Si bien es cierto que las prácticas clínicas que se hacían de forma “regular” fueron drásticamente reducidas por la saturación de los hospitales, la carencia de insumos y otros problemas que ya enfrentaba de por sí el sistema de salud y que resultó agudizado por la pandemia, también es cierto que las autoridades universitarias no hicieron gran cosa para ayudar, tanto por su poca participación en la estructura de salud, como por su abandono del estudiantado, del profesorado y de los trabajadores. Sin embargo, la mayoría de las y los estudiantes que se encontraban realizando el servicio o residencias se mantuvieron en sus puestos.
Un sistema de salud precario
El problema es mucho más profundo de lo que dicen las autoridades, tanto gubernamentales como universitarias. El abandono en el sector de la salud se visibiliza en la precariedad laboral que sufrieron los trabajadores (enfermerxs, médicos, camillerxs), sin embargo, éste ha estado presente desde antes de la pandemia con los recortes al presupuesto de salud.
El recorte presupuestal se refleja en la precariedad que viven los trabajadores de la salud (producto de una serie de gobiernos neoliberales que abandonaron los servicios médicos gratuitos) y que se expresó con la serie de movilizaciones cuyas demandas iban desde la exigencia de más y mejores insumos e inmuebles en los hospitales y centros de salud, hasta la exigencia de mejores condiciones laborales.
Las demandas de los trabajadores se expresaron con la serie de movilizaciones de Guerrero, Oaxaca, CDMX, donde se denunciaban los bajos salarios y condiciones muy explotadas, pues debían atender hospitales saturados y sin el equipo suficiente (camillas, tanques de oxígeno). Así pasó el 10 de septiembre del 2021, cuando suscitó una manifestación de trabajadorxs en frente de la mañanera de AMLO de ese día en el cuartel de la Octava Región Militar de Oaxaca para denunciar y exigir la reinstalación inmediata de los 2 mil cien despedidos; aunque AMLO se comprometió a mejorar la situación de estos, lo cierto es que se desconoce si se resolvieron las demandas o la reinstalación, pues ya se ha demostrado que el gobierno de la 4T tiende a dejar sus promesas incompletas.
Agregado a la pésima administración, tanto por los gobiernos anteriores como el actual, que fue al que le tocó un sistema de salud totalmente deteriorado, surgió a lo largo de la pandemia una campaña de HT donde se evidenció la poca disposición para mejorar las condiciones de los trabajadores como en #AyerHéroesHoyDespedidos, en donde se manifestó el descontento generalizado de lxs trabajadorxs de la salud, que, después de una entrega física y mental contra el Covid-19, son agradecidos con despidos, recortes salariales y precarización laboral en general (pues cada vez es más dificil conseguir alguna plaza o la posibilidad de generar antiguidad).
La precarización de les estudiantes de medicina
Las autoridades de la “máxima casa de estudios del país”, que ahora se pavonea de decir abiertamente que aportó al combate de la pandemia, oculta que eso sucedió sobre la base de estudiantes, trabajadores precarizados, y pasar por alto las condiciones laborales de sus docentes y trabajadores. La realidad es que en las brigadas de vacunación los planteles estaban saturados, con beneficiarios precarizados y las líneas de comuniación eran deficientes.
Sin embargo, la realidad es que la pandemia profundizó el ataque a la educación pública y gratuita. La deserción escolar en los años pendémicos no tiene presedentes y la UNAM, lejos de procurar al estudiantado otorgando canasta básica electrónica (cuya carencia fue el principal motivo de abandono) o apoyo total a los profesores (que movimientos como #LaUNAMnoPaga demostró el nulo interés de las autoridades universitarias).
Concretamente en la FACMED, a finales del año pasado, el estudiantado se manifestó contra la falta de plazas de pregrado y condiciones dignas para sus prácticas.
El gobierno responsabiliza al estudiantado de haberse quedado en casa y no enfrentar la pandemia, pero son los mismos estudiantes quienes han sufrido la pérdida de sus familiares por contagios, o tuvieron que dejar la carrera porque en casa ya no alcanzaba al enfrentarse a los despidos y recortes salariales, además de unirse a las filas de los trabajos con peores condiciones laborales.
Además de que previo y durante la pandemia, se oculta que son precisamente las y los estudiantes de diversas escuelas de medicina, quienes terminan siendo la mano de obra más barata en todas las clínicas y hospitales, so pretexto del “servicio social” o la residencia, en el que perciben lo mínimo, con jornadas laborales extenuantes, y sin reconocerse la relación laboral.
El problema no son los estudiantes, es la universidad que dejó claro que no está al servicio de la comunidad pues, a pesar de que hubo campañas de pruebas covid y vacunación, estas fueron completamente limitadas, no solo para la comunidad universitaria, sino para el conjunto de la población.
La universidad regida por unos cuantos sólo responde a sus intereses. Por eso es necesario arrancar el control del presupuesto y seamos los y las estudiantes, trabajadoras y maestras quienes decidamos a dónde se destina, pues la universidad es nuestra. A la par de exigir condiciones dignas para quienes al egresar de la universidad encuentran un campo laboral altamente precarizado. |