Este lunes se conoció la renuncia de Antonio Pronsato quien estaba al frente de la unidad ejecutora de la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, bajo la órbita de los cristinistas Agustín Gerez (titular de Enarsa) que depende de la subsecretaría de Energía Eléctrica que a cargo de Federico Basualdo. El funcionario -que fue parte de los equipos de trabajo de Julio De Vido- su cargo sin dar motivos. Sin embargo, según diversos medios, lo que habría motivado la decisión habría sido las demoras en el inicio del proyecto.
Según consigna el portal especializado EconoJournal la renuncia se habría dado por “disconformidad con el escaso avance real de la obra, que lleva meses de retraso. El directivo era, en los hechos, el funcionario que más empujaba para que la obra se materialice”.
La misma fuente agrega que "Pronsato era quien imprimía mayor velocidad al proceso administrativo para configurar la licitación y oficiaba como una especie de garante en la interlocución no sólo con las constructoras que aspiran a adjudicarse la obra, como Techint, Sacde, Contreras, BTU y Cartellone, entre otras. Sino también con proveedores de materiales e insumos para la obra y con empresas productoras de gas que precisan del nuevo gasoducto para poder incrementar su producción desde Vaca Muerta".
La renuncia abre un nuevo capítulo de incertidumbre sobre una obra que, a pesar de los anuncios, ni siquiera ha empezado a realizarse. Cabe recordar que el último de los lanzamientos lo hizo el mismo Alberto Fernández hace cerca de dos meses. Según publica el diario La Naión el secretario de Energía, Darío Martínez sostuvo en delcaraciones a la prensa este lunes: “Estamos muy contentos con los avances que viene dando la Argentina. Diez años después de la decisión de Cristina Kirchner de controlar YPF, Alberto Fernández tomó la decisión de avanzar con el Gasoducto y lanzar el Plan Gas.”
La construcción del gasoducto aparece en el centro de varios intereses. Para las grandes patronales hidrocarburíferas es una vía esencial para multiplicar sus ganancias, llevando el gas producido en los yacimientos de Vaca Muerta hacia Buenos Aires y los puertos de esa región. Para el Gobierno nacional la construcción obedece a la necesidad imperiosa de producir gas propio y reducir las importaciones de ese insumo, a las cuáles se destinan suman enormes de dólares que no hacen más que acrecentar la escasez de esa divisa. De acuerdo a las proyecciones de Enarsa con la finalización el ahorro “en el corto plazo” podría alcanzar 1000 millones de dólares anuales en subsidios.
Mientras el principal problema para el Frente de Todos es como reducir importaciones de gas, y por esa vía juntar más dólares para pagarle al FMI, en el país son millones las familias que no acceden al suministro de gas natural por red. Una necesidad básica que no esta resuelta, el acceso a este servicio debería ser un derecho. Para lograrlo es fundamental que el sistema energético deje de regirse por los parámetros del lucro privado. La ganancia capitalista no puede estar por encima del interés de las grandes mayorías populares. Al mismo tiempo es necesario poner recursos en una transición energética para pasar a otras formas menos contaminantes, algo que no va a venir de la mano de las petroleras. |