Y si, digamos que las escuelas sí son guarderías, sobre todo para los más chiquitos. Pero no solo guarderías, son centros de atención primaria ante la elevada cantidad de accidentes escolares que las enfermerías atienden en cada recreo. Son centros de acompañamiento socioemocional, ante los persistentes casos de violencia que dentro y fuera de las escuelas enfrentan nuestros estudiantes.
Son comedores, para cientos de niños y niñas que desayunan y almuerzan gracias a las manipuladoras que hacen magia para alimentar de manera más o menos sana a les niñes, con los insumos que llegan de la junaeb y que muchísimas veces han sido denunciados por deficientes o deteriorados.
Son centros de recreación, al menos en los recreos, cuando los patios se llenan de niños y niñas que pueden correr, saltar, pillarse, jugar a la pelota; niñes que muchas veces viven hacinados, en departamentos pequeños, que con mucha suerte tienen algún balcón, que en muy pocos casos pueden salir a una plaza o usar un patio.
Así que sí, digamos entonces que las escuelas son guarderías, pero porque son eso y mucho más para miles de niños y niñas que se encuentran dentro del sistema escolar. Y ahí estamos los y las profes, que se supone tenemos que educarles, pero también terminamos cuidando, acompañando, aconsejando, alimentando y en muchas ocasiones compartiendo con niños y niñas más horas al día de las que ven a sus propias familias.
Tantas familias donde padres y madres trabajan 10, 12 o hasta 15 horas al día, con dobles trabajos, dobles turnos, horas extras. Donde llevar a sus hijes a la escuela les es una “ayuda” para ellos poder salir a trabajar.
¿Cuál es el problema entonces? ¿Por qué molesta que la labor educativa sea vista solo como guardería? Por una parte, porque reduce nuestra labor pedagógica a una labor de cuidado, cuando lo que hacemos cotidianamente es mucho más complejo que solo cuidar que no se accidenten o no se golpeen entre ellos. Y por el otro lado, porque se nos exige mucho más de las herramientas que se nos entregan.
Que las escuelas enseñen, brinden apoyo socioemocional, atiendan médicamente, entreguen alimentación. Pero que por favor estén a la altura de ello, y que las comunidades decidamos como resguardar aquellas necesidades. Nuestras escuelas necesitan urgentemente más profesores, más trabajadores de la educación, más trabajadores de limpieza, salubridad y cocina, más psicólogas, psicopedagogas, enfermeros, asistentes de aula. Porque educar y cuidar no es más que un tercio de lo que hacemos las escuelas para miles de familias, para los trabajadores y trabajadoras más precarizadas por este sistema. |