Es como si fueran por dos avenidas, la política, por un lado; y por el otro, la dura realidad de amplias mayorías que no llegan a fin de mes. No hay cruces entre estas dos avenidas. Algo así expresó un ex vicegobernador de la provincia en su magazine político semanal el pasado lunes.
Hay que aclarar que no se trata de toda la política o de cualquier política, sino de la política que ejercen las y los integrantes de los partidos tradicionales. Del otro lado, está la izquierda compartiendo la misma avenida del pueblo trabajador.
Pero volviendo a la cuestión de las dos avenidas, si la política tradicional, transita una sola, no es solo por una vocación natural de gozar de múltiples beneficios de los altos cargos en el Estado, desde los cuales gestionan o legislan para los que ya son ricos se hagan aún más. En el fondo, en la provincia y en todo el país, la política tradicional registra un diagnóstico similar, el de la “manta corta”, o sea se encuentra con los límites que la economía le imprime a la política.
Esto se agrava aún más con una dirigencia que dejó en manos del FMI la conducción de las principales variables económicas profundizando así un camino donde el país es orientado a sostener el negocio financiero, el pago de la deuda y la fuga de capitales de unos pocos; mientras el resto se las tiene que arreglar casi como pueda.
La actitud de los partidos tradicionales frente al proceso inflacionario es una confesión de partes. Le declaran “la guerra”, pero no pueden o no quieren controlar a los grandes productores y comercializadores de alimentos que ni siquiera cumplen con los “precios cuidados”; se rinden ante los gigantes del agronegocio que especulan con el precio de los alimentos; alientan la suba de tarifas de la luz o el gas (para compensar la quita de subsidios a las empresas que pide el FMI). En el plano local también ordenan subas del boleto de colectivo o como el gobernador de Jujuy que festeja el aumento del bioetanol (que beneficia a los ingenios) y que ya se vio que es traducido al precio del combustible. Y en el caso de los liberales, agárrate los bolsillos, entre sus medidas llevarían a que el pan, los fideos o la carne, se cobre a precio dólar.
Y son estos mismos gobiernos que mientras dejan correr que los grandes empresarios puedan ir ajustando precios con tal de mantener (o en muchos casos) mejorar su ganancia, también alientan a estos mismos empresarios a poner todo tipo de reparos al momento de otorgar paritarias acordes a la inflación como vemos en ingenio Ledesma o ni hablar en el propio Estado jujeño cuando la inflación a mayo ya se comió el aumento miserable del 19 por ciento que recién se cobra en julio.
Pero si esta casta política actúa de esta forma frente al hambre del pueblo, a la vez, que todos los días ofrecen sus peleas internas como una comedia de los pimpinela; otros, están desde el año pasado en campaña para presidente como el gobernador Morales, y a la postre, el presidente del PJ jujeño le festeja su iniciativa; y para no olvidar, hasta el devenido súper héroe “anti casta” Milei busca todo el tiempo un acuerdo con Macri, Bullrich o con fieles representantes de la misma casta como Bussi hijo del ex gobernador de Tucumán e interventor durante la última dictadura militar, bueno entonces si la casta está tan transitado la otra avenida con tanto desparpajo, es también por cuenta con el apoyo de las dirigencias sindicales y una parte de las organizaciones sociales que colaboran para contener y que la sangre de los de abajo no llegue inundar su zona de confort.
Por todo esto, el cruce de avenidas que postula la política tradicional viene con el boleto picado, son estos mismos partidos que gobiernan para los grandes empresarios dueños de la provincia y del país, los responsables de la larga y pesada crisis que atraviesa a las mayorías.
Pero si pensamos en la posibilidad de que la avenida de las mayorías trabajadoras, de aquellos que producen la riqueza y mueven al país todos los días, irrumpa como alternativa de reorganizar todo este desastre en función de las necesidades de vivienda, trabajo, alimentación, pero también del disfrute de la vida, y no de la ganancia capitalista, está posibilidad se liga otra necesidad, la de poner en pie una gran fuerza política propia de las y los trabajadores.
Este es el desafío que asumimos desde el PTS-Frente de Izquierda apoyando los reclamos de los trabajadores en sus lugares de trabajo, en sus barrios, recorriendo la provincia, los colegios, facultades, combinando la lucha por el desarrollo de las ideas socialistas con la organización en asambleas de todas y todos aquellos que desde hace un tiempo le vienen diciendo no a los partidos tradicionales y permitieron que un recolector de residuos como mi compañero Alejandro Vilca llegue al Congreso. Transformar todo este apoyo en fuerza militante es lo que puede permitir que al final del camino el giro sea a la izquierda. |
