El TOC 2 de San Nicolás lo halló culpable de crímenes sexuales cometidos en 2017 contra al menos cinco niñas y niños de entre 3 y 5 años de edad. El exportero Anselmo Ojeda también fue condenado a 15 años. Ambos recibieron el beneficio de la prisión domiciliaria hasta tanto quede firme la sentencia. Por su parte la expreceptora María Rubíes fue absuelta. La lucha de las familias de San Pedro, con el apoyo de buena parte de la comunidad, logró vencer las maniobras y amenazas del Arzobispado de San Nicolás, cuyo titular Hugo Santiago protege a Matiussi tal como es tradición en la Iglesia.
Luego de diez días de espera, tras las audiencias del juicio oral y público desarrolladas entre el 9 y el 13 de mayo, el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Nicolás dictó sentencia este mediodía en la causa por abusos sexual agravado contra el sacerdote de la Iglesia católica Tulio Matiussi, el exportero Anselmo Ojeda y la expreceptora María Rubíes, por hecho ocurridos en 2017 en perjuicio de cinco niñas y niños de entre 3 y 5 años en tiempos en los concurrían al jardín de infantes Belén de San Pedro.
Finalmente les jueces María Elena Baquedano, Alejandro López y María Ocariz dijeron que durante el juicio quedaron probados los abusos reiterados sobre las y los cinco menores y resolvieron condenar a Matiussi a 15 años de prisión, en tanto que a Ojeda lo condenaron también a 15 años, ambos fueron beneficiados con prisión domiciliaria. Por su parte, Rubíes fue absuelta. Ni el cura ni sus dos cómplices estuvieron presentes en la sala para escuchar la sentencia. Lo hicieron a través de una conexión virtual. Sólo estuvieron sus abogados.
En las audiencias del juicio las familias denunciantes pudieron comprobar la contundencia de las pruebas que incriminan inequívocamente a Matiussi, Ojeda y Rubíes. Así, era de esperar que la condena se basara en los pedidos de los particulares damnificados (33 años de prisión) y del representante del Ministerio Público Fiscal, Hernán Granda (penas de 28 años). Sin embargo, el Tribunal decidió bajar esas penas a la mitad (en el caso de la expreceptora directamente salvarla de cualquier culpa), demostrando su voluntad de beneficiar al cura y sus secuaces.
El caso de los abusos en el Jardín Belén lleva años conmoviendo a la localidad bonaerense de San Pedro. No sólo por las características de las víctimas y de sus victimarios, sino también por el nivel de compromiso con el cura abusador asumido por su superior Hugo Santiago, titular del Arzobispado de San Nicolás. Eso lo convierte en un caso testigo sobre los comportamientos de la jerarquía eclesiástica frente a casos tan evidentes como éste, ocurrido nada menos que en el propio país natal del actual papa Francisco.
El caso también conmueve, mucho más allá de San Pedro y San Nicolás, por la tenacidad y convicción de un grupo de madres y padres que, en soledad y con un enorme aparato institucional en contra, dieron el siempre difícil paso que hay que dar tras escuchar a sus propias hijas e hijos relatar las atrocidades sufridas. Hoy, merecidamente, esas familias son acompañadas por mucha más gente que al principio. Allí, y no en las roscas judiciales donde el poder de lobby de la Iglesia se hace fuerte, radica la garantía de que juicios como éste prosperen y se logre imponer al Estado una condena para los crímenes cometidos bajo el amparo de las sotanas.
Con informe de Federico Berg, corresponsal en San Nicolás