En dicho informe, también mencionó que en los estados de Veracruz y Oaxaca hay una sequía moderada aumentando a sequía severa como en Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua y Sinaloa mientras que la Península de Baja California y Sonora se encuentran en sequía extrema.
Aunque semanas antes se había registrado una mejora en el porcentaje con afectación, el más reciente registro del monitor informó que al 15 de mayo de 2022, el área con sequía moderada a excepcional fue de 56.87% a nivel nacional, o sea 1.68 mayor que a finales de abril de este año.
También se registró que del 1 de octubre del 2021 hasta el 15 de mayo del 22 ha llovido 21.4% menos que el promedio histórico de ese mismo lapso. Y se recrudece en el periodo del 1 de enero al 15 de mayo, pues se ha registrado un déficit de lluvia de 28.2% en comparación con la cifra nacional histórica del mismo periodo.
Aguascalientes, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua y Sonora son las entidades del país que tienen el 100% del territorio bajo alguna condición de sequía. Según la Conagua, las presas en estos estados se encuentran por debajo del 50%.
La realidad es que, a pesar de que los estados estén rozando la sequía extrema, no se expresa de la misma manera en la población. La gente que realmente está sufriendo las consecuencias no son los ricos que llenan sus albercas, riegan sus enormes campos de golf o utiliza el agua de manera inconsciente; son todas las personas trabajadoras y pobres que enfrentan de primera mano las graves consecuencias de la crisis.
En Baja California hay cuatro presas registradas por la Conagua: El Carrizo, que se encuentra en 52.11% de su capacidad, Las Auras con 49.26%, Tijuana con 18.28% y Ensenada con apenas 5.64%. Y aunque suene catastrófico, los clubs privados más costosos siguen en perfecto funcionamiento. Además, políticos, empresarios, grupos y consorcios multimillonarios están endeudados con el estado por no pagan el agua con la que riegan sus grandes fortunas.
Se hizo una lista con las 399 cuentas de millonarios bajacalifornianos y juntas sumaron un adeudo de mil 158 millones 548 mil 570 pesos. Es delirante.
El gobierno ha pedido tomar medidas para que la crisis empeore como tomar duchas de cinco minutos, poner cargas completas de ropa en las lavadoras, barrer en vez de empujar la basura con el chorro de una manguera y otras acciones que al final son salidas muy individualistas, pues, a pesar de es importante cuidar el agua en las casas, el gasto doméstico no se compara con los litros y litros que las empresas gastan y contaminan día con día, por lo que estas medidas son impotentes.
En Coahuila se encuentran cinco grandes presas, de las cuales, la que tiene un mayor consumo de agua es San Miguel con 50.78%.
Mientras Luis Arizpe Jiménez -el hombre más rico de Saltillo, inversionista de Arca Continental- sigue viviendo sin preocupación alguna, el campo se vuelve cada vez más infértil y deja a los y las campesinas en peores condiciones al no poder realizar su cultivo. Para colmo, el gobierno federal ha eliminado 17 programas de ayuda agrícola y se ha abandonado por completo el campo norteño.
En vez de que el gobierno federal volteé a ver las problemáticas cada vez más profundas de la mayoría de la población, continúa con la construcción de megaproyectos como el Tren Maya que significan un drástico golpe al ecosistema mexicano.
No es posible que las grandes empresas sigan gastando los recursos naturales como si fueran ilimitados, acaparándose de los millones de litros que alimentan a la población, y que el gobierno, que según gobernaría para ricos y pobres, no esté haciendo nada para detenerlos.
La crisis climática es un futuro irreversible en este sistema, pues la sobreproducción que enriquece a unos cuantos no va a parar, la contaminación del agua y el aire seguirá en aumento si las fábricas y empresas siguen produciendo a este nivel y el calentamiento global llegará a medidas extremas.
Por eso es tan urgente arrebatar el control de las fábricas. Que sean los y las trabajadoras y campesinas quienes decidan qué producir, cuánto y de qué forma para que no signifique un problema para el ecosistema.
El capitalismo verde no existe, no hay producción sustentable en un sistema sediento de poder y dinero que pasa por encima de la clase trabajadora, pobre y campesina sin importar las consecuencias sociales y climáticas.
No somos los individuos de manera aislada quienes podremos enfrentar esta crisis por nosotros solos. No hay acción particular que se compare con la devastación de las empresas, solo la organización de los sectores populares y de trabajadores golpeados por las sequías y la catástrofe ambiental, podremos detener esta catástrofe.
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