“La escena se volvió explosiva. Las muñecas dobladas fueron olvidadas. Se lanzaron latas de cerveza y botellas contra las ventanas y una lluvia de monedas descendió sobre los policías…. Casi por una señal, la multitud estalló en adoquines y botellas lanzadas… De la nada surgió un parquímetro arrancado, utilizado como ariete en la puerta de Stonewall. Oí varios gritos de "vamos a por gasolina", pero la llamarada que pronto apareció en la ventana del Stonewall fue todavía un shock”.
Así describió el periódico Village Voice el 3 de julio de 1969 los acontecimientos en el bar Stonewall, en la ciudad de Nueva York. Un grupo de gays, lesbianas y trans se había enfrentado con la policía que intentaba hacer una razzia en el bar, como era usual amparados en las leyes que prohibían las prácticas homosexuales y la transexualidad. Detrás de eso había un negocio con la mafia que administraba el bar. El enfrentamiento duró varios días más, y fue la chispa para que el movimiento de liberación sexual estadounidense emerja como un actor en las calles al grito de “gay power”.
Previo a Stonewall, existían las organizaciones llamadas homófilas (amor a los iguales), la homosexualidad aún cargaba un gran estigma y era ilegal. Los grupos referentes en la pelea contra la opresión a gays y lesbianas eran la Mattachine Society y Daughters of Bilitis. Su historia, estuvo atravesada por las particularidades del período posterior a la segunda guerra, signado por una fuerte persecución a las y los homosexuales:
La revuelta fue un punto de inflexión. A las semanas se formó el Gay Liberation Front (GLF, Frente de Liberación Gay), un grupo que se autoproclamó revolucionario, anticapitalista y tomó en gran parte la fraseología que levantaba la izquierda radical de la época. El movimiento de liberación sexual no surgió de la nada, estuvo influenciado por el activismo contra la guerra de Vietnam, el movimiento antirracista por los derechos civiles y la segunda ola feminista.
“La noticia de los disturbios de Stonewall y del GLF se extendió rápidamente entre las redes de jóvenes radicales dispersas por todo el país, y en un año surgieron grupos de liberación gay en los campus universitarios y en ciudades de todo el país” relató el historiador John D’Emilio [1].
Quedaron atrás las intervenciones pacíficas que realizaban las organizaciones homófilas frente a tribunales, bien vestidos y llevando en sus pancartas consignas contra la criminalización. En junio de 1970 entre 5 y 10 mil personas marcharon en el aniversario de la revuelta dando origen a las movilizaciones del orgullo. En agosto de ese año una redadas en bares y detenciones callejeras provocaron en Nueva York una marcha de miles desde Times Square a Greenwich Village donde se produjeron disturbios. Se realizaron tomas de oficinas de los editores del Village Voice y en Harper’s por publicar artículos hostiles a los gays. Una manifestación en San Francisco contra el diario Examiner provocó enfrentamientos con la policía. También irrumpieron en reuniones de la Asociación Médica Americana y la Asociación Americana de Psiquiatría contra sus posturas reaccionarias.
El activismo del movimiento de liberación sexual no se limitó a demandas reivindicativas de gays y lesbianas, tal como se manifiesta hoy en la principal tendencia del activismo de la diversidad sexual basado en la conquista de algunos derechos democráticos dentro de las democracias capitalistas. Así lo refleja sus publicaciones, los debates en la revista Come Out! y su intervención en distintas manifestaciones.
El GLF de Nueva York participó de la marcha anti guerra realizada en octubre de 1969 y también en la semana de la moratoria de noviembre en Washington donde hubo medio millón de personas se pronunció contra la participación de Estados Unidos en la guerra de Vietnam. Un grupo de lesbianas fue parte del Congreso para Unir a las Mujeres que se realizó en Nueva York. También las y los activistas organizaron talleres en la convención anual de 1969 de la Asociación Nacional de Estudiantes, y llegaron a participar de manifestaciones que exigían la liberación de Bobby Seale y Ericka Huggins, líderes de las Panteras Negras que estaban detenidos. Todo en un breve período de dos años.
En ese camino, pasando a ser un claro actor de la política nacional, conquistaron que durante la década de 1970 más de la mitad de los estados derogaran sus leyes de sodomía. En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría modificó la postura que sostenían hacía un siglo eliminando la homosexualidad como un trastorno mental. La Comisión de Servicios Civiles, el organismo responsable de dar empleo a personas en el Estado y fijar los requisitos, revisó su postura eliminando la prohibición a contratar lesbianas y gays.
“En la segunda mitad de la década, los actos del Día de la Libertad Gay se celebraban en docenas de ciudades, y la participación total superaba el medio millón de personas. Las cincuenta organizaciones homófilas que existían en 1969 se convirtieron en más de 800 sólo cuatro años después; a finales de la década de 1970, el número se elevaba a miles” afirma D’emilio [2].
La revuelta no fue una foto radical momentánea, dio pie a la organización y confraternización de miles de gays, lesbianas y trans en todo Estados Unidos. Motivó al debate de ideas y perspectivas para la liberación sexual y la emancipación del conjunto de una sociedad explotada y oprimida. Su pelea iba más allá de reivindicaciones atravesadas por una perspectiva identitaria, partían de la crítica de la persecución estatal, para cuestionar el conjunto del sistema capitalista patriarcal y plantear la lucha por otros vínculos entre las personas basados en el afecto, la solidaridad y lo comunitario. Así lo expresaron a modo de presentación en la revista Come Out! desde el GLF:
“Somos un grupo revolucionario de hombres y mujeres formados con la conciencia de que la liberación sexual completa para todas las personas no puede producirse a menos que las instituciones sociales existentes sean abolidas. Rechazamos el intento de la sociedad de imponer roles sexuales y definiciones de nuestra naturaleza. Nos salimos de estos roles y mitos simplistas. Vamos a ser quienes somos. Al mismo tiempo, estamos creando nuevas formas y relaciones sociales, es decir, relaciones basadas en la hermandad, la cooperación, el amor humano y la sexualidad desinhibida. Babilonia nos ha obligado a comprometernos con una cosa: ¡la revolución!” |