Este jueves el precio de la soja en la Bolsa de Chicago subió U$S 10,66 por tonelada y se ubicó a menos de un dólar del récord histórico vigente, alcanzado en 2012. Durante la jornada la oleaginosa alcanzó a cotizar hasta un máximo de U$S 655,51 por tonelada.
Los precios de las materias primas escalaron como consecuencia de la guerra en Ucrania, los sectores exportadores se benefician de este incremento. Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, se proyecta para este año exportaciones por U$S 41.442 millones de los principales productos agroindustriales (soja, trigo, maíz, girasol, cebada), esta suma representa U$S 3.393 millones por encima de lo exportado en el 2021.
Mientras unos pocos agroexportadores ganan por los altos precios, en el país hay 17 millones de pobres y la inflación carcome los ingresos deteriorados de las grandes mayorías.
¿Quiénes se benefician del aumento de precios de la soja y los cereales?
El aumento de los precios internacionales generó un incremento de precios internos. El impacto se ve en gran parte de las subas de precios de los alimentos que se llevan a la mesa, afectando especialmente a los sectores de menores ingresos.
Según datos de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), en los primeros cinco meses del año la liquidación de divisas del sector agroexportador alcanzó U$S 15.330 millones, un 15 % más que en el mismo período de 2021, un valor récord desde que la cámara lleva registros. El ingreso extraordinario de dólares queda concentrado en pocas manos y se va por otra ventanilla en pagos de deuda.
En el caso de cereales y oleaginosas, el comercio exterior está en manos de un oligopolio mayormente extranjero como Cofco, Cargill, ADM, Bunge, Dreyfus, AGD, Bunge, Oleaginosa Moreno, ACA, Molinos.
Sólo 11 empresas concentran el 99 % de la exportación de aceites y derivados de soja, y apenas 10 empresas concentran el 90 % de la exportación de todos los granos, legumbres y otros derivados, en su mayoría extranjeras.
Estas empresas controlan los principales puertos de exportación, así tienen facilidades para realizar todo tipo de maniobras como la evasión de impuestos, subfacturación de exportaciones, no liquidación de dólares al Banco Central. Esta gran fuente de divisas del país es ajena al control del Estado.
El Gobierno mantiene un esquema económico con fuertes rasgos extractivistas de materias primas para la exportación. No sólo con la soja, donde hace décadas Monsanto y otras grandes empresas establecen el modelo de negocios que envenena con el glifosato.
Golpe al bolsillo
La inflación acumuló en lo que va del año un 23,1 %, y el rubro de los alimentos y bebidas escaló al 28 %. La suba de los precios internacionales de materias primas aceleró la inflación local.
El oficialismo fue impotente para frenar la escalada de precios de alimentos porque las medidas aplicadas o las que propone un sector del Gobierno, como cupos de exportación o mayores retenciones, mantiene intacto el poder del oligopolio privado que controla el comercio exterior.
La inflación azota en una situación crítica, en el país hay 17 millones de pobres y 3,8 millones de indigentes y es probable que la pobreza aumente por la aceleración de la suba de precios.
La recuperación económica, que no modifica las tendencias más profundas al estancamiento del Producto Interno Bruto (PIB), significó una mejora de las ganancias de las grandes patronales, mientras se deterioraron las condiciones de vida de la clase trabajadora. Según datos del Indec, sin considerar el sector público, el Excedente de Explotación Bruto, una suerte de aproximación a la masa de ganancias empresarias, subió su participación en la riqueza generada en el país desde el 48 % en 2016 al 54 % en 2021. La contraparte es la caída de la Remuneración del Trabajo Asalariado que disminuyó su participación en la riqueza desde el 42 % en 2016 al 34 % en 2021. Esa riqueza generada es un producto de la naturaleza y del trabajo humano. Pero la clase capitalista sustenta su ganancia en el no pago de una parte del trabajo realizado por la clase trabajadora. Este es el mecanismo que le permite apropiarse y aumentar su riqueza.
Los grandes empresarios como expresaron en la cumbre de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) anticipan una oportunidad para hacer negocios con las subas de las commodities, pero no todos ganan: se benefician los dueños del país.
La izquierda plantea el monopolio estatal del comercio exterior para que las exportaciones (y también las importaciones) se realicen en función de las necesidades de la población, para que en un país donde se producen alimentos de sobra no existan los niveles de pobreza e indigencia que existen, sino que los alimentos estén accesibles para todos con un esquema de producción sustentable con el ambiente. Además, el monopolio estatal del comercio exterior permitiría controlar la entrada y salida de dólares bajo control de los trabajadores, evitando así las maniobras especulativas que hacen las grandes patronales, y contando también con mayores herramientas para evitar las devaluaciones violentas.
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