Cerca de las 21: 30 hs del domingo, llegó a Lujan la pequeña pero gigante caravana que partió de Lugano repleta de solidaridad. Allí se encontraron los jóvenes del Comité Frente de Izquierda Lugano con los lujanenses Jorge, Lorena y sus dos pequeños hijos, que los esperaban en una camioneta que les prestó Marcelo, un fletero oriundo de esos pagos, para ayudar a repartir las donaciones puerta a puerta.
La primera parada fue en la casa de Maria y su familia, en una humilde vivienda que es la que más sufre las inundaciones en la manzana, ya que al estar construida en un "pozo" todo lo que drena a su alrededor, va a parar a su casa. En el suelo de su hogar podían verse aún charcos llenos de agua. En una habitación estaba su pequeño, recién operado de una dificultad en sus genitales. Jugaba con un muñeco en una cama exageradamente levantada. "Levanté el doble la cama para evitar que le llegue la humedad", explicaba María, que además aclaraba: "no nos llega la ayuda social porque, a pesar de que nos inundamos, no estamos en una zona de emergencia". El encuentro de Maria y su familia con el Comité de Lugano terminaba con una foto y un gran abrazo.
El viaje continuó rumbo al barrio Olivera. Ya era tarde, rondaban las 22 hs, los caminos estaban intransitables, lo que los obligó a reprogramar la ruta varias veces.
La corta caravana era guiada por Jorge. El objetivo era hacer contacto con unas 20 familias que se encontraban en la rivera del barrio.
Llegó un momento en que con los vehículos no se pudo avanzar más, los pozos y los surcos lo hicieron imposible, hubo que seguir a pié. Una casa a metros, aplausos y a la búsqueda de Milena, con quien el Comité se venía comunicando. Al preguntar por ella, dijeron conocerla: "esperá amigo que ahora la llamamos". Delante de la casa, en el camino, solo oscuridad y barro. A lo lejos, un par de luces que se iban acercando cada vez más.
Milena, Hernán y un grupo de chicos se reunieron con el comité de Lugano. Milena, mientras se acercaban algunos vecinos más, ofreció guardar las cosas en su casa, que quedaba a pocos metros, explicando que "la situación es la siguiente, es muy tarde tenemos más de 5 cuadras hasta la orilla del río y la mayoría aún está sin luz".
Los jóvenes del Comité conversaron por unos momentos y le explicaron que su compromiso había sido llegar puerta a puerta y querían cumplirlo. Minutos más tarde, con varios bultos de donaciones a cuesta, se encontraban con los pies y hasta las rodillas en el barro.
En el camino, no faltaban los chistes. "No me imagino a Scioli caminando por acá", bromeaba Jenny, militante del Comité de Lugano. Más adelante, Ariel, independiente del Comité, caía en el barro junto con el agua potable que llevaba en su hombro.
Frente a la casa de Mirta, la última del recorrido, se encontraba el río. Y frente al río, otro barrio más desbastado por la desidia de los Scioli, los Macri y los Massa, esos que gobiernan desde siempre y se la llevan en pala.
Mirta volvió esa mañana del centro de evacuados. Así y todo abrió las puertas de su casa al Comité del Frente de Izquierda. Nos decía "no es la primera vez que nos pasa, perder todo una y otra vez te afecta psicológicamente". Mientras pasaba un mate de mano en mano, se interrumpen las charlas individuales para dar lugar a una charla entre todos los presentes. Los jóvenes explicaron a las familias afectadas quiénes son, que lo que traen es gracias a la solidaridad de un barrio lleno de laburantes y que, a diferencia de otros partidos políticos, con Nicolás del Caño y Myriam Bregman a la cabeza, son un partido que pelea por un cambio social de raíz. “Ah, un pibe y una rubia, no? Esos que donaron plata para los inundados”, expresó José, un joven de Lujan, luego de atar cabos sobre los candidatos del Frente de Izquierda.
Volviendo sobre el mismo barro, pero ahora sin peso y, por lo tanto, más hábiles pese al frío y el cansancio. Las historias de la gente del lugar seguían impactando. Verónica contaba que, debido a una enfermedad, debía hacer una dieta estricta donde todo lo que consumía tenía que ser líquido. Estas realidades se hacían más pesadas que las zapatillas que se hundían en el barro, que parecía que los agarraba con fuerza mientras regresaban hacia los vehículos.
Se empezaron a bajar algunas cosas más que Hernán se comprometió a repartir al día siguiente entre las familias que estaban a la izquierda, un lugar al que por la hora, la falta de luz y los enormes charcos de agua no se pudo llegar.
Jaque fue con la última vecina con la que hablaron. Los vio pasar en el camino y salió a buscarlos. Su casa quedaba a unas cuantas cuadras de donde desembarcó la caravana y a tres cuadras del río: "vengan a casa, hay luz, pasen al baño y les puedo ofrecer algo calentito para tomar". Una vez en su casa, la marca del agua en la pared y muchas cosas aun en altura, llamaban inevitablemente la atención. Jaque nos contaba la dramática situación de ver cómo el agua amenaza todo lo que es de uno: "a las 12 del mediodía fui a ver el río y ya estaba muy crecido, a las tres horas tenía el agua en el patio. Empecé a subir todo arriba y no me dio tiempo por mi dolor de cervical que me estaba matando, uno quiere salvar todo, son las cosas de una y sabes que nadie te las devuelve".
Mientras el agua hervía y el último integrante del comité pasaba por el baño, siendo las 2 de la mañana del día lunes, la jornada solidaria que había arrancado en Lugano el día sábado empezaba a terminar.
La camioneta con la leyenda "Justicia por Nehuen" encabezaba el viaje de regreso a Lugano, donde todo había comenzado. En la ruta, una tremenda neblina que no podía tapar lo que aún en la oscuridad de Olivera se podía observar: para que el pueblo trabajador no pierda una y otra vez todo, hay que luchar por cambiar este sistema y con él, a la casta de políticos que, a través de su desidia, son los responsables directos de este nuevo crimen social. |