A fines de mayo, durante las jornadas del 27, 28 y 29, el Partido Comunista del Uruguay realizó su XXXII Congreso, reafirmando esencialmente sus viejas fórmulas de cara a reconquistar el gobierno nacional con el Frente Amplio.
La situación internacional según el PCU
La declaración que difundieron incluye una caracterización de la situación nacional e internacional en lo que destaca el rechazo a la guerra entre Rusia y Ucrania, la agudización de la desigualdad en el mundo capitalista y la agresividad imperialista, así como el impacto del imperialismo norteamericano y su ofensiva sobre América Latina para recuperar espacios de poder que habían perdido. El PCU saluda también en esta declaración las victorias de los progresismos en América Latina (Petro, Boric y el posible triunfo del “compañero” Lula). En relación a Uruguay señalan que “asumió el gobierno la fracción más conservadora del bloque de poder, hegemonizada políticamente por el Herrerismo, con una presencia importante del agronegocio y el capital financiero, un peso inédito de la ultraderecha y con componentes de rasgos fascistas”.
Nos preguntamos a partir de esta caracterización que implica la falta de una condena explícita a la invasión de Rusia a Ucrania (hay simplemente un rechazo a la guerra que parece poner en una posición equidistante a ambos países) Por detrás de esta omisión parece asomar una política de aceptación de la lógica de Putin, y de la invasión, y de no condenar y no rechazar los métodos brutales con que Rusia lleva adelante la política de desmembramiento de Ucrania.
Creemos también que una política independiente e internacionalista de los trabajadores, se expresa en la condena a la agresión rusa, unida a la condena al rearme imperialista y el expansionismo de la OTAN hacia Europa del Este. En este sentido, la declaración de la FT es bien clara al respecto, en tanto plantea que “toda posición de izquierda o antiimperialista debe repudiar abierta y enfáticamente esta ocupación decidida por el gobierno autocrático de Putin y reclamar el retiro inmediato de las fuerzas militares rusas de todo el territorio ucraniano, sin dejar por un momento de señalar el papel totalmente reaccionario de la OTAN."
El PCU frente a los “progresismos” latinoamericanos
Por otra parte, el apoyo del PCU a los progresismos latinoamericanos expresa a nivel regional la política que este mismo partido ha sostenido en Uruguay, Frente Amplio mediante.
El PCU no tiene empacho en poner esperanzas en Lula, aún cuando se ha aliado con una figura neoliberal como Geraldo Alckmin, exgobernador de San Pablo por el PSDB, muy conocido por reprimir las huelgas docentes y ocupaciones por vivienda, además de buscar el acercamiento de otras figuras confiables para banqueros y empresarios.
Con respecto a Boric, las grandes expectativas populares en Chile se están agotando rápidamente, con medidas como la militarización de la Araucanía para reprimir al pueblo mapuche o el conflicto con los trabajadores del cobre a partir de la medida del cierre de la Fundición Ventanas.
El PCU y su política de conciliación de clases en el Uruguay
Las expectativas que pone el PCU en los progresismos centroizquierdistas van de la mano con su concepción política de alianzas con sectores medios y de la burguesía nacional, que históricamente viene impulsando en nuestro país. Su proyecto es fortalecer el “bloque histórico, político y social, democrático y radical de los cambios, el de las grandes mayorías nacionales” con un programa que no rompe con el capitalismo sino que utópicamente propone desarrollarlo y humanizarlo. Por eso sus planteos de “desarrollo productivo, inclusión social, distribución de la riqueza, defensa de la soberanía y profundización democrática” “para avanzar en democracia hacia una democracia avanzada”.
En un artículo anterior planteábamos que esta política etapista (de, primero, aliarse con la burguesía nacional para desarrollar al país, y luego caminar hacia el socialismo) es opuesta a la política que levantaron los bolcheviques en Rusia. Ya que el PCU deja para un futuro incierto la ruptura con el capitalismo, siguiendo viejos esquematismos de la era estalinista para países de desarrollo capitalista atrasado como Uruguay. Dejando a un lado la evidencia demostrada en más de una oportunidad de que en los países atrasados o semicoloniales la burguesía ha perdido todo papel progresivo y solo puede ser un socio menor del imperialismo, mientras que a su vez se forman proletariados relativamente fuertes. Por el contrario, la política del PCU pone a los trabajadores como furgón de cola de la propia burguesía, tal como sucedió en el Chile de Allende cuando la Unidad Popular (PC y aliados) pusieron sus esperanzas y llamaron a confiar en militares “patriotas” o burgueses progresistas, con el fatal desenlace por todas y todos conocido.
El documento del Congreso del PCU publicado señala que el bloque social de los cambios está integrado por “las organizaciones de: las y los trabajadores, estudiantes, jubilados y pensionistas, cooperativistas, movimientos feministas, ambientalistas y de la cultura”.
En esta línea, el PCU gusta hablar de “campo popular” o “movimiento popular”, concepto que termina diluyendo el rol de la clase trabajadora como sujeto revolucionario y la colocan en un pie de igualdad con otros sectores sociales.
El PCU heredero del estalinismo
El PCU establece como elemento principal de análisis y de accionar político que la contradicción principal a resolver es la de oligarquía- pueblo.
La categoría “pueblo”, en la teoría política del PCU es una definición que expresa la sumatoria de la clase obrera y sus aliados naturales (movimiento estudiantil, cooperativas de viviendas, y podríamos incluir al movimiento de mujeres) con el sector de la llamada “burguesía nacional”; es decir, la fracción de la patronal nacional antimonopólica.
Esta lógica ha llevado a que, a lo largo de su historia, el Partido Comunista subordinara los intereses de los trabajadores a los de la “nación”, es decir, a los intereses de los empresarios. La base teórica de este razonamiento es una concepción etapista del desarrollo de la revolución para países como Uruguay, en especial de América Latina.
Fundada en una vieja concepción esquemática del estalinismo de la Unión Soviética que dictaminaba que, para países como Uruguay que no tenían un desarrollo capitalista clásico, era necesario el cumplimiento, previo a la revolución social, de una fase “democrática” que rompiera la subordinación de la nación al imperialismo y el dominio de la oligarquía, separando de esta forma objetivos democráticos elementales de los objetivos socialistas.
Pero para el PCU, lo principal es justificar su deriva parlamentarista y electoralista, por lo que estos “fundamentos” teóricos vienen a ratificar su estrategia de retomar la gestión del Estado capitalista con el Frente Amplio, incluso justificando la multiplicación de fases.
Ya en la época de los primeros gobiernos del Frente Amplio, a falta de un análisis crítico de su propia estrategia, el PCU prefirió agregarle explicaciones adicionales a su teoría para no abandonarla. Ya que, con la llegada del FA al poder no se cumplió con la etapa democrática que llaman “democracia avanzada”, pese a que supuestamente, el FA era la "herramienta popular de los cambios". Y fue entonces que introdujeron la concepción de “gobierno en disputa”, como fase previa a la democracia avanzada.
Acumulación electoralista
Está lógica se repite a la hora de enumerar multitud de luchas inmediatas del pueblo trabajador, como la defensa de las empresas públicas, la lucha por la salud, la educación y el salario entre otras, llamando a la organización y la unidad. Pero todo para ponerlo al servicio de "levantar una perspectiva común que las proyecte y las potencie", como parte de una etapa de "acumulación de fuerzas". Lo cual va en comunión de la posición electoralista que mencionamos más arriba y explicitan al final de su comunicado: "reconquistar el gobierno nacional para el pueblo con el Frente Amplio".
En función de "acumular para el bloque social" se subordina todo en cuidar la imagen del Frente Amplio como buenos gestores del Estado capitalista. No sea cosa que, por ejemplo, una lucha clasista y consecuente auyente a los "aliados" de la supuesta burguesía no oligárquica, y que todo eso termine perjudicando los intereses de su frente electoral.
Este breve panorama crítico del XXXII Congreso basado en la propia declaración pública del Partido Comunista, denota discusiones que son históricas y que están pendientes en la izquierda uruguaya, atada en su mayoría a estrategias que se repiten una y otra vez, sin el mínimo análisis.
En próximas notas seguiremos profundizando sobre estos y otros temas de análisis. |