El martes negro se adueñó de las operaciones cambiarias en las principales plazas de China, que nuevamente se desplomaron hasta un 6 por ciento, luego de tres semanas de aparente estabilidad.
Entre los factores que influyeron en el derrumbe, se encuentra por un lado la incertidumbre con respecto a la continuidad de las medidas de política monetaria que desde el Gobierno y a través del Banco Popular de China se vienen aplicando sobre el mercado financiero.
La ayuda estatal inyectada en los mercados a partir del primer desplome bursátil ha sido de gran alivio, y en palabras de un operador de la bolsa: "Dado que la confianza ha estado débil desde la fuerte caída que comenzó en junio, la gente cree que el mercado no puede apoyar los actuales niveles de los precios de las acciones sin el respaldo del Estado. Esta percepción ha causado un extendido nerviosismo".
Otra variable a tener en cuenta es en relación a las devaluaciones aplicadas la semana pasada por el banco central del gigante asiático, que acumularon un 2,9 por ciento; este “debilitamiento del yuan” podría impactar en los sensibles mercados, creen algunos analistas.
Aunque el mercado se ha estabilizado después de una serie de medidas del Gobierno para contener la fuerte caída de junio y julio, la confianza de los inversores sigue frágil.
En números, las bolsas el martes cerraron con una caída en el índice compuesto de Shanghái de 6,1 por ciento a 3.749,12 puntos. El índice CSI300 de las mayores compañías cotizadas en Shanghái y Shenzhen descendió 6,2 por ciento a 3.825,41 unidades.
Los cambiantes escenarios de la economía China se han trasformado en moneda corriente, se alternan semanas de desplome bursátil con otras de” mini procesos de devaluaciones”, en ambos escenarios el Estado ha intervenido para tratar de sortear estas trabas, pero de conjunto el crecimiento de la economía de China se vuelve cada vez más lento y su futuro permanece aún indefinido. |