Durante la jornada de ayer se conocieron dos importantes datos sobre la realidad económica del país. Por una parte el Banco Central decidió elevar la tasa de interés de un 8,25% a un 9% con el objetivo de controlar la inflación, lo cual impactará derechamente en el acceso al crédito que es una de las pocas herramientas que tienen los más pobres para cubrir sus necesidades antes lo bajo que son las remuneraciones en el país. Por otro lado el INE entregó los datos sobre INDICES DE REMUNERACIONES Y COSTO DE LA MANO DE OBRA que mostró como ha caido el poder de compra de las familias trabajadoras durante los últimos 12 meses.
En Chile el nivel de deuda de los hogares es tremenda, según un informe de la Comisión del Mercado Financiero (CMF) señaló que para el 15,5% de los hogares, tienen deudas por sobre el 50% de sus ingresos mensuales. Este dato es escandaloso considerando que la media de los salarios es inferior a los 500 mil pesos y la línea de la pobreza está sobre los 650 mil para una familia de cuatro.
En una entrevista en CNN, el socio y analista de LarrinVidal Leonardo Suarez, señalaba que la alta inflación se debe a los “gustitos” que se dió la sociedad chilena con los retiros y los IFES universales, que el gasto privado debe restringirse y reducirse aún más de lo que ya está. Frente a los aumentos salariales y la alta inflación y la consiguiente pérdida del poder adquisitivo Suarez ni se arrugó al señalar que esto era una buena “señal para la economía”, es decir: que la clase trabajadora sufra con la inflación es una buena señal ya que ahora no puede comprar y por lo tanto baja la inflación. “son las consecuencias de la farra” señala el socio de LarrainVidal y cierra con un “si no hay plata en la calle, no hay inflación”.
Los dichos de Suarez no son aislados ni fuera del sentido común de los analistas de los grandes bancos e instituciones financieras, es el plan de los grandes empresarios para que la crisis y la inflación la paguen la clase trabajadora.
Y es que mientras le reclaman por las exigencias de alzas en el salario, ellos retiran sus millonarias e históricas utilidades, fugan millones de dólares al exterior y siguen dándose una vida de lujo mientras cientos de miles de familias viven de las peores formas en el hacinamiento, viviendo del comercio ambulante o aceptando trabajos sin derechos laborales o sindicales.
Salario mínimo y necesidades populares.
En Chile el salario mínimo está muy por debajo de las posibilidades de la economía. Este dato no es menor ya que según un estudio de la Fundación Sol, el salario mínimo en el país representa sólo un 31% del valor del PIB per cápita, lo cual lo pone entre los países más bajo del mundo y al borde del “minisalario mínimo”, el cual está incluso por debajo de la línea de “subsistencia”, según el mismo estudio, Chile podría elevar el salario hasta un 50% del PIB per cápita sin que esto afecte mayormente a la economía.
Pero más allá de las posibilidades, la realidad es que gran parte de las utilidades que recogen las empresas se debe a lo bajo que es el costo de mano de obra en el país. Esto se refleja en el propio informe del INE que señala que el ICMO (Índice de Costos de Mano de Obra) aun cuando aumentó casi un 8%, este quedó por debajo de la inflación, lo que implica que muchas empresas ajustaron costos para mantener el valor de sus “inversiones” pero los trabajadores de dichas empresas perdieron su poder adquisitivo en torno a -2.3%. De hecho el mismo informe señala que los aumentos del ICMO está impulsado por aumentos sobre un 9% en los segmentos gerenciales y profesionales, no así de trabajadores no especializados donde el aumento estuvo, en el caso de las grandes empresas, bajo el 8%.
Entonces mientras las grandes empresas aseguran sus ganancias a través de la inflación, la clase trabajadora se ve condenada a vivir la incertidumbre y la necesidad de endeudarse caro o dejar de comer, pero este no es el único camino al que estamos condenados a vivir.
La clase trabajadora debe poner sus urgencias al frente: para combatir las penurias de la inflación hay que exigir un salario mínimo sobre los 650 mil pesos y que se ajuste mes a mes a la inflación, frente al desempleo hay que reducir la jornada laboral a 6 horas diarias, 5 días a la semana para que trabajen todos. Hay que poner fin a la especulación de las empresas fijando el valor de los productos de primera necesidad, para financiar todas las necesidades sociales hay que instalar un impuesto progresivo a las grandes fortunas. Es urgente que las organizaciones sindicales impulsen la necesidad de articular un plan de lucha para que la crisis la paguen los capitalistas.
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