir cuáles son los intereses en la organización del evento. “La inversión” y sobretodo los “marcos adecuados” para que ésta crezca aparecieron durante el encuentro como el punto de partida para un posible “crecimiento” y salida del estancamiento que arrastra el país.
El primero en subir y pararse detrás del atril fue el economista Ricardo Arriazu. En una sintonía que se repitió con el resto de los expositores en esta mesa, pidió por más libertad para la “productividad” y la reducción del gasto público pero sin perder "la prudencia". También abogó por las políticas extractivistas de los recursos naturales y defendió “al campo” (léase las patronales agrarias), como el sector más productivo del país. En uno de sus primeros pasajes sostuvo que es necesario que se “libere la capacidad productiva y dejar que crezca la productividad. Ya que una vez hecha tal cosa, “crecemos” y luego de eso, “todo el resto se mueve solo”. Arriazu cuando habla de “dejar que crezca la productividad” se refiere en realidad a que una porción mayor de la torta vaya a las ganancias empresarias, a costa de un menor "gasto" en salarios. Pero adviertió, al menos, que eso debe hacerse con “prudencia”.
Durante otros tramos de su discurso, señaló a la Argentina como un país que se destaca por el poco nivel de inversión en relación a la productividad, y esto se debe a que son necesarios marcos económicos (laborales, fiscales) que la alienten. Es decir menos derechos y salarios para las mayorías y menor carga tributaria para la minoría empresaria. Habló también de la importancia de las exportaciones, de Vaca Muerta y de las bondades de los recursos naturales como el litio, del cual, según sostuvo, sus reservas equivalen a un PBI. Sin sonrojarse, al finalizar su discurso, cerró diciendo que si se seguía el camino recientemente propuesto, “se podría volver a reproducir lo que pasó a fines del siglo XIX”...
A Arriazu, le siguió el ex presidente del Banco Central durante el macrismo, Carlos Melconian. Arrancó nada menos que elogiando el rumbo de la política exterior de Macri durante su gobierno, pero señalando que “falló en su diagnóstico económico”. Seguidamente y subiendo el tono, afirmó que “la discusión del gasto público infinanciable, se terminó” y que “no podemos retroceder repitiendo eso”. El gasto público, los “costos” laborales y los planes sociales, junto a los impuestos y los subsidios, fueron constantes en los discursos de los cuatro expositores. Melconian machacó contra los “vicios estatales”, los “preconceptos ideológicos antimercado” y “el estrangulamiento del sector privado, tributariamente hablando”. Bastante explícito, el ex funcionario macrista expuso así las ya conocidas demandas del gran empresariado, discutiendo contra un “estatismo” que estaría representado por el actual Gobierno nacional, pero que sin embargo su administración aseguró las ganancias de ese mismo sector al tiempo que los ingresos de las mayorías siguieron perdiendo, en una mayor desigualdad en el reparto de la torta.
Melconian coincidió casi textualmente con Arriazu en dos cuestiones. La primera cuando sostuvo que hay que “liberar al sector privado”, ya que según él, ese sector (los empresarios) son quienes “crean la riqueza”. Sin embargo, lo cierto es que la riqueza es generada con el trabajo de millones de personas, y el “sector privado” lo que hace es explotar esa fuerza de trabajo a cambio de un salario para la subsistencia. Y en segundo lugar, casi que repitió a Arriazu al señalar que “un Estado ordenado y el sector privado liberado” es la única llave para un crecimiento sostenido, y “luego de eso podemos hablar de tecnología, educación e infraestructura”. Por último, en contra de los intereses de las mayorías trabajadoras y como buen vocero de su clase social, llamó a “tener cuidado con las demandas y derechos adquiridos”, al igual que con “los planes y la emisión”, refiriéndose a la insuficiente asistencia social que reciben los millones de trabajadores desocupados que se encuentran en la pobreza e indigencia.
Por su parte, el ex vice ministro de economía de Axel Kicillof y consultor, Álvarez Agis, habló de la importancia de las “coincidencias” entre quienes estaban presentes y apuntó contra “la grieta”. Según él, los dos principales problemas de la economía local son “la inflación y la moneda”, y parte de su preocupación giró en torno a “cómo salimos del cepo”. A pesar del enfoque monetarista que expuso, se definió como un keynesiano pero “uno que entiende la diferencia entre los pesos y los dólares”. Y bajo esa definición defendió una política con un menor nivel de gasto fiscal y apuntó contra la AUH, las moratorias jubilatorias, los subsidios a las tarifas y el adelanto del Salario Mínimo Vital y Móvil. Según Agis, los recursos que tienen esos destinos equivalen al monto que sumarían la baja de retenciones, la baja de contribuciones e impuestos para las grandes empresas. Con esa comparación, concluyó que “populistas somos todos, siempre con guita ajena”. De esa forma, una vez más durante la jornada se apuntaba contra los ingresos y la asistencia social (que no alcanza y la inflación licúa) a los sectores de la población que más lo necesitan en el actual contexto de crisis social.
Por último, el ex ministro de economía Hernán Lacunza, fue uno de los más directos en su exposición, con casi ningún tipo de disimulo de que lo que propone es seguir ajustando para garantizar las enormes ganancias de una minoría, mientras los salarios, ingresos y condiciones de vida de las mayorías trabajadoras continúan deteriorándose. “Los de bajos ingresos son adictos al déficit y los de ingresos menores, a los planes sociales”, fueron una de las primeras palabras de Lacunza. Aunque para disimular un poco, también agregó que “los de ingresos altos también queremos tasas subsidiadas...”, y habló de que inevitablemente, ciertas medidas que favorezcan a algunos, “incomodarán” a otros. Seguidamente, en lo que fue un lugar común entre los asistentes de la charla, pidió por que “haya estabilidad para las inversiones” y aseguró que él no tiene “nada en contra del gasto público” pero a continuación apuntó contra las moratorias previsionales (para acceder a jubilaciones de pobreza) y con “gastar más de lo que entra”.
De una manera similar a Melconian, aprovechó su intervención para “aconsejar” a los políticos y funcionarios de los partidos tradicionales, cuando señaló que “a todos nos gusta jubilar gente, pero (como consecuencia) dentro de unos años los impuestos van a ser más altos”. Lacumza se refiere a potenciales impuestos para los empresarios. Y pidió a quienes lo escuchaban: “leamos también eso ante cada iniciativa”.
En uno de sus pasajes más crudos, señaló que el hecho de que “un contrato laboral pueda terminar es una de las posibilidades”… Pero cuestionó la existencia de una "perinola" a la hora de calcular los "montos de una indemnización”. Es decir, “libertad” para despedir y cuestionar el derecho a la indemnización es lo que propuso Lacunza. Por último, llegando al mismo lugar de quienes lo precedieron, habló de “la productividad” como el punto de partida de las “soluciones” del país. Se preguntó “¿Cómo hacer para subir el salario real?”, a lo que respondió: “no es magia, al igual que la inflación es una consecuencia, hay que hacer una sóla cosa: subir la productividad, con todas las reformas necesarias, pero sin eufemismos ni mentiras al ponerlas sobre la mesa”.
Vale señalar que los pedidos de reforma laboral como vía necesaria para salir del estancamiento se choca de lleno con la experiencia pasada en el país.Con la reforma laboral durante los años ‘90, lejos de generarse empleo y aumentar la demanda, durante esos años hubo un fuerte incremento de la desocupación, de la precarización y tercerización laboral, que quitaron derechos a millones de trabajadores. Ataques que hasta el día de hoy se mantienen. Las politicas de esos años fueron las que decantaron en la crisis de 2001.
Con su intervención el ex ministro de economía cerraba la ronda de expositores de la primer mesa de la jornada. Luego vino la mesa “Estado de derecho para la inversión”, en la que expusieron el presidente de la Corte, Horacio Rosatti; el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti; el jefe de gabinete Juan Manzur; y el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou. |