“Es muy necesario que se resuelvan los problemas de fondo porque, si no, no hay política social que alcance”. La frase le pertenece a Andrés Larroque, ministro de Hábitat y Desarrollo Urbano de la provincia de Buenos Aires. La pronunció este lunes cerca del mediodía en el marco de un acto celebrado en la ciudad de La Plata.
El funcionario de Kicillof -conocido por su rol en la represión a las familias sin techo de Guernica- volvió a depositar responsabilidades sobre la gestión nacional. En particular sobre la cartera de Economía, que corre a cargo de Martín Guzmán. Aunque en la entrevista de este lunes Larroque trató de ensayar un tono más bien amable, el centro del discurso político kirchnerista sigue estando en diferenciarse de la gestión económica, aunque sin presentar algún plan alternativo.
Consultado sobre la compleja situación social y la eventualidad de un desborde, Larroque también dijo que “nunca uno puede saber que va a ocurrir. Es una situación muy compleja, muy complicada. Lo que sí está claro es que hay una presencia del Estado provincial. Siempre lo principal tiene que ver con la política económica y hemos sido claro en lo que pensamos”. ¿Presencia del Estado provincial? ¿Como en Guernica?
El kirchnerismo tiene que como orientación política despegarse de la gestión económica, pensando en las elecciones de 2023, al tiempo que sostiene al Gobierno. Es, como bien lo graficó Fernando Scolnik en este diario, una doctrina propia del “laissez faire” (dejar hacer). Una política esencialmente destinada a no pagar los costos de un ajuste que se implementa en el marco del acuerdo con el FMI y en un contexto internacional crítico.
Larroque también fue consultado por la unidad interna del Frente de Todos. "Sin la unidad no se puede y con la unidad no alcanza”, respondió de manera genérica. Luego agregó, en referencia a las diferencias internas, que esa unidad “no es una cuestión mágica de una simple reunión. Si nosotros no resolvemos los problemas de la gente puede sostener".
Sin embargo, ni el llamado "albertismo" -es decir el presidente y Guzmán- ni el kirchnerismo, plantean un programa que dé salida estructural a los problemas agudos que afectan la vida de las grandes mayorías populares. Más allá de los discursos, ningún ala del Frente de Todos levanta planteos que afecten los intereses del gran empresariado para garantizar así solución a los padecimientos que sufren millones, ni un desconocimiento soberano de la deuda, rompiendo con el FMI y planteando medidas de emergencia como la nacionalización de la banca o el monopolio estatal del comercio exterior.
En el caso de Guzmán, esto es directamente justificando el rumbo. El ministro ha venido sosteniendo una especie de "teoría del derrame" donde la recuperación del empleo y el salario solo vendrá luego de que los empresarios ganen en cantidades y decidan invertir. En el caso del kirchnerismo, las escasas medidas propuestas no alteran sustancialmente esa situación, sino que tienen más bien objetivos propagandísticos. Al mismo tiempo, más allá de los discursos contra los grandes poderes económicos, allí donde hay funcionarios de ese sector político se producen subas de precios -como es el caso de los combustibles- o queda en evidencia la completa incapacidad -o complicidad con las empresas- para enfrentar seriamente la inflación.
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