Tras el "Acuerdo de la paz" que permitió darle un respiro al gobierno de turno tras un paro nacional bajo el contexto de la rebelión, se da inicio al proceso constituyente, y junto con ello, el regreso de la implementación del voto obligatorio para el plebiscito de salida a realizarse el próximo 4 de septiembre. Desde el año 2012 que se venía implementando el voto voluntario.
Según Servel, serían más de 15 millones de personas habilitadas para sufragar. Una encuesta realizada por Criteria en el mes de junio indica que un 86% estaría dispuesta a emitir el voto para este plebiscito. Sin embargo, el voto obligatorio no garantiza una mayor adherencia a las urnas de manera significativa, si consideramos que para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2009, la participación fue menor del 70%, al igual que para la reciente segunda presidencial en el que salió electo Gabriel Boric, solo participó el 54% de la población total habilitada.
Julieta Suárez Cao, doctora en ciencia política, comenta que "difícil predecir cuánta más gente va a votar. Chile viene de décadas de desafección, donde aún en elecciones tan polarizadas como la segunda vuelta presidencial, que si bien aumentó el porcentaje de votantes, se mantiene dentro de niveles muy bajos para lo que esperaríamos". Además agrega que "Lo que sí sabemos es que tienden a votar menos las personas más jóvenes, y de sectores más vulnerados. Siguiendo esa lógica, creo que si sale a votar mucho más gente distinta de la que vendría votando, mi impresión es que esto debería, de alguna manera, alterar los patrones de votación más o menos estables que han habido".
Varios analistas señalan aspectos a considerar a la hora de estudiar los efectos del voto obligatorio, como por ejemplo la perspectiva de las generaciones ante la nueva carta magna, la perspectiva sobre la convención en sí, como también en como se van a llevar a cabo las campañas ante el las opciones "Apruebo" o " Rechazo", campañas de las cuáles, los partidos de " los 30 años" tendrían un rol protagónico, al ser financiadas por grandes empresarios.
La participación del padrón electoral en elecciones anteriores es un fiel reflejo que existe una crisis de representatividad hacia los partidos de los 30 años. Prueba de aquello fue la juventud que recibe la estigma de "no querer votar", pero que en realidad no se siente representada y que fueron capaces de levantarse en las calles en octubre exigiendo demandas, que terminaron en un desvío llamado "acuerdo por la paz". |