Entre lasirregularidades cometidas por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), socio estratégico del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se cuentan el haber iniciado la campaña electoral 7 meses antes que los demás partidos con registro.
De los 11 consejeros, 7 votaron en contra de retirar el registro al PVEM. Lorenzo Córdova, el consejero presidente, tuvo el cinismo de aceptar que el PVEM sí infringió la ley electoral, pero “no obstaculizó ni impidió la recreación de la democracia”. Y a continuación recordó las multas que se dictaron contra ese partido, que ascienden a 185 millones de pesos.
Prácticamente en toda la prensa hay críticas ante la impunidad otorgada al PVEM por parte del Instituto Nacional Electoral (INE).
Pero lo que no se dice es que mientras los partidos de este régimen asesino –PRI, el jefe del PVEM, Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), responsables políticos de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa– tienen vía libre para competir en las elecciones, los trabajadores y la izquierda independiente tienen vedada esa posibilidad.
La Ley General de Partidos Políticos en su artículo primero establece que las organizaciones deben acreditar que cuentan con un número de militantes o afiliados equivalente al 0.26% del padrón electoral vigente a los últimos comicios para solicitar el registro como partido nacional. Hoy ese 0.26% implica 214,434 afiliados.
Al mismo tiempo, la ambigua ley indica que si una organización quiere solicitar su registro como partido nacional -entre numerosos trámites y requisitos restrictivos- debería contar hoy con 3,000 afiliados en al menos 20 estados de la república o 300 en 200 distritos electorales. Son 60,000 en cualquiera de las dos opciones.
Además, cabe destacar que se puede solicitar el registro como partido político sólo después de elecciones federales en las que se elija presidente. Esto significa que organizaciones de los trabajadores y los sectores populares sólo podrían intentar obtener el registro de un partido político...¡en 2018!
De esta manera, los funcionarios electorales de cargos directivos garantizan que los brazos políticos de las trasnacionales, el imperialismo y los empresarios locales –el PRI, el PAN y el PRD- prácticamente monopolicen el acceso a espacios en los medios masivos de comunicación –que son propiedad de los amigos del poder, como la familia Azcárraga. Esto se acentúa en tiempos de campaña electoral.
Y así, en cada elección disputan su cuota de poder, para acceder a los sobornos más jugosos y gobernar a favor de los organismos internacionales, los magnates como Slim y las trasnacionales como Chevron. Fue así que estos partidos, firmantes del Pacto por México, votaron –o avalaron en el caso del PRD- las reformas estructurales: energética, educativa, laboral, de comunicaciones, orientadas a maximizar las ganancias de las grandes trasnacionales.
Estos partidos son los que se asocian para ahogar la lucha del magisterio contra la reforma educativa, como en Oaxaca con el llamado de Gabino Cué, perredista, a militarizar el estado, en un todo de acuerdo con el gobierno federal encabezado por Enrique Peña Nieto.
Los trabajadores y la juventud necesitan su propio partido
Los partidos tradicionales están todos por aplicar los planes del imperialismo, que implican deteriorar aún más las condiciones de vida de los trabajadores y los sectores populares.
Ante la deslegitimación de los partidos del antidemocrático régimen mexicano –en el marco de una crisis internacional de representación burguesa– se impone la necesidad de que surjan nuevas alternativas. Es necesario denunciar todas y cada una de las trabas antidemocráticas que impone el régimen de dominio para impedir que exista una tribuna de los explotados y los oprimidos que pelee por defender sus derechos y esté codo a codo en cada una de las luchas.
Es imprescindible que se escuche una voz que defienda los intereses de los jóvenes y la clase trabajadora, y que denuncie a escala nacional la represión contra quienes cuestionan la corrupción, la colusión entre los distintos niveles de gobierno y el narcotráfico, la violencia contra las mujeres y los periodistas críticos y la entrega del país a los capitales privados, internacionales y locales. Una voz que esté presente en las luchas, en los procesos de organización y también en el terreno electoral, el terreno que los ricos y los poderosos reclaman sólo para sí.
La dirección del Morena de Andrés López Obrador intenta confluir con los sectores que expresan más activamente el descontento. Así lo demuestra con sus llamados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación para concretar un acuerdo político.
Sin embargo, no plantea la ruptura con el imperialismo estadounidense, una cuestión de primer orden para enfrentar las reformas estructurales, diseñadas según los intereses de los capitales internacionales.
De esta forma, las aspiraciones de las millones de personas que votaron a ese partido se verán frustradas y quedarán sin resolver demandas tan elementales como el derecho a la salud y a la educación.
Es fundamental que surja una alternativa socialista y de independencia de clase que deje atrás toda marginalidad. Que se plantee la fusión de los socialistas revolucionarios con la base magisterial, con los trabajadores que empiezan a luchar por la democracia sindical y contra las reformas estructurales, con los jóvenes que quieren terminar con la militarización del país, que costó cientos de miles de muertos, desaparecidos y desplazados.
Esto se puede lograr: en Argentina, la experiencia del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) y en particular del Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS) lo demuestra. Sus legisladores, sus candidatos, denuncian cada ataque contra los trabajadores y ponen el cuerpo y sus salarios al servicio de sus luchas.
Como señala Jimena Vergara, dirigente del Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS, partido hermano del PTS en México): “El triunfo de la lista encabezada por el PTS en las PASO, es una conquista para la izquierda internacional y la vanguardia obrera en la medida que expresa, aún en pequeña pero significativa escala, la justeza de una estrategia para construir partidos revolucionarios a nivel internacional, orgánicos a la clase obrera y con capacidad para influenciar a sectores cada vez más amplios del movimiento de masas.”
Ésa es la perspectiva a la que quiere abonar el MTS. Nuestra energía y nuestra capacidad están al servicio de dar pasos hacia la construcción del partido revolucionario internacional que necesitan y merecen los trabajadores y la juventud en México y el mundo. |